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noviembre 25, 2010

Ortega y la reelección a toda costa

El presidente nicaragüense Daniel Ortega utiliza todo tipo de artimañas para perpetuarse en el poder. Sin dudas, la exacerbación del nacionalismo con el conflicto limítrofe con Costa Rica por el río San Juan, no puede leerse de otra forma.
Más allá de las válidas razones para ambos países y la interpretación de los viejos tratados limítrofes que impiden zanjar las diferencias, lo cierto es que la veta nacionalista favorece a un gobierno que fenece y le brinda las excusas necesarias para opacar desmanes internos, desconfianza y aguerridas formas ilícitas para aferrase al poder.
Ortega ha venido dando muestras fehacientes de querer reelegirse o auto imponerse a como dé lugar incluso a contrapelo de la Constitución que explícitamente limita a los presidentes estar por dos mandatos consecutivos. En su reciente historial se pueden contar, entre otros ardides, el fraude electoral del 2008, el uso del dinero del gobierno venezolano para comprar medios y sobornar conciencias, a que los jueces, ya todos sandinistas a los que por decreto extendió su mandato, votaran a favor de la reelección porque los derechos humanos del primer mandatario estaban siendo violados como ciudadano.
En fin, así como lo hizo Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa y lo intentó el derrocado hondureño Manuel Zelaya, Ortega no descansará hasta reformar la Constitución, doblegar a la Asamblea o hacer demagogia interna con tal de lograr la reelección, para lo cual, extender la confrontación con el gobierno tico siempre le dará un margen favorable.

julio 29, 2009

Honduras: más muñequeo en la mediación

Pareciera que el proceso de mediación en Honduras necesitaría otros ingredientes nuevos a la luz del resultado de la Cumbre de Tuxtla celebrada en Costa Rica. Como era de esperar, en la Declaración de Guanacaste se condenó el golpe de Estado que instauró en la Presidencia a Roberto Micheletti y pidió mayor apoyo a la segunda propuesta del presidente Oscar Arias, la que incluye la restitución al poder de Manuel Zelaya que todavía el Congreso hondureño estaría analizando, además de la prohibición de una reforma constitucional, una amnistía, un gobierno de reconciliación y unidad, y adelantar las elecciones para fines de octubre.

Sin embargo, Arias fue haciendo declaraciones en estos días que lejos de asemejarse a las que debería tener un mediador, se parecieron más a la de un árbitro. Pide la restitución de Zelaya anteponiendo la condición del “ostracismo” en la que estaría cayendo Honduras de no aceptar sus condiciones. Lo que puede ser real, claro, pero no estoy seguro que debiera ser él, en su calidad de gestor que se asuma como juez y parte públicamente. Suficientemente ese punto ya lo exponen Estados Unidos y la comunidad internacional entera. Con su posición, Arias pudiera estar perdiendo confianza de los sectores hondureños – no tan solo del gobierno - que no respaldan la restitución de Zelaya.

La propuesta tal como está, deja con poca maniobrabilidad al gobierno de Micheletti (que de alguna forma tendrá que negociar) para calmar a amplios sectores de la sociedad hondureña – además de los poderes públicos – como gran parte de la clase media, miembros de cuatro partidos políticos, representantes de los sectores productivos, de las denominaciones religiosas, que respaldaron la destitución de Zelaya por entender que estaba conduciendo al país hacia una autocracia chavista, para lo cual no lo habían votado.

No solo Micheletti ni los poderes Judicial y Legislativo no quieren a Zelaya de regreso, sino también ese gran sector de hondureños que sigue temiendo que a pesar de cualquier prohibición que se le imponga, Zelaya es tan testarudo que se saldrá con la suya (es que además lo expresó en una entrevista con el diario O Estado de S. Paulo, sobre que intentaría hacer la encuesta si el pueblo se lo pide) como también lo ha hecho Hugo Chávez, quien después de jurar y jurar que dejaría la presidencia ya lleva 10 años en el poder porque dice “que el pueblo es el que lo reclama”, mediante elecciones muchas de ellas no muy limpias.

Es verdad que Zelaya de presidente y con tan poco tiempo estaría muy condicionado por la comunidad internacional como para que se largue a aventuras chavistas. Sin embargo, la experiencia indica que Zelaya tiene ya mucha experiencia y que las organizaciones intergubernamentales solo terminan protestando pero no tienen elementos prácticos para limitar los presidencialismos u otros abusos de poder.
Debido a este temor sobre su regreso, el plan de Arias necesitaría de repente un mayor blindaje en contra de algunas nuevas torpezas que pudieran suceder, como la encuesta por la cuarta urna, lo que le daría a quienes apoyan a Micheletti mayores garantías de que el mandato de Zelaya se extinguirá en enero, como estaba previsto antes del golpe el 28 de junio pasado.

Tal vez la falta de confianza en la propuesta tal como está, considerando que pudiera perfeccionarse, y en el desgaste que ha sufrido el mediador en el proceso y por sus propias declaraciones, pudiera pensarse que deberían sumarse otros actores y de esa forma conseguir el empujoncito que esta crisis necesita y de esa forma todos pudieran volver a concentrarse en los problemas importantes del país y la región, como la pobreza, la salud, la seguridad, la educación y la producción.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...