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agosto 26, 2017

Carvajal reivindicado y reclama justicia

A 19 años del asesinato del periodista colombiano Nelson Carvajal nada ha cambiado. Colombia sigue siendo un país peligroso para los reporteros, aunque la violencia haya disminuido debido al proceso de paz. 

Igualmente se mantiene un alto índice de impunidad como producto de una sociedad que ha vivido inmersa en un conflicto armado fratricida, potenciado por la peligrosa connivencia entre la guerrilla, el narcotráfico, otras variantes de crimen organizado y parte de una administración pública corrupta.

Nelson Carvajal, a sus 37 años, fue víctima de esa combinación delincuencial. Era un periodista de denuncia y en un territorio de pocas pulgas como Pitalito, en el interior colombiano, su valentía por revelar en la radio los estragos de la corrupción le cosechó muchos enemigos. 

El 16 de abril de 1998 le descerrajaron siete tiros cuando se estaba subiendo a su moto para ir a la radio a denunciar lo que había anunciado. Daría la primicia sobre la matufia entre un funcionario municipal y un poderoso empresario, ambos de Pitalito, por la construcción de viviendas de mala calidad a precios de primera en un predio que el municipio cedió en ganga. 

A la pesadilla por el asesinato de Carvajal, le siguió un largo calvario que debió sufrir su familia hasta hoy, 19 años después, cuando al caso le faltan ocho meses para prescribir. Diez de sus familiares, hijas, hermanas, hermanos y sobrinos, tuvieron que salir del país porque cada vez que aportaban datos a la investigación eran amenazados de muerte y perseguidos. 

Las primeras investigaciones oficiales lograron que el funcionario y el empresario terminaron en la cárcel como autores intelectuales junto a un par de maleantes que apretaron el gatillo. Sin embargo, tres años después todos fueron declarados inocentes. La fiscalía siguió la investigación y atribuyó el crimen a la guerrilla, un recurso abstracto para cerrar un caso que se utilizaba en Colombia cada vez que el crimen no se podía atribuir a persona concreta.  

Ante tanta desidia, investigamos el caso en la Sociedad Interamericana de Prensa a partir de 2001 y tras encontrar anomalías en el proceso presentamos el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Años después la Comisión nos dio la razón y nos motivó a negociar con el Estado. Luego de ocho reuniones entre 2005 y 2009 abandonamos el diálogo, el Estado no admitió su responsabilidad y el caso terminó en la Corte Interamericana. 

Esta semana tuvimos la audiencia en la Corte en su sede de San José. El Estado presentó como testigo a una de las tantas fiscales del caso y nosotros, junto al Robert Kennedy Human Rights, que nos acompañó en este litigio, presentamos a Judith Carvajal, una de las hermanas de Nelson. 

El Estado indicó que tras la confesión de un par de guerrilleros, ahora desmovilizados, volvió a la hipótesis original del funcionario y el empresario como autores intelectuales. Los jueces se mostraron sorprendidos teniendo en cuenta el principio universal de que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito y de saber que un testigo clave fue asesinado.

En los alegatos finales, pese a la reticencia de los representantes del Estado, pedimos a la Corte que declare al Estado de Colombia responsable por la violación de sus obligaciones bajo la Convención Americana de Derechos Humanos y que ante la inminencia de la prescripción penal por el homicidio – abril de 2018 - ordene al Estado tomar las medidas necesarias para que el término de prescripción no sea un obstáculo para que la investigación penal conduzca a la individualización, juzgamiento y sanción de los autores materiales e intelectuales del asesinato.

La Corte dará su veredicto final dentro de los próximos seis meses. El Estado indicó que existen posibilidades de revisar el caso. Más allá del resultado, lo importante es que Nelson Carvajal ha cobrado nueva vida, reivindicado por una justicia internacional que en su país le fue esquiva por dos décadas.

Sin dudas que Pitalito era una mejor comunidad con Carvajal y Colombia sería mucho mejor con más de una centena de periodistas a los que asesinaron en los últimos 30 años. Por ello es importante persistir en la reivindicación de sus vidas en seguir reclamando hasta que se haga justicia. trottiart@gmail.com

febrero 03, 2015

Gobiernos Pinocho

Las mentiras oficiales todavía forman parte de la cultura latinoamericana. El desprecio por la verdad de los gobiernos actuales de Argentina, Ecuador, México y Venezuela, se ha enquistado como política de Estado profundizando aún más el rampante clima de corrupción e impunidad.

