sábado, 27 de abril de 2013

Arrogancia kirchnerista


Es difícil catalogar al gobierno de Cristina Kirchner. No se trata de un gobierno populista, porque a diferencia de los demás en la región, está supeditado a un partido político tradicional, al peronista, no al propio; pero es obvio que actúa como si se tratara de su propio partido.

Tampoco es un gobierno totalitario, porque no maneja todas las instituciones, la oposición tiene fuerza en el Congreso y la sociedad civil está conformada por organizaciones que tienen condiciones para maniobrar. Además porque los métodos de persecución política todavía son muy sutiles, sin llegar al escarnio de lo que representaría el encarcelamiento de opositores y críticos del gobierno.

Se trata, sin embargo, de un gobierno autoritario, testarudo, arrogante, irrespetuoso de la pluralidad política y manipulador del sistema para disfrazar legalmente todos sus intereses, estirando a las leyes y a la Constitución a punto de romperlas.

La actitud arrogante de los funcionarios no existiría si el liderazgo de Cristina Kirchner fuera diferente;  respetuoso de las diferencias, calmado, sincero y visionario. Mucho no se puede esperar de un gobierno que miente sobre los índices de inflación, que insulta públicamente a los jueces cuando los fallos no son a su favor, denigra a los opositores y medios de comunicación cuando critican o señalan hechos flagrantes de corrupción, que no sabe entender el porqué de los cacerolazos en protesta o que está inventando reclamos de las bases para reformar la Constitución con el único objetivo de mantenerse en el poder mediante reelección indefinida.

La reforma de la justicia, bajo el argumento de que se quiere “democratizar”, es solo una muestra más de la arrogancia del kirchnerismo, de querer gobernar a sus anchas, sin democracia.

Nunca nadie dijo que la democracia es fácil. Se trata de un sistema de balances, chequeos y equilibrio de poderes, es decir trabas para que el gobierno no cometa abusos, obligando a respetar a los demás poderes del Estado, la libertad de prensa, pero sobre todo la voluntad del pueblo al que no se le puede engañar mediante procesos fraudulentos que van más allá de las elecciones.

La perfección del sistema democrático se basa en que puede ponerle coto a las aspiraciones arrogantes de un gobierno. Cuando este trata de coartar esos controles democráticos, indudablemente, se comienza a caer en la tentación de entender a la democracia como el sistema al que deben supeditarse los intereses y beneficios propios.

Es ahí, en ese punto, cuando la arrogancia se transforma en autoritarismo.  

2 comentarios:

Juan David Nau dijo...

Hay algunos simples que creen que la democracia se alcanza con reportar mayoría de votos, aunque sean votos con chanchullo como los que sacaba Chávez y ahora el INMADURO.
Democracia es algo más elevado que eso, es una manera de vivir, es el repeto a la opinión de los demás, es la transparencia en el manejo de fondos públicos. En fin, es la posibilidad de exigir a los poderosos que rindan cuentas al pueblo que los elige.

venesolano en houston dijo...

en estos paises la democracia es amedias depende decomo avancen los govierno si en argentina 80% dela imformacion la controla el estado en venezuela los diarios que critican al govierno les tildan de mentirosos ylos amenasan y asta les pueden cancelar sus licencias quiren siempre esconder la corrupcion y el mal manejo de los rrecursos y que nadie les Reclame asi es maduro y la senora millonaria de la argentina