Ofuscada por ser ella y su
país víctimas de espionaje, la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, tuvo sobradas
razones para despotricar contra el gobierno de EE.UU. en la asamblea de
Naciones Unidas, donde pidió desmantelar la red de vigilancia electrónica global
que viola el derecho internacional.
Sin embargo, Rousseff se
extralimitó al solicitar una mayor regulación del internet, poniendo en la
misma bolsa a las compañías privadas como Google, Facebook, Apple o Microsoft, que
a los gobiernos. No consideró que estas empresas, gracias a que se desarrollan
en un clima de libertad y sin restricciones gubernamentales, pudieron innovar y
crear productos que avivaron la industria del conocimiento y transformaron la
forma en cómo vivimos.
La falta de distinción de Rousseff
entre culpar a las compañías de internet o pedir cuentas claras al gobierno de
Barack Obama por su escasa transparencia y prácticas secretas de espionaje, puede
acarrear riesgos graves para el futuro del internet y la humanidad. Justamente,
su propuesta es un viejo anhelo de varios gobiernos, entre ellos los de Rusia,
China, Cuba y Vietnam, que censuran el internet y encarcelan internautas,
justificando que desestabilizan con su disenso y opiniones virtuales.
La revolución digital que
lideran las megaempresas del internet, no habría sido posible en un contexto represivo.
Grandes avances tecnológicos que permitieron la creación de Facebook, Wikipedia
o Google Maps, solo pudieron surgir de países sin restricciones políticas y
económicas, y donde se premia e incentiva la invención y la innovación.
Google es un ejemplo
palpable. No solo es motor de búsqueda y agencia de publicidad con ingresos
monstruosos, sino una compañía que ha convertido al conocimiento, la acción de
almacenar y procesar datos, en una fuente inagotable de ideas en pos de su
desarrollo y del bien común.
Larry Page, uno de sus
fundadores junto a Sergey Brin, anunció en estos días la creación de Calico,
una división de investigación científica que se enfocará en destrabar el
misterio del envejecimiento. Se trata de uno de los proyectos más ambiciosos de
la empresa que hace tiempo invierte en investigación de la salud y genética, mientras
procesa millones de datos médicos para descubrir curas que por ahora están
reservadas a medicamentos y corporaciones farmacéuticas.
En la salud, así como en la
tecnología, Google es un laboratorio gigante, donde se innova, prueba y erra
sin cesar, descartándose ideas y productos de escaso resultado económico o de
utilidad para el público. Muchos proyectos fueron desechados, como Google Buzz que
no pudo competir con Twitter o Google+ que parece en vías de extinción, ante un
Facebook que no pudo desbancar.
En esa cultura de
laboratorio continuo, solo posible en mercados desregulados y libres, Google
está registrando grandes mejoras para la humanidad. Así como Calico, se destaca
su proyecto X, de donde surgieron grandes ideas, algunas de las cuales
revolucionarán la forma en que vivimos y nos conectamos con el mundo. Los
lentes inteligente Google Glass, por un lado, y el proyecto Loon, por el otro,
que mediante globos aerostáticos permite llevar internet y conexión a personas
en zonas remotas y pobres.
A ello, Google suma la
invención de los automóviles sin conductor y Makani Power, una compañía
dedicada a la investigación y creación de energías renovables, creaciones todas
que globaliza sin dejar derechos específicos para ningún país y que superan la
capacidad de cualquier gobierno.
Es obvio que como cualquier
compañía privada, Google busca el lucro por medio de sus filiales YouTube, AdSense,
Gmail, Maps y Android, entre las más conocidas, y que también ha cometido
errores graves en temas de privacidad, derechos de autor o agachar la cabeza
ante el gobierno chino para penetrar aquel mercado. Pero también invierte capacidad
y recursos en avances para la humanidad.
Mediante excesivas regulaciones al internet que
podrían degenerar tras la propuesta de Rousseff,
se corre el riesgo de coartar el espíritu emprendedor de estas empresas y otras
en formación, que gracias a la industria del conocimiento, adoptaron políticas
de responsabilidad social ya sea para luchar contra el sida y la malaria, tal
el caso de Microsoft, o para detener la vejez como pretende Google.
1 comentario:
Esa propuesta de "Dilma" como le dicen sus amigos no ha sido mencionada en ninguna parte, excepto este blog, que utiliza la estrategia de publicidad encubierta. Como nadie se acuerda de la Dilma, hay que hacer como que la atacan para que nadie la olvide.
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