Este desprecio por la verdad quedó reflejado en el informe anual sobre derechos humanos que presentó esta semana Human Rights Watch. Advierte sobre el deterioro de la democracia en esos países en particular, como consecuencia de poderes judiciales politizados, violaciones sistemáticas a la libertad de prensa y expresión, falta de leyes que obliguen a los gobiernos a brindar información fidedigna, a ser transparentes, a no manipular datos o mentir.

Aunque hace rato estos gobiernos se comportan como Pinocho, los últimos hechos noticiosos los terminaron por desenmascarar. La presidente Cristina Kirchner quedó retratada con nariz creciente en una caricatura de Clarín, por sus reportes vacilantes y cambiantes sobre la muerte dudosa del fiscal Alberto Nisman que la tenía a ella como encubridora del caso AMIA. En México, el  presidente Enrique Peña Nieto quiso imponer punto final a la masacre de los 43 estudiantes de Iguala, declarando muertos a los desaparecidos, temiendo que la ineficiencia judicial sea el lastre que termine con su gobierno.

Y en Venezuela, mientras el titular del Congreso, Diosdado Cabello, trata sin pruebas e información de librarse de quienes lo acusan con evidencias de liderar un cartel de narcotraficantes, el presidente ecuatoriano Rafael Correa creó un sitio de internet, Somos +, para continuar la defensa moral de su régimen, al que lo siente víctima de críticos y difamadores. En la nueva página web y bajo su argumento de calificar toda crítica de mentirosa y de que todos deben ser súbditos de la verdad oficial, seguidores partidarios y funcionarios públicos se darán a la tarea de identificar, desprestigiar y hasta perseguir legalmente a los usuarios de internet y redes sociales que critiquen al gobierno: “Si ellos mandan un tuit, nosotros mandaremos 10 mil”.

El desprecio por la verdad no es conducta nueva. Tras las intervenciones del INDEC en Argentina y de entidades autónomas en Venezuela, siempre se mintió sobre la inflación, los niveles de pobreza y otras estadísticas estratégicas. Una contradicción con los nuevos tiempos, cuando los países perfeccionan y aprecian la exactitud y cruce de datos con la intención de crear estrategias para remediar problemas sociales. Sin datos verdaderos, los gobiernos terminan apelando a la propaganda.

El escritor Martín Caparrós argumentó sobre los efectos de las mentiras oficiales. En un artículo en El País, se refiere a las devaluaciones argentinas, pero no a las económicas, sino a la más importante “la devaluación de la palabra del Estado”. Acusa al gobierno de Kirchner de ser “una fábrica de ficciones”, y sobre los efectos de los excesivos discursos de Cristina Kirchner observa que la “palabra presidencial se va degradando hasta convertirse en ocasión de chistes malos o, en el mejor de los casos, en un ruido de fondo”.

Todo gobierno, con el tiempo, devalúa su palabra, de ahí el declive de los índices popularidad como efecto de mentiras y contradicciones en el discurso. Pero es en los regímenes populistas, amantes de cadenas nacionales, discursos interminables y excesiva propaganda, donde se observa como la palabra mal usada termina por degradar y polarizar a la sociedad. No hay extremo más ejemplarizante que el de Venezuela, donde Nicolás Maduro usa de la misma forma el discurso de odio para acusar y perseguir a opositores, que el histriónico para respaldar su revolución mediante un Hugo Chávez encarnado en pajarito.

La mentira tiene patas cortas. Tarde o temprano los gobiernos deben rendir cuentas por más que crean que una mentira dicha mil veces se puede transformar en una verdad absoluta como sostenía el arquitecto de la propaganda nazi, Joseph Goebbels.

