La valiente bloguera cubana Yoani Sánchez
aseguró que a su regreso a Cuba, a las garras de un gobierno que se comporta
como “padre despótico” con ella, como dijo en la reunión de Puebla de la SIP, tendrá
como misión crear un medio de comunicación libre, junto a otros periodistas
independientes.
Reconoce que la tarea no será fácil en un
país donde la información y los medios, incluido el internet, son función
monopólica del Estado. Lo que no explicó
es sobre el formato de ese medio ni como generará el dinero suficiente para
mantener una empresa, cuyas características son muy complejas, y que requieren
de autonomía económica para mantener la independencia de las ideas y el
criterio editorial.
Es probable que la atención mediática y fama que
ella ha recogido antes de salir de la isla y ahora por fuera, le hayan
permitido acumular ideas sobre fuentes de financiamiento. Estoy seguro que
muchas fundaciones, organizaciones y hasta gobiernos estarían tentados en auspiciar
una idea trascendental como la de Yoani. El gobierno estadounidense, así como
los escandinavos en particular y el alemán, a través de diferentes programas
para la promoción de la democracia prevén, el apoyo a medios de comunicación alternativos
y nuevas metodologías a través de internet por lo que siempre están ávidos de
encontrar nuevos emprendedores.
Hasta ahora Yoani ha tenido la valentía de
hacer periodismo en un país totalitario. Su ventaja, mientras dura el
autoritarismo, es que puede hacerlo desde una perspectiva segura,
periodísticamente hablando, reclamando mayor libertad de expresión y otros
derechos humanos conculcados. Me recuerda en mucho al periodismo de batalla y
trascendental para la democracia que ejerció Página 12 en Argentina en la época
de la dictadura y del neoliberalismo de Carlos Menem, donde su importante
prédica e investigación fue contra la corrupción y los abusos de poder.
El riesgo sería que Yoani siga y termine
haciendo este tipo de periodismo de choque y de denuncia, dejando de lado otros
atributos del periodismo. La trascendencia de Página 12 duró tanto como la
falta de libertad o de ideologías diferentes a su criterio editorial. Hoy, con
un gobierno con el que comulga, Página 12 es una sombra del periódico
trascendente de otras épocas, teniendo escasa independencia editorial por,
entre otras razones, contar con un fuerte respaldo económico a través de la
publicidad oficial que el gobierno distribuye en forma discriminatoria.
El reto de Yoani será hacer buen periodismo y
encontrar la manera de hacerlo en forma independiente, sin la intervención
económica de ningún tipo de organización, ya sea sin fines de lucro o
gubernativa, que pudiera comprometer algún día su línea editorial e
independencia. Sin publicidad local – porque no la hay o porque el gobierno perseguirá
a quien la paute – Yoani debería pensar en fuentes de publicidad internacional,
ya sea de fuentes privadas directas – también con riesgos de dependencia - o a
través de los servicios de adsense de Google y de otros buscadores que ofrecen
publicidad por click.
Hacer un medio de comunicación y parirlo bien
desde el principio es fundamental. Intentar un periodismo equilibrado con
valores que van más allá de la denuncia o del advocacy, también lo es. Hacer
esto en un contexto de profunda opresión y persecución es el gran desafío, pero
un camino inevitable para que la fama no solo sea pasajera sino perdurable.