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febrero 24, 2010

Honduras y narcotráfico

La semana pasada estuve en Tegucigalpa luego de pasar por México con una misión de la SIP por temas de violencia contra periodistas. Al término de una entrevista breve con el presidente Porfirio Lobo, me pidió que sobre seguridad y narcotráfico hable directamente con el ministro de Seguridad, Oscar Arturo Alvarez Guerrero, quien ya había ocupado ese puesto en la presidencia de Ricardo Maduro y ahora lo hacía después de ser el diputado con mayor cantidad de votos en la historia de Honduras.
Antes de despedirme de Lobo, se refirió eufórico al acuerdo que acababa de firmar con Colombia para la lucha contra el narcotráfico, admitiendo que la lucha contra las drogas en México derivará en mayores problemas para Honduras y toda Centroamérica.
El ministro Alvarez dijo que como parte de la estrategia contra el narcotráfico pondrá en práctica experiencias exitosas pasadas. Además de depurar la fuerza policial en la que reconoce que hay un alto nivel de corrupción, mediante el departamento de asuntos internos, intentará la creación de una unidad de lavado de activos y enriquecimiento ilícito para detectar y combatir los abusos.
Confía que los acuerdos con Colombia y el apoyo de EEUU tras al Plan Mérida y los otros mecanismos de ayuda estadounidense que se están activando nuevamente, permitirán una “excelente triangulación” para combatir al narco, confianza que le ofrece su formación en centros de educación militar especial y de inteligencia, tanto en el Norte como en Europa.
Alvarez coincide con el jefe de Policía de Colombia, general Oscar Naranjo, sobre que la guerra contra el narcotráfico sólo se puede ganar con fuerzas especiales o con fuerzas de tarea policiales, además de servicios de inteligencia capaces de infiltrar a la delincuencia.
Pero en esta “triangulación” geopolítica, reconoce que Honduras está un poco aislada. Sobre El Salvador, dijo que se teme por la seguridad del presidente Mauricio Funes e insiste que sectores radicales del FSLN estarían entrenando a gente de la resistencia hondureña. También que fue avisado por las autoridades colombianas que en las computadoras del jefe guerrillero, ya abatido, Raúl Reyes se habrían encontrado evidencias de que las FARC estarían apoyando a grupos rebeldes en Honduras. Desconfía del trabajo antinarcóticos que pudiera estar haciendo el gobierno de Daniel Ortega y de Alvaro Colom dijo que está muy limitado por el problema interno, la poca profesionalidad de la policía y los altos niveles de delincuencia.
Alvarez es nuevamente ministro a “pedido popular”, si se interpreta que su popularidad se debe al trabajo hecho en el período 2002-2005 al frente de esa cartera. Para entonces, Alvarez recuerda que contrató los servicios de asesoría de McKinsey Consulting, tras lo cual desarrolló una estrategia de seguridad distintiva.
De aquella experiencia, desarrolló una táctica de “guerra psicológica” con tres componentes básicos: a) depuró la policía y ofreció incentivos a un nuevo cuerpo de seguridad; b) creó una cultura de denuncia entre la población regenerando la confianza en la institución policial y c) aseguró que la delincuencia supiese que había un plan para controlarla, “que delinquir sería más difícil”.
La estrategia de “guerra psicológica” fue apoyada por una reforma del Código Penal, introduciéndose en el artículo 332 la figura de asociación ilícita o conspiración, lo que permitió procesar a mil trescientos cabecillas de las pandillas juveniles. En aquella época, Alvarez logró contener al crimen, reduciendo en un 90 por ciento el delito de secuestros en su tercer año al frente de su ministerio.
En la entrevista que me concedió en Tegucigalpa el 18 de febrero, Alvarez consideró que el nivel de tráfico de drogas se ha reducido momentáneamente, debido a que los narcos estarían estudiando los pasos del nuevo gobierno. Acusó que el gobierno del ex presidente Manuel Zelaya tuvo la política sobre el narcotráfico de “dejar hacer, dejar pasar”, con una policía que tenía un esquema de acuartelamiento militar en lugar de estar en la calle. Dijo que la época de Zelaya había un divorcio total con el Poder Judicial, lo que no permitió una verdadera cooperación.
Su percepción es que el gobierno de Zelaya, debido a su amistad con el presidente Hugo Chávez, posibilitó un auge del narcotráfico proveniente desde Venezuela, evidenciado por la cantidad de avionetas de esa bandera que se detectan en pistas clandestinas de Honduras, cuyo territorio está regado de pistas y canales de comunicación que son parte del desarrollo de las grandes compañías agropecuarias internacionales durante el siglo pasado.
“No hubo voluntad política ni liderazgo para enfrentar al narcotráfico”, dijo el ministro; “una situación (que) ha cambiado totalmente en esta Presidencia”.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...