En esta época digital en que los ciudadanos pueden informarse y difundir información, criticar y fiscalizar, los gobiernos Pinocho verán mermada su credibilidad por más que digan la verdad, así como aquel pastorcito de la fábula, que después de engañar y mentir a la gente, ya nadie le creyó cuando gritó que el lobo se estaba devorando a sus ovejas. 

octubre 11, 2012

18 periodistas asesinados


La Sociedad Interamericana de Prensa está por comenzar este fin de semana los debates sobre libertad de prensa en el continente americano. La nota más triste y desgarradora fue que se produjo un nuevo récord de violencia contra los periodistas en estos últimos seis meses, una ola de violencia que no acaba y que tuvo grandes consecuencias: 18 periodistas fueron asesinados y tres fueron desaparecidos.

De esos 18 asesinatos, 6 casos se produjeron en México, 6 en Brasil, 4 en Honduras, uno en Ecuador y uno en Haití; mientras que las 3 desapariciones ocurrieron en México.

La SIP reclamará justicia y que no haya impunidad, pero lamenteblamente como tantos otros cientos de casos ocurridos en las últimas décadas, los familiares y colegas de estos periodistas terminarán frustrados ya que sus casos dificilmente serán esclarecidos y quedarán solo para una estadística o para engrosar la lista de nombres en algún monumento dedicado a los caídos por la libertad de prensa, como la pared de cristal instalada en el Newsum de Washington.

La libertad de prensa y la democracia perdieron mucho con estos periodistas que fueron violentados en represalia a su búsqueda por la verdad.

Los periodistas asesinados son:
Luiz Henrique Georges, propietario del diario Jornal da Praça, Ponta Porã, Mato Groso do Sul, Brasil. Asesinado el 4 de octubre de 2012.
José Noel Canales, trabajaba en el sitio web Hondudiario, Tegucigalpa, Honduras. Fue asesinado el 10 de agosto de 2012.
Byron Baldeón, corresponsal del diario Extra, Guayas, Ecuador. Fue asesinado el 1 de julio de 2012.
Víctor Manuel Báez Chino, editor de la sección policial del periódico Milenio El Portal de Xalapa y miembro del consejo editorial del sitio de internet Reporteros Policiacos, Xalapa, Veracruz, México. Fue secuestrado el 13 de junio. Su cadáver fue hallado el 14 de junio de 2012.
Adonis Felipe Bueso Gutiérrez, reportero de Radio Stereo Naranja, Honduras. Asesinado en la ciudad de Villanueva, departamento de Cortés, el 8 de julio de 2012.
Valério Luiz, 5 de julho de 2012, reprtero de Rádio Jornal (820 AM), Goiânia, Brasil. Asesinado el 5 de julio de 2012.
Marcos Antonio Ávila García, reportero de los periódicos Diario Sonora de la Tarde y El Regional, Ciudad Obregón, Sonora, México. Fue secuestrado el 17 de mayo de 2012. Su cadáver fue hallado al día siguiente.       
Alfredo Villatoro, coordinador del noticiero Diario Matutino de la radio HRN, Tegucigalpa, Honduras. Fue secuestrado el 9 de mayo de 2012. Su cadáver fue hallado el 15 de mayo.
Erick Alexander Martinez Ávila, periodista y activista político, Tegucigalpa, Honduras. Asesinado el 7 de mayo de 2012.
Gabriel Huge, fotógrafo. Trabajó en el diario Notiver de Veracruz, México, medio que abandonó tras el asesinato de dos colegas en 2011. Fue asesinado el 3 de mayo de 2012.
Guillermo Luna, fotógrafo del sitio veracruznews.com. Trabajó en el diario Notiver de Veracruz, México, medio que abandonó tras el asesinato de dos colegas en 2011. Fue asesinado el 3 de mayo de 2012.
Esteban Rodríguez, reportero gráfico. Trabajó en el diario Notiver de Veracruz, México, medio que abandonó tras el asesinato de dos colegas en 2011. Fue asesinado el 3 de mayo de 2012.
Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso, en Veracruz, Veracruz, México. Fue asesinada el 27 de abril de 2012.
Décio Sá, reportero del periódico O Estado do Maranhão y autor del blog (http://www.blogdodecio.com.br/), São Luís, Maranhão, Brasil. Fue asesinado el 23 de abril de 2012.
Jean Liphete Nelson