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enero 26, 2009

Rescatando a Irma

El gobierno dl presidente de Guatemala, Alvaro Colom, se comportó a la altura de las circunstancias y compromisos adquiridos por el Estado, al entregar una carta de perdón a los familiares de la periodista Irma Flaquer Azurdia, desparecida en 1980.
Desde que en 1995 me puse al frente del proyecto Crímenes Sin Castigo contra Periodista de la SIP, el caso de Irma Flaquer fue uno de los primeros que investigamos y que presentamos dos años después ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Con este caso empezamos un largo camino para combatir la violencia contra los periodistas y crear, dentro del sistema interamericano de justicia, los antecedentes necesarios para fortalecer la lucha por la libertad de prensa y en contra de la impunidad. Decidimos que la vida, la obra y la muerte de Irma no debían ser en vano y por ello rescatamos del olvido general un caso que en forma negligente el Estado y la sociedad habían pisoteado.
De esa forma y con un largo peregrinar en el sistema interamericano y lidiando con decenas de reuniones con gestores de los gobiernos guatemaltecos pasados y presionando y presionando, logramos que el Estado guatemalteco, en agosto de 2000, reconociera su “responsabilidad internacional” gracias a una vocación de restauración de la memoria del pueblo guatemalteco - que un Estado reconociera su “responsabilidad internacional”.
Aquella medida desencadenó en la negociación de una “solución amistosa”, de la que, entre el Estado, la SIP y la CIDH, emergió el 2 de marzo de 2001, un compromiso de 12 puntos que incluye el nombre de una beca de estudio, de una calle, de una sala de biblioteca, de un curso de capacitación, así como la publicación de un libro y un documental sobre la prolífica y valiente vida de Irma Flaquer, además de la justa indemnización económica y moral para sus familiares.
Cuando Irma fue desaparecida en plan calle de la ciudad de Guatemala en una emboscada realizada por hombres encapuchados y en la que su hijo perdió la vida, todos supieron de inmediato que Irma no regresaría viva. Todavía hoy nuestras investigaciones están pendientes ya que no se sabe donde enterraron su cuerpo ni siquiera si fueron los guerrilleros o los militares quienes dispusieron de ella.
Por aquella época, se calcula que la guerra civil guatemalteca arrebató la vida de 300 mil personas.
Si bien es necesario estar agradecido que el gobierno haya cumplido con su compromiso, es necesario que también se siga dedicando a buscar, investigar y descubrir a los verdaderos asesinos. Esa es la única o la más valiosa restauración que Irma nos pide. Su caso nos recuerda cuán frágil es la libertad de expresión y lo importante de este principio para la solidez de la democracia. Administrar justicia llevará a los guatemaltecos a tener un mayor compromiso con esos principios.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...