miércoles, 27 de abril de 2011

Lo que importa es el contenido


Quizás el único papel que no se extinguirá ni dejará de usarse es el higiénico. Todos los demás se rendirán, tarde o temprano, a las nuevas tecnologías. Aún los nuevos dispositivos electrónicos de lectura como los iPad, que irrumpieron con tanta popularidad en el mercado, cederán su lugar en un futuro cercano, a papeles electrónicos más flexibles.

Esta tendencia hacia la innovación acelerada no solo está marcada por la creatividad de las compañías para imponer marcas y consumo, sino por las costumbres y modalidades que el público adopta para absorber datos e información.

Varios hechos corroboran esta propensión. El Vaticano, un diestro evangelizador a través de YouTube y Facebook, acaba de anunciar que invitó a 150 blogueros para que el 2 de mayo discutan sobre la beatificación del papa Juan Pablo II que se realizará el día anterior. Por otra parte, el presidente estadounidense Barack Obama inició esta semana su esfuerzo reeleccionista en Facebook, lo que augura una campaña aún más electrónica que la del 2008. Las super librerías Amazon y Barnes & Noble anunciaron que en 2010 vendieron más copias electrónicas que libros en papel; mientras que por primera vez en la historia de los prestigiosos premios Pulitzer al periodismo impreso, todas las categorías de ganadores anunciadas esta semana, incluyeron a las plataformas digitales como medios de difusión.

Seguramente la tendencia a la conversación en formas electrónicas es más acentuada en países desarrollados, como en EEUU y Europa, al contar con mayor penetración de banda ancha de conexión para la descarga de datos en el internet. Sin embargo, el avance de las compañías telefónicas en América Latina y la apertura competitiva que impulsan algunos gobiernos, permitirá que las poblaciones más postergadas accedan muy pronto a más información y comunicación móvil, en complemento a medios tradicionales como periódicos, radio y televisión.

En los próximos años, cuando en América Latina la tecnología sea más barata y se masifique, se revertirá la tendencia actual de crecimiento de los periódicos en papel. A diferencia de EEUU y Europa, donde los diarios registraron en los últimos dos años una caída de un 10% de circulación y más del 30% de ingresos por publicidad, en Latinoamérica se observa un crecimiento de lectores y de ingresos de más del 5%, debido a la incursión en el mercado de diarios más populares y ligeros, con un enfoque en noticias deportivas, policiales y de farándula.

Ese desfase tecnológico y el modelo de negocio más popular y masivo de algunos diarios latinoamericanos, retrasarán el desalojo del papel como plataforma de lectura, pero no lo detendrán. Será un proceso parecido al de la música, en el que las nuevas tecnologías no cambiaron la forma de hacer música, sino cómo consumirla y las formas de envasarla y venderla, habiendo pasado en poco tiempo del estático vinyl y los portátiles casetes y cds, a los cómodos mp3 que permiten comprar y almacenar a gusto del consumidor.

De todos modos, los diarios, con papel o sin él, no morirán. Siguen siendo las mejores fuentes informativas y de referencia obligada en la web. A través de buscadores como Google o de visitas directas, han expandido sus audiencias y su influencia. Su fortaleza es proporcional a su credibilidad y a la función de ordenar el caos informativo, ante tantas fuentes difusas e información poco creíble que pululan en el internet.

El desafío, no obstante, es hacer rentable sus operaciones digitales, así sea cobrando contenidos como el New York Times, imponiéndolos en plataformas multimediáticas con radio, TV, Twitter y Facebook, o escogiendo no imprimir sobre papel como el Christian Science Monitor.

La buena noticia es que la tecnología no podrá crear contenidos, sino solo administrarlos. En la música, la literatura, el periodismo o las artes, siempre se necesitará la fascinante capacidad creativa del ser humano.

Independientemente del nuevo modo para vender noticias, lo que ningún medio jamás podrá hacer, así sea sobre papel u otra plataforma, es renunciar al contenido de calidad. Investigar, fiscalizar, contar historias y liderar la conversación y agenda pública sigue siendo la mejor fórmula del buen periodismo y del negocio informativo.

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