A la presidenta argentina Cristina Kirchner, y muchos menos al canciller Héctor Timerman, no les debe haber gustado para nada que la Justicia hay resuelto que no hubo delito en el caso del avión de EE.UU, por las irregularidades de una carga destinada al entrenamiento de policías.
El caso se había salido de desproporciones después de fuertes ataques del oficialismo argentino que pusieron al gobierno estadounidense a la defensiva, ante acusaciones sobre entrada ilegal al país de armas, explosivos, equipos de comunicación, drogas y medicamentos vencidos.
Lo peor de todo fue que el gobierno argentino alardeó mucha arrogancia con un tema que debería haberse quedado dentro de los muros de la Aduana y que no debería haberse politizado. De esta forma, Argenina perdió puntos debilitando una relación bilateral que siempre es mejor fortalecer. Es decir, pelearse con EE.UU y especialmente porque se daría entrenamiento a policías argentinos, recuerda las políticas adoptadas por los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Venezuela de estar echando diplomáticos y agentes antinarcótico con el único propósito de demarcar la cancha del nacionalismo.
El juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky decidió archivar el caso por inexistencia de delito. Ahora les tocará a otros jueces en lo administrativo analizar si hubo violación de normas y disponer eventuales sanciones.
Más allá del freno de la justicia, es muy probable que Timerman siga insistiendo con sus ataques directos y personales, lo que debería erradicarse de la diplomacia argentina, para el bien del país.