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junio 10, 2011

Siete finales son demasiado


Soy fanático del Miami Heat y otra vez no dormiré ni leeré el diario mañana por la mañana; y no soportaré a los comentaristas que estarán refregando en nuestras caras que Dallas mereció el triunfo. Y lo peor de todo, que la gran incógnita, si Dallas saldrá campeón o si Miami gana para extender la serie a un séptimo partido, recién se resolverá el domingo.

Faltan tres días de sufrimiento, expectativa e incertidumbre. No es fácil ser fanático de básquet y estar en una serie tan reñida como ésta. La verdad que sería mejor que fuera un partido solo, una gran final. Si el equipo de uno pierde, se sufre por un par de días; pero de inmediato se empieza con el proceso de sanación hasta que todo queda reducido a recuerdos cada vez más difusos. Es cuando uno reza para que la mala memoria sea prodigiosa. El olvido es el único remedio.

Pero siete finales, en cambio, hacen mal. Es demasiado. Desde que esto empezó hace ya más de una semana, no me fue fácil dormir, descansar, trabajar y hasta anoche soñé con la derrota. No disfruté ningún juego, ni siquiera los dos que Miami ganó. Eso sí, con las victorias del Heat, me leí todo, me quedé hasta la madrugada viendo los videos en la página de la NBA una y otra vez, y devoré cada comentario en ESPN. Y con gran esperanza enfrenté cada nuevo juego, para caer de nuevo en la desazón. ¡Una montaña rusa!

Nunca tuve fe de que Miami ganaría un partido en Dallas y temí que perderíamos la serie 4 a 1. Por eso ahora, a pesar de la derrota, habiendo robado el primer juego allá, creo que Miami tiene grandes chances de ganar los dos partidos como local. Tiemblo, igualmente, de pensar que Dallas puede tener su revancha del 2006 y ganar la serie 4-2 y celebrar en nuestra casa como nosotros lo hicimos en Dallas aquel año. Sería dolorosísimo, más que este año tenemos un trío de lujo, con Lebron James, Chris Bosh y Dwayne Wade, aunque sin colmar las expectativas.

Para alguien neutral, que son pocos, porque la mayoría está inclinada hacia Dallas, la serie es buenísima. Todos los partidos se definieron en los tres minutos del cuarto período. ¡Para el infarto! Encima, ahora, el equipo visitante tiene ventaja de un juego, aunque tiene que jugar dos de visita en un estadio en el que los fanáticos tratarán de hacer su propio partido. Sin embargo, el objetivo de los Mavericks no es inalcanzable; los texanos – y el alemán – ya tienen la experiencia de haber robado un partido en Miami.

Quiero que llegue el domingo. ¡Falta tan poco, pero se siente tan lejos! Si Miami pierde, quedaré de cama, malhumorado, con ganas de no hablar con nadie, ni de leer, escuchar o ver nada de nada. Si Miami gana, el proceso seguirá hasta el martes, para terminar a cara o seca, todo o nada; como en la ruleta rusa: vivir o morir.

La vida del fanático es insoportable. Hubiera tenido que hacer una costosa apuesta a favor de los Mavericks. Por lo menos, si el Heat pierde, tendría la salvación de ganar muchos dólares; mientras si gana, no me importaría perder un montón de dinero. ¡Cómo no lo pensé antes!

diciembre 02, 2010

Arte y tecnología


El mar y las playas de Miami quedarán reducidos a telón de fondo esta próxima semana. Toda la atención se concentrará alrededor de las mega-ferias de arte, Art Basel y Art Miami, y de un enjambre de exhibiciones satélites en museos, galerías y espacios públicos.

Estas exposiciones, con las que cierra el mercado del arte contemporáneo el 2010, atraerán a miles de coleccionistas, curadores, críticos y curiosos ocasionales; pero, más importante, permitirán observar la evolución del vanguardismo. En especial el desafío que presenta para los artistas y la industria del arte, la aplicación y acople de las nuevas tecnologías, en constante cambio.

Es que los materiales empleados en el arte contemporáneo son más efímeros o se hallan en continua mutación, a diferencia de los métodos que reconocemos tradicionales, más estables y perecederos, como óleo, bronce o mármol. No es lo mismo la vida de una pintura al óleo que una imagen digital, por ello los museos y coleccionistas, además de considerar el concepto del artista y la estética de la obra, también deben velar sobre cómo conservarla y mantener su originalidad.

El reto es que las tecnologías quedan obsoletas en poco tiempo, lo que es un dolor de cabeza para el arte visual como las obras concebidas en 8mm que debieron saltar a CD, DVD y ahora HD digital, considerando además que fenecieron sus utensilios y proyectores, y el público también sofisticó sus formas de observar.

Las obras clásicas no están exentas al deterioro ni a los accidentes como La Piedad de Miguel Angel atacada a martillazos por un tarado, o el agujero en una tela de Picasso causado por una visitante distraída al Museo Metropolitano de Nueva York. Pero los restauradores tienen mayor trabajo con los nuevos medios usados en el arte actual, como plexiglás, plástico, resinas, emulsiones y cintas magnéticas más sensibles al tiempo y a la luz, así como con software, chips y computadoras del arte virtual, cuya vida es muy limitada.

Las nuevas tecnologías crean dificultades a los museos y coleccionistas, pero más a las compañías de seguros. Deben cobrar primas por el valor intangible de una creación que se deteriora o desvanece en poco tiempo. ¿Cómo asegurar una obra de costo millonario compuesta por luz de neón cuando un foco tiene una vida útil de 2.000 horas y el artista no permite repararla? Quienes se dedican a este rubro, como la francesa AXA Art, saben que el reto es asegurar obras que se dañan y que calculan sólo sobrevivirá el 5 por ciento dentro de 100 años.

Pero independientemente de las nuevas tecnologías y de los métodos del artista, el mayor reto es para el público general. Cómo entender y distinguir lo que es arte, cuando lo contemporáneo busca transgredir sin mantener cánones tradicionales de estética. Es como si necesitara mayor información para comprender el mensaje, ya que algunas instalaciones y obras tienen más de entretenimiento efímero que de arte. Esta semana habrá que hacer mucho esfuerzo para comprender obras en Miami Beach, como la del colombiano Francois Bucher, que colocará libros dentro de las mesitas de luz de varios hoteles, mientras el mexicano Jorge Méndez Blake hará flotar en un recipiente con agua, una maqueta de una biblioteca hecha de plexiglás.

Es cierto que las tecnologías potenciaron las excentricidades, pero también el internet iluminó siglos de oscurantismo, como cuando los pintores y escultores ignoraban lo que hacían sus colegas o las tendencias que se tejían en sociedades aisladas.

El ciberespacio también ha contribuido a la expansión y recuperación económica de los mercados, como demostrarán las ferias de Miami. Los coleccionistas y compradores ocasionales cada vez acceden más a stands en ferias y galerías virtuales; compran on-line en remates; comparan precios, épocas y artistas en bancos de datos; ven catálogos en la aplicación de iPhone de la casa de subastas Christie’s u organizan foros sobre arte por Skype, permitiendo que el sistema de compra-venta sea más transparente.

Pero lo más importante, es que las nuevas tecnologías se han transformado en un aliado. Más allá de los desafíos para la industria, han servido para masificar y popularizar el arte, creando un público más educado e interesado.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...