jueves, 12 de marzo de 2009

Alfredo Jiménez Mota

Todas las piezas están casi ya listas para empezar una nueva reunión de la SIP, esta vez aquí en Paraguay, donde analizaremos la situación de la libertad de prensa en las Américas. Los problemas son muchos: ataques de gobiernos, discriminación contra los medios críticos, matanza y desaparición de periodistas, a lo que se suma una sorprendente crisis económica que está socavando los cimientos de varios medios importantes, así como empresas de todas las industrias.
Sin embargo, ninguno de estos graves problemas pueden hacer retroceder a una prensa que ante los problemas parece sacar el pecho con más fuerza.
Para mí, una de las grandes satisfacciones de esta reunión que empezará mañana con unos 300 periodistas que vienen de distintas partes, es que hemos presentado ante la justicia interamericana el caso de Alfredo Jiménez de Mota, un periodista que desapareció (los desaparecieron los narcotraficantes) hace cuatro años cuando trabajaba investigando para el diario El Imparcial de Hermosillo, México, cerca de la frontera con Estados Unidos, una de las zonas más peligrosas del mundo para practicar el periodismo.
Ya hemos sometido 24 casos a la CIDH, entre ellos cuatro mexicanos, el de Jiménez Mota, Héctor Félix Miranda, Víctor Manuel Oropeza y Benjamín Flores. En varios de estos casos entre la CIDH, la SIP y los estados afectados se iniciaron procesos de solución que involucran apertura de nuevas investigaciones, deslindamiento de responsabilidades sobre la inacción de los estados para investigar, reparación a los familiares de las víctimas y desarrollo de iniciativas judiciales y legales para combatir la impunidad.
Jiménez Mota tenía 25 años cuando desapareció el 2 de abril de 2005 mientras cubría temas vinculados al crimen organizado y a la seguridad pública para el periódico El Imparcial de Hermosillo, en el norteño estado de Sonora, considerado de alto riesgo para el ejercicio del periodismo en México.
El 2 de abril de 2005 Jiménez Mota se retiró del diario a las 8:45 p.m. Desde su casa llamó a su colega Shaila Rosagel. Quedaron en encontrase ese sábado más tarde en la noche junto a otros amigos, pero antes debía entrevistarse con uno de sus contactos, el subdirector general del Sistema Estatal Penitenciario de Sonora, Andrés Montoya García. Según el testimonio de Montoya García ante la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJE), conversaron sobre la liberación de un presunto narcotraficante apodado “El Estudiante”, sobre quien Jiménez Mota ya había empezado a publicar. Aseguró que dejó al periodista en un supermercado y éste le habría comentado que tenía que ver a otro contacto. El registro del teléfono celular del periodista mostró que la última llamada que recibió esa noche a las 11:04 fue del entonces subdelegado de la Procuraduría General de la República en Sonora, Raúl Fernando Rojas Galván, una de las principales fuentes de información del reportero, quien negó inicialmente haber visto o tener una relación cercana con el periodista, pero luego se retractó y aceptó que Jiménez Mota lo había llamado para pedirle unos datos. Esa noche Jiménez Mota no llegó a reunirse con sus amigos tal como había quedado.