Nos acaba de abandonar Ernesto Sábato. Fue de los grandes escritores argentinos y universales. Su literatura es de las mejores pero yo me quedó con aquel enérgico hombre, de frágil apariencia, que entregó su vida intelectual para la causa de los derechos humanos, y que será recordado por su libro Nunca Más con el que la democracia que empezaba de Raúl Alfonsín quiso retratar el pasado reciente tras las violaciones a la dignidad por parte de las dictaduras militares.
Cuando estaba escribiendo el libro Nunca Más a los Crímenes Contra Periodistas para la SIP, tuve la suerte de comunicarme con él por un prólogo que nos escribió para ese texto y habla sobre por qué era necesario abrazar una causa como esta.
A su memoria, y en agradecimiento a su compromiso, reproduzco aquí el prólogo que nos escribió:
“He recordado alguna vez que son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo.
Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria, pero primero y principalmente, el derecho a la vida.
Sin embargo, el hombre sigue siendo trágicamente el lobo del hombre. Y ningún adelanto técnico o científico ha enervado dicha conducta, porque la ética y la estética del hombre no se construyen con los valores del cientificismo ni de la tecnología, que ni siquiera impiden que se siga destruyendo el propio planeta.
Pero atento a lo que me solicita en esta ocasión la Sociedad lnteramericana de Prensa, me referiré al derecho a la vida y a los crímenes cometidos contra periodistas, cuya impunidad y cantidad — más de 200 en la última década — tan justificadamente alarma y desvela a la SIP.
Téngase en cuenta además, que esta forma de “censura”, la más arcaica y brutal de conculcar la libertad de prensa y la libertad de expresión, no sólo constituye la desaparición física del mensajero, sino también la del mensaje, la de la información, o sea la eliminación total del objetivo esencial del
periodismo.
He luchado durante toda mi vida en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión, porque no tengo ninguna duda de que sin libertad de prensa no puede haber democracia. Y si considero ominoso e inaceptable que un periodista sea asesinado por la simple razón de estar cumpliendo con su deber de informar, también considero moral y jurídicamente inaceptable que tal asesinato quede impune.
Es por ello que apoyo fervorosamente la iniciativa de la SIP “Crímenes Sin Castigo Contra Periodistas” que la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) han hecho propias proyectándola a escala mundial.
2 comentarios:
Mis condolencias a los argentinos buenos por la despedida de Ernesto Sábato.
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