La asamblea
general de Naciones Unidas está demostrando que las relaciones entre países
cambian sorpresivamente y que la diplomacia debe tener mucha cintura para adaptarse
y cambiar el discurso. Imagino, por ejemplo, las palabras que debería haber
tenido que pronunciar el presidente venezolano, Nicolás Maduro, si hubiera
asistido y presenciado la reunión histórica entre los cancilleres de EE.UU. e
Irán, quienes no se sentaban en la misma mesa desde hace 35 años.
Discursos
previos del ex mandatario Hugo Chávez siempre incluían menciones a favor de
Irán, de su plan nuclear – del que siempre sostuvo tenía propósitos energéticos
y pacíficos - y un apoyo irrestricto al radical ex presidente iraní, Mahmud
Ahmadineyad, quien se daba maña para negar el Holocausto y protestar contra las
represalias económicas que le imponía EE.UU.
El flamante
presidente iraní, Hasan Rohaní, cambió todas las reglas de juego, incluso las
que con insistencia defendía Ahmadineyad. Rohaní dio un discurso conciliador,
dijo que su país se sometería a investigaciones y vigilancia sobre su
estrategia nuclear y confirmó que las reuniones con EE.UU. proseguirán el 15 de
octubre en Ginebra, proponiendo que un acuerdo debería alcanzarse en menos de
tres meses. Como propina, dejó una entrevista con la CNN en la que condenó todo
tipo de crímenes de lesa humanidad, incluyendo los cometidos por los nazis
contra los judíos.
Más pruebas
que esas no se necesitaron para que algo de esperanza se avizorara entre medio
de tantas amenazas que por décadas expresaron Irán, Israel, EE.UU. y Rusia
sobre la eventualidad de una desgracia nuclear. Es obvio que el régimen
clerical persa, como potencia petrolífera, quiere insertarse en el contexto
económico global y quitarse de arriba sanciones económicas que no le permiten
desarrollar su pleno potencial.
Estos guiños
positivos entre Obama y Rohaní por un nuevo camino diplomático demuestran que
de un momento a otro las palabras y las acciones pueden cambiar. Habrá que
observar con atención la actitud que sobre este tema adoptará el gobierno de
Maduro. No tan solo ante el tema iraní porque su socio abandonó un discurso
agresivo y anti estadounidense, sino también por los nuevos arreglos que alcanzó
la comunidad internacional sobre Siria, un gobierno que de repente admitió
tener un arsenal químico de grandes proporciones, y que siempre fue defendido a
capa y espada por el chavismo venezolano.
Da la
sensación que Maduro se quedó fuera de estos intríngulis diplomáticos y difícil
le resultará articular un nuevo discurso. No haber ido a la asamblea de
Naciones Unidos, de repente fue todo un “acierto” intencional para su gobierno.
2 comentarios:
Medio perdido el Maduro ese...
Cuando sus ayudantes revisaron el discurso que maduro preparaba encontraron cosas como: millones y millonas, constituciones y constitucionas y "giros de 360 grados".
Los tipos se horrorizaron y dijeron: ni tan calvo ni con dos pelucas, presidente. Mejor no vaya pa New Yol porque la va a embarrar.
El mundo se ha salvado de una hora de burradas, por ahora.
Publicar un comentario