Mostrando entradas con la etiqueta Eliminatorias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Eliminatorias. Mostrar todas las entradas

septiembre 06, 2009

Maradona: desfasado y a destiempo

Ya no creo en Maradona. No porque haya perdido 3 a 1 contra Brasil anoche, sino porque el fútbol que le hace jugar a su equipo trabaja a destiempo, juega en otra realidad a la que se mueve su rival.
Creo que Maradona nunca se percató de su don, y del que tiene Leonel Messi, de que lo que algunos piensan que se trata de jugadores tocados por la varita mágica, no es otra cosa que estar superdotados por moverse en otra dimensión, en otro tiempo, en otro espacio. Cada vez que ellos tocan o se deslizan con la pelota, lo hacen con dos o tres jugadas en mente, casi como los maestros del ajedrez. Nada en ellos es casualidad, cada toque, cada gambeta, cada puntapié tiene una razón de ser, y por eso aventajan y aventajaron a sus adversarios. De ahí su magia, de ahí que cada uno de nosotros cada vez que estos jugadores están en la cancha, así sea con pelota en el pie o libres de ella en cualquier espacio de la cancha, tenemos la expectativa de que algo increíble puede pasar. Y la mayoría de las veces no nos decepcionan.
Así como ese destiempo es su ventaja y cualidad y los convierte en privilegiados, también puede ser negativo y una desventaja. De ahí que haya jugadores que no progresan, que viven en la mediocridad porque están desfasados con las habilidades físicas e intelectuales de sus rivales.
Así juega Argentina. Y quedó demostrado con todos los goles que le metieron en los últimos partidos – once - contando los dos de Ecuador, los seis de Bolivia y los tres de Brasil, con solo tres a favor, uno a Bolivia, otro a Brasil – que no significaron nada excepto salvar el honor – y uno contra Colombia que fue la única victoria que se escabulló en la era Maradona.
Maradona no tiene visión de técnico. Es un técnico que vive y piensa como jugador y como fue un superdotado hace jugar a su equipo concibiéndolos a todos como superdotados, como individualidades y haciendo un fútbol por demás demagógico y populista, que agrada por los nombres y las luminarias que convoca, pero que no están sintonizados a trabajar en un todo, como un equipo, como realmente lo hace el Barcelona de Messi o el seleccionado de Raúl.
Argentina no está encontrando la fórmula de jugar con el destiempo a su favor. Está por debajo del tiempo y espacio en que se mueven sus rivales. Por eso termina desorientado, como ante Bolivia, o estúpidamente embaucado como ante Brasil, en el primer gol, cuando los delanteros arrastraron a los defensores abriendo el área para que de la nada aparezca un cabezazo solitario que vino picando desde atrás y con él, la debacle de la noche.
Maradona y Messi siempre supieron, como los karatecas, usar la fuerza de sus adversarios en su propio beneficio. Pero esta selección no sabe hacer eso, juega como si no hubiera rival en la cancha, siempre con una estrategia similar para cualquier partido y rival creyendo que las fuerzas de la casualidad o las repetidas veces que Maradona se persigna al costado de la cancha servirá para que Dios ilumine a los suyos. No entiende que el fútbol, por más sagrado que sea él o la gente lo perciba de esa forma, no tiene nada de sagrado, es pura estrategia de equipo con algo de garra y de individualidades. ¿Acaso Messi podría jugar sin Henry, sin Iniesta, sin Puyol?
Maradona no entiende la gran diferencia que hay entre su concepción del fútbol, internalizado y elevado a la enésima potencia, con la de un equipo que necesita considerar a sus rivales como diferentes. El fútbol de Brasil, al menos el de anoche, no fue superlativo, fue práctico, aburrido, de empuje, de garra, algo que a nadie le gusta realmente, dejó de ser el “jogo bonito” de antaño. Aunque la diferencia fue que jugó utilizando las fuerzas, los miedos y las inseguridades de los argentinos.
Se viene Paraguay y el horizonte hacia Sudáfrica es difuso. Y aunque se logre su cometido, el fútbol de Maradona como técnico seguirá estando desfasado del tiempo y el espacio. Será casualidad ganar un partido – como fue contra Colombia – y llegar al Mundial.
Dedico este post a mi querido hermano Gerardo que vive en Madrid, con quien compartimos estas disquisiciones en una llamada telefónica esta mañana, en la que hicimos un poco de catarsis y tratamos de poner en otras palabras lo que a los dos seguramente nos apetecía más: gritar insultos a mansalva.

