Crecí con la Nova Trova cubana escuchando a Silvio Rodríguez y su “unicornio azul” y si bien siempre adoré su música y poesía tanto como la de Pablo Milanés, nunca pude comprender ni sincronizar en mi mente como ese talento y calidad estaban al servicio de un gobierno que no cree en la libertad.
Ahora Silvio, como muchas veces lo ha hecho en su carrera, elogió la emancipación de otros pueblos y multitudes excepto del suyo, pese a que en los últimos meses se ha vuelto menos defensivo de la cruel dictadura de los patrones Castro.
Esta semana salió a favor de los estudiantes chilenos que por quinta vez paralizaron el país en demanda de mejoras en la educación y de otras cosas un poco más viscosas. Ese apoyo está bien y lo merecen quienes quieren expresarse y hacen uso de su derecho a la libertad de reunión y asociación.
El cantante les dijo en un mensaje a los estudiantes chilenos que “el mundo les ve y se siente orgulloso”, lo que es bueno; pero lo que no se entiende es porque cree que ese tipo de expresiones son buenas en Chile y no dice nada sobre la oscura represión que el gobierno cubano incrementó en estos últimos meses en Cuba limitando el derecho de los ciudadanos a expresarse y reunirse.
Está muy bien que use sus palabras para estar del lado de los estudiantes. Pero uno pregunta si los besos que les mandó a los estudiantes de Chile para que se reconforten ante los palos recibidos, a través del internet en el sitio electrónico de cubadebate.cu, no sería mejor que los reparta entre los apaleados cubanos que los tiene en su propia cuadra.
Silvio y su dulce unicornio siguen mintiendo y siendo tan hipócritas como siempre.