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enero 03, 2012

Internet, un nuevo derecho humano


Tres breves videos de aficionados rusos en YouTube que mostraban a miembros del partido oficial comprando votos y rellenando urnas, fueron suficiente incentivo para que cientos de miles de personas se abalanzaran a las calles de Moscú en la víspera de Navidad, a protestar indignadas por el fraude electoral que favoreció las aspiraciones del primer ministro Vladimir Putin.

Así como sucedió con el fenómeno de la Primavera Árabe, este diciembre en Rusia, donde la televisión, las radios y los periódicos están secuestrados por el gobierno, quedó demostrado que el uso del internet y las redes sociales sirve al público de válvula de escape para confrontar a represores y soñar con procesos democráticos.

No obstante este avance tecnológico de la humanidad que se consolidó en 2011, existen serios obstáculos a la libertad en internet. Si bien más de dos billones de personas en el mundo están conectados como señala un reciente informe de Freedom House, también es cierto que se han intensificado la censura, la filtración y los ataques contra blogueros e internautas. La censura no solo se registra en China, Turquía, Arabia Saudita y Vietnam, sino también en América Latina, como en Cuba donde el control es férreo y en Venezuela, donde los usuarios del servicio estatal de internet, CANTV, denunciaron que no pueden acceder a blogs y noticias sobre la oposición.

Los gobiernos que menos respetan los derechos humanos y la libertad de expresión insisten en tener la gobernanza del internet, la que por acuerdos internacionales todavía reside en manos de una sociedad sin fines de lucro de California. China y Rusia son los que más aguijonean para que ese manejo pase a manos de una comisión de las Naciones Unidas, pero muchos países se niegan sabiendo la manipulación que los regímenes más despóticos hacen de comisiones estratégicas, como la de derechos humanos, dominada por Rusia, Libia y Cuba hasta hace poco.

Con un aporte de 70 millones de dólares desde 2008, el gobierno de Barack Obama viene dando un apoyo estratégico al uso de las tecnologías para incentivar procesos democráticos. No es casualidad que Putin y los regímenes árabes, como el del tambaleante presidente sirio Basahr al Asad, lo acusen en forma directa de incidir en las protestas y revoluciones.

Las políticas Obama también tienen sus propios desafíos. Su apoyo decidido  contrasta con las prácticas ilícitas de varias empresas tecnológicas de EE.UU. y Europa, como NetApp de California, Siemens de Alemania y Ericsson de Suecia, que pese al embargo impuesto a Siria, continuaron vendiendo tecnología a gobiernos opresores para que puedan espiar y censurar a usuarios de internet y telefonía móvil.

Si bien muchas compañías como Microsoft e Intel ya se habían autoimpuesto regulaciones, los continuos abusos desembocaron en legislaciones necesarias. A principios de diciembre, la Unión Europea restringió la provisión de tecnología a Siria, mientras que en EE.UU., el diputado republicano por New Jersey, Chris Smith, presentó un proyecto de ley - libertad global en línea – que prohíbe la exportación de hardware y software que pueden ser usados para bloquear y rastrear comunicaciones digitales, a la vez que obliga a las compañías a reportar cualquiera de sus acciones ante la menor sospecha de que puedan incurrir en violaciones a los derechos humanos.

Esta protección al acceso a internet, coincide con los postulados que presentaron en junio los relatores de libertad de expresión de las Américas, Europa, África y las Naciones Unidas, que indican que todos los estados tienen la obligación de promover el acceso universal de internet y no pueden justificar bajo ninguna razón la interrupción de ese servicio a la población ni siquiera por razones de orden público o seguridad nacional. Consideran que el acceso a tecnología digital, sirve para garantizar otros derechos como educación, salud, trabajo, reunión, expresión y elecciones libres.

Así, el servicio de internet se consolida como un nuevo derecho humano por lo que no solo se debe proteger, sino también promover. A los gobiernos les corresponde mejorar la tecnología, ampliar los servicios diversos y baratos de banda ancha, alfabetizar digitalmente y cerrar la brecha tecnológica que existe entre ricos y pobres, entre jóvenes y viejos.

febrero 11, 2010

La verdadera revolución

La verdadera revolución no es la egoísta socialista de Hugo Chávez. Tampoco la putrefacta y añeja al estilo cubano de los hermanos Castro, ni la ciudadana de Rafael Correa, ni la de los oprimidos de Evo Morales, ni la renovada que celebró hoy el gobierno de Irán, ni la cultural china o tantas otras que siempre se las ingeniaron para quitarles libertad individual a los hombres a cambio del beneficio social.

La verdadera revolución no pertenece a gobierno alguno. La verdadera revolución actual, de hoy, está en el sector privado, es la que anunció Google, la que realmente afectará a todos los ciudadanos por igual y mejor.

Google anunció que se lanza al mundo de las telecomunicaciones, ya como proveedor, no solo como un buscador que usaba a otros proveedores, pero con la novedad que competirá con una banda ancha para las telecomunicaciones, cien veces más veloz que las que usamos actualmente. Una revolución cuyos efectos y beneficios son incuantificables todavía, pero que no solo alentarán la economía por los empleos que las nuevas tecnologías crean, sino por los beneficios que acarrean a todas las disciplinas de la vida científica, del entretenimiento, de la información de la informática, de la banca, de las relaciones interpersonales.

El mundo está cambiando y a pasos agigantados, y mientras son los gobiernos los que tratan de regular y poner frenos a ciertos adelantos por temor a lo desconocido (léase aquí censura y regulaciones al internet y las redes sociales) es el sector privado el que está empujando con innovación y creatividad.

Lo más destacado del anuncio fue que el gobierno de Estados Unidos, lejos de temerle a la nueva iniciativa o imponer varios peros, salió decidido a felicitar al gigante de la informática. Una actitud que poco se observa en las revoluciones que menciono en el primer párrafo.

Lejos de comportarse como un régimen como la Conatel venezolana, la Comisión de Comunicaciones estadounidense dijo que aprovechará la iniciativa de Google para incluirla en el Plan Nacional de Banda Ancha y así acelerar el proceso del sector privado para que siga contribuyendo con inversiones, empleos y competitividad.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...