La inmigración planificada es un proceso beneficioso. Sin estrategia y
orden, puede despertar nacionalismos discriminatorios y racistas, convirtiendo
en pesadilla los sueños de quienes buscan mejores oportunidades y complicando los
propios esfuerzos de los países receptores.
Esos nacionalismos anti inmigratorios llevaron a los británicos a
salirse de la Unión Europea, motivaron protestas multitudinarias en Alemania y
Francia por la suerte de refugiados sirios y del norte africano, así como envalentonaron
a Donald Trump a prometer muros físicos y virtuales para detener la entrada de
“mexicanos violadores” y “musulmanes terroristas”.
Entre tantas actitudes anti migratorias, Mauricio Macri sorprendió
esta semana durante su gira por Europa. Ratificó que Argentina recibirá a tres
mil refugiados sirios, pero aumentó su apuesta a favor de una nueva ola
inmigratoria que, emulando las del siglo 19 y de comienzos del 20, considera necesaria
para crear riqueza, desarrollo y buen futuro.
El tema inmigratorio también flotó en su paso por EEUU cuando se
reunió en Sun Valley con los popes de las mayores empresas tecnológicas del
mundo. Los líderes de Google, Facebook y Microsoft admiten que sin los inmigrantes con mano de
obra calificada, Silicon Valley podría estancarse. Por ello insisten a Barack
Obama para que amplíe el número de visas que EEUU otorga a inmigrantes con especialidad
en ciencias y matemáticas.
Para su formidable aventura, que desentona con las experiencias de Argentina
y de Latinoamérica, regiones expertas en expulsar a sus ciudadanos, Macri
debería observar otras experiencias migratorias y enfocarse en la de EEUU, que
si bien no es la mejor del mundo, ese melting
pot le servirá de espejo para aprender sobre aciertos y errores.
EEUU es, ante todo, solidario. Así como dio cabida a los perseguidos
por su religión que terminaron por moldear la Constitución y los cimientos de
la nación, cuatro siglos después sigue siendo el país que más visas a
refugiados y asilados políticos otorga, 69.933 solo en 2015. Esto sin contar
las 20 mil residencias que otorga anualmente en forma oficial a los cubanos y
las miles que concede a los que llegan en balsas o por terceros países.
También otorga miles de visas a trabajadores agrícolas que deambulan
por cosechas desde California a Dakota del Norte; aunque equilibra esa mano de
obra que no quieren los estadounidenses con visas a trabajadores con
habilidades excepcionales. Adjudica cada año unas 65 mil visas a inmigrantes con
grado universitario y otras 20 mil a profesionales con doctorados que, después
de seis años con permiso de trabajo, suelen terminar absorbidos por la empresa
privada.
Utiliza también otra fórmula indirecta y muy eficiente. Ochocientos
mil estudiantes extranjeros se matriculan cada año en las universidades
estadounidenses. Un gran porcentaje de ellos, cuya matrícula y estudios
anteriores fueron pagados por sus gobiernos de origen, terminan quedándose en
el país, demostrándose que los procesos migratorios también son ecuaciones
injustas, siendo que un país gana lo que el otro pierde.
No todo es color de rosa en EEUU. Obama todavía no ha podido lograr consenso
sobre una esperada reforma migratoria para sacar del limbo a 11 millones de
indocumentados hispanos. La discriminación, las actitudes racistas, la
explotación laboral y la deportación que muchas veces fractura a familias
enteras, son moneda corriente en este grupo cada vez más marginal.
Estas buenas y malas experiencias pueden aportarle a Macri un contexto
mejor para superar sus varios desafíos. En un país tan vasto, deshabitado,
ciclotímico en crisis políticas y económicas que ahuyenta a sus propios
habitantes, no le será fácil incentivar la inmigración, que al igual que las
inversiones, tiende a radicarse en lugares confiables y estables.
Su mayor desafío será proponer una Argentina federal, alejándola de la
tentación que representan los centros urbanos como Buenos Aires. Tendrá que
ofrecer un país con buenas instituciones, económicamente viable, con buen
sistema de salud pública, mejores universidades como polos de atracción y, muy
especialmente, con una política de inserción que no deje al migrante, de
cualquier nacionalidad, preso de los prejuicios de ascendencia europea que se
tienen en el país. trottiart@gmail.com
1 comentario:
Pienso que los países tienen lo que votan y se merecen.
Desde Miami miro a mi país natal .
Cuando viajo no lo entiendo ...
Cuando lo leo me quedo pensando...
y cuando tengo que hablar de algún negocio
siempre la coima aparece .
Y la falta de verdad metida en el bolsillo de cada uno de los argentinos.
Si no cambiamos la mente
podría ir Obama a manejar La Argentina...
y no la cambiaría .
Siempre el culpable es el otro
Y dejándonos de boludeces cambiemos nosotros primeros
trabajando juntos por una verdad que en el fondo nos merecemos
Me encanta lo que escribiste
ya que sacaste de mí
lo que en realidad
no sabía ....
Gracias...
Saludos
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