Cuando Barack Obama asuma el 20 de enero la Presidencia de Estados Unidos tendrá que prestar atención a tres desafíos que se le presentarán con prioridad en América Latina.
Un informe del Ministerio de Justicia de EE.UU. dado a conocer hoy se refiere al problema del narcotráfico en la frontera con México, como uno de los grandes desafíos en materia de seguridad para el 2009. La violencia despertada por los carteles de la droga mexicana que ya llevan más de 5.000 asesinatos durante este año y su alianza con las mafias italianas y el aumento del trasiego de estupefacientes hacen necesario la implementación rápida del Plan Mérida, un acuerdo bipartito por el cual EE.UU. dará 430 millones de dólares a México para estrategias de combate a los carteles y de prevención.
En materia de inmigración, Obama enfrentará un tema irresuelto como la de 12 de millones de indocumentados que viven en un limbo, miles de personas que son deportadas, entre ellos numerosos pandilleros centroamericanos que al llegar a su país no pueden ser metidos en las cárceles porque no tienen delitos en su país, por lo que quedan en las calles haciendo saltar los porcentajes de delitos.
Atado a estos dos problemas y a la corrupción rampante se espera que el gobierno estadounidense continúe ayudando a los latinoamericanos para establecer programas de desarrollo que permitan luchar contra la pobreza, especialmente en una época de crisis económica en la que los precios de las materias primas seguirán por el piso condenando a un continente que se ha dedicado a ellas dejando de lado el valor agregado de las manufacturas.
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