Para silenciar a medios y
periodistas, el narcotráfico les ofrece una insalvable opción: Plata o plomo.
Algunos gobiernos, en cambio, son más sutiles, pero igualmente efectivos; dan a
elegir entre plata o mordaza.
Gobernantes de todas las
tendencias utilizan el dinero como recompensa y castigo para disciplinar a
medios privados, imponiéndoles multas exageradas, negándoles publicidad o
restringiéndoles acceso a los insumos. Si los medios se quejan, los acusan de
mercantilistas, oligarcas y de no compadecerse con el pueblo, como a menudo lo
hacen Rafael Correa, Cristina Kirchner o Evo Morales.
El ejemplo reciente es
Globovisión en Venezuela. Los propietarios anunciaron la venta de la
televisora, forzados por multas desproporcionadas que les impuso el gobierno –
la última de dos millones de dólares – lo que hace inviable su modelo
periodístico independiente y crítico. La estrategia de silenciar a Globovisión
no es tanto el problema, como que el comprador en fila es un allegado al chavismo.
Este esquema de acogotar en
lo económico para forzar la venta a partidarios del gobierno, no es nuevo. Es
un mecanismo bien utilizado en Argentina, Ecuador y Bolivia. En Nicaragua es
aún más perverso, muchos medios privados ya pasaron a manos de leales y
familiares del presidente Daniel Ortega, quedando solo una televisora en manos
independientes.
Los gobiernos también
malgastan los dineros públicos para hacer publicidad en medios de su
conveniencia, sin importarles la efectividad de su mensaje. La Sociedad
Interamericana de Prensa, en su reciente reunión en México, cargó la
culpabilidad de esta añeja práctica latinoamericana no solo en las autoridades,
sino también en aquellos medios que las incentivan, ya que generan competencia
desleal y divisiones en el gremio periodístico.
En varios países los
gobiernos son aún más atrevidos. Fuerzan a empresas privadas a retirar la
publicidad de los medios, boicoteando la fuente principal de ingresos. En
Argentina, bajo la excusa del congelamiento de precios, el gobierno decretó que
supermercados y comercios de electrodomésticos no pueden hacer publicidad,
excediéndose en terrenos que competen a la libertad comercial.
En Ecuador y Honduras, es
práctica común de los presidentes Correa y Porfirio Lobo, atacar a los medios
independientes. Las reformas legislativas que promueven permitirán el absurdo
de que en sus países haya tantos medios estatales como privados, a la vez de
crear organismos oficiales de censura que podrán usar el mismo histrionismo
económico que el gobierno de Venezuela utilizó contra Globovisión.
Una postura diferente se
está adoptando en México. El presidente Enrique Peña Nieto, presentó una
reforma de telecomunicaciones para terminar con el monopolio de la telefonía
que mantiene el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y con el duopolio de
televisión entre Televisa y TV Azteca. De esta forma, el PRI, que por 70 años
restringió la libertad de prensa, reconoce que mayor número de empresas y
medios privados, más competencia y pluralidad, es la forma coherente de
construir buena gobernanza y democracia.
El presidente Correa, ante
el éxito en casa, intentó exportar la fórmula del dinero como mordaza. Su
gobierno viene liderando a un grupo de países a favor de la reforma del sistema
interamericano de derechos humanos. Este viernes, en la asamblea de la OEA,
insistía que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, no deberían operar con
dineros que aportan EE.UU., Canadá, países europeos y fundaciones u ONGs
estadounidenses.
La prioridad reformista de
Correa, bajo la excusa de que esas entidades son “instrumentos de la política
exterior de EE.UU.”, enmascara en realidad, un ajuste de cuentas. Prometió que
pulverizaría a la CIDH, después que el organismo pidiera a la justicia de su
país, suspender la exagerada sentencia que le adjudicaba 40 millones de dólares
por una columna que consideró difamatoria en El Universo; multa que pretendía
el cierre del diario.
El uso político del dinero para comprar lealtades o
como castigo para silenciar a los medios críticos, no solo es práctica corrupta
y contraria a la libertad de prensa, sino subversiva de otras libertades
económicas y democráticas declamadas en las constituciones.
6 comentarios:
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Que recomienda el señor Trotti? Algún plan de acción de la SIP o solamente seguir protestando como lo han hecho siempre?
Mas de la misma medicina va a producir mas de los mismos resultados.
Los periodistas se quejan de los que reciben plata del gobierno para callarse.
Pero las protestas se acaban cuando los incluyen en la nómina de pagos o les compran su estación de televisión por una millonada.
Tanto cacareo por Globovisión, pero no dicen que les van a pagar CIEN MILLONES DE DOLARES por el canal.
Esta claro que la reelección presidencial no conviene ni en el caso de tener un "buen presidente" para así evitar trastornos de este tipo. A medida que pasa el tiempo queda comprobado que el mejor remedio es la alternancia en el poder. Si un mandatario "saca sus uñas" después de su elección pues se elige uno nuevo la próxima vez y así sucesivamente.
Para silenciar a medios y periodistas, el narcotráfico les ofrece una insalvable opción: Plata o plomo. Algunos gobiernos, en cambio, son más sutiles, pero igualmente efectivos; dan a elegir entre plata o mordaza.
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