abril 02, 2009

Goles dolorosos... muy dolorosos

El fútbol mueve pasiones y los goles desgarran el corazón, cuando son en contra, claro. No hay mayor dolor que tu equipo pierda un partido en las eliminatorias y en especial por seis pepas, como nos pasó a nosotros esta vez. Hoy miré el fixture de todos los partidos y no podía creer cuando llegué al casillero de Bolivia-Argentina. Todos los demás resultados eran razonables. El nuestro medio lunático, impensable, asquerosamente doloroso.
Cada punto ganado o perdido trajo todo el día discusiones interminables en la radio, centímetros de tinta en los diarios y millones de bytes en todas las decenas de páginas a las que accedí en busca de consuelo. Esta vez en vez de festejar con las nacionalidades ganadoras, y las fiestas en las calles de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, Sucre – al final Evo Morales pudo unir al país - me consolé refugiándome con los mexicanos goleados por los hondureños y con los colombianos y con los ecuatorianos que perdieron dos puntos valiosos en los últimos suspiros del partido contra los paraguayos. Ni siquiera los grandes equipos de Europa perdieron, ya que uno cuando su equipo es vilipendiado, por lo menos se consuela con la derrota de Inglaterra, España, Alemania, Italia, Holanda… pero a todos les fue bien. Entonces perder solo es como más doloroso.
Los mexicanos se están peleando a más no poder, los argentinos, parte de nosotros queremos de vuelta a Riquelme, otros quieren seguir bancando a Maradona y culpar a la altura de La Paz y otros más argumentan que fuimos flojos y no tuvimos los huevos que los chilenos que sí los tuvieron en La Paz. Obviamente, muchos nos calentamos en contra de Maradona por haber antepuesto sus simpatías políticas a favor de Evo Morales cuando el año pasado hizo una campaña intensa para derrotar el reglamento que hubiera prohibido jugar al fútbol por arriba de los 2.500 metros. ¡Qué salame el pelusa! Estuve algunas veces en La Paz y puedo decir que desde que toqué piso en el aeropuerto de El Alto, hasta que me fui, es el lugar de la tierra que más odio porque no entra una sola gota de aire en mis pulmones. Es absolutamente irrazonable vivir ahí arriba, por lo que justifico que un equipo pueda ser derrotado a mansalva y apoyo cualquier iniciativa para prohibir la competencia deportiva en las nubes. Es una competencia desleal. Es como si los adaptados jugaran con la ventaja de tener 50 kilogramos de anabólicos en la sangre.
Una de las cosas tragicómicas que me pasó hoy es que tuve llamadas y correos electrónicos de muchos amigos y conocidos, incluso de los que jamás sospeché que les gustaba tanto el fútbol. Muchos de ellos en forma sincera me cargaban y otros muy mentirosos los carajos – un brasileño y tres chilenos – me llamaron para decirme cuan acongojados estaban y darme unas clases magistrales sobre cómo Maradona hubiera tenido que parar el equipo. Guauuuuu.
La verdad que hace mucho que el fútbol no me dolía como esta vez. Me sentí herido. Ayer a la tarde perdí la concentración y por la noche el sueño. No espero el momento que pasen los días y la herida se cierre. Para colmo con cosas así, como los 5 – 0 de Colombia en el Monumental y este 6 a 1 en el Siles Suazo, por más que uno los quiera borrar o quisiera que lo hipnotices para sacarlo del subconsciente, siempre habrá algún amigo maldito, algún colombiano, un boliviano, un brasileño, que como un gran Freud se encargará de traerlo a la memoria y peor aún, a la memoria colectiva.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...