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febrero 08, 2016

Spotlight o Primera Plana y el PERIODISMO en mayúsculas

Es irrelevante que Spotlight gane o pierda el Oscar a la mejor película en la ceremonia del 28 de febrero próximo en Hollywood. Su trascendencia no es para el cine, sino para demostrar el poder transformador que tiene el Periodismo de calidad en una comunidad.

La película retrata cómo una investigación periodística logró desenmascarar a la jerarquía de la Iglesia Católica de Boston que, por años, ocultó el abuso sexual de menores por parte de curas pederastas, confirmando mi convicción de que la máxima cualidad del Periodismo no es cubrir los hechos, sino descubrirlos.

En momentos en que el Periodismo está confundido, ya sea por los desafíos tecnológicos y los políticos, que lo pueden impulsar a la superficialidad o a la militancia política, Spotlight recuerda que la prensa tiene como función social iluminar los hechos, crear conversación pública y, sobre todo, empoderar a la sociedad para que encuentre los antídotos contra el mal.

El Periodismo no debe tener todas las respuestas, pero sí la responsabilidad de alumbrar aquello que muchos quieren mantener oculto. Su función es descubrir la verdad por más dolorosa que esta sea, es decir, que los delitos criminales no se escondan como simples pecados de Confesión.  

La película emociona desde el primero al último cuadro, en especial, cuando uno presta atención a las estrategias investigativas de Martin Baron – interpretado por Liev Screiber - el arquitecto de la investigación del Boston Globe y a quien conocí en su paso anterior por The Miami Herald. Es que en dos horas, la película comprime una investigación de meses y enseña todos los valores que a un estudiante de Periodismo le llevan cuatro años de universidad para aprender.

Una de las cualidades de Baron es que pidió al equipo investigativo del diario (que da nombre a la película) a profundizar las investigaciones aun cuando creían haber llegado a la meta. En una secuencia, los periodistas, interpretados por Mark Ruffalo y Michael Keaton, estaban ansiosos por publicar los resultados sobre unos 60 curas pedófilos. Baron, lejos de quedarse con el sensacionalismo y el golpe de efecto que produciría entre sus lectores dar los nombres de los delincuentes, prefirió que escarben más. Les pidió desenmascarar todo un sistema de encubrimiento y ramificaciones de la jerarquía eclesiástica sobre la justicia y la educación.

En otra secuencia se sienten las presiones a las que es sometida la verdad por sectores acomodados e intereses sectoriales, pese a que las víctimas eran niños. Muestra la conveniencia social de vivir entre mentiras, apariencias y con prejuicios. Pero ahí aparece la grandeza del Periodismo bien hecho, libre, distante e independiente, incluso asumiendo consecuencias de posibles boicots de lectores, anunciantes y sectores que siempre prefieren dejar las cosas como están. No enfrentarlas.

Como en muchas películas e investigaciones, pese a las tramas y los traumas, Spotlight tuvo final feliz: Las víctimas encontraron caminos de redención; la Iglesia de purificación habiendo echado al cardenal Bernard Law y designando al cardenal Sean O’Malley para “blanquear los sepulcros”; la justicia condenó a muchos delincuentes; el Boston Globe renovó su posición de liderazgo y confianza con la sociedad; la comunidad aprendió que ningún poder es absoluto y a cuestionar a sus líderes; mientras que otros medios y comunidades del mundo se dieron cuenta que tenían el mismo problema que descubrió Spotlight.

Al terminar la proyección, Baron dedicó varias párrafos para hablar de su trabajo actual en The Washington Post, un diario que su jefe, Jeff Bezos, dueño de Amazon, quiere convertir en el diario nacional de mayor repercusión. La intención es combinar un periodismo más digital, relatado en otras formas, pero manteniendo los valores tradicionales mostrados en Spotlight y aquella otra gran investigación, Watergate, que permitió a los anteriores dueños del Post, comandados por Katherine Graham, a desafiar a todo el establishment político de la época.

No hay dudas que Baron, que sabe de aguas turbulentas, es un timonel sagaz para la travesía y que llegará pronto a destino. En el trayecto y a futuro, deja demostrado que pese a que el papel de diarios podrá morir algún día, lo que jamás morirá es el papel del buen Periodismo en una sociedad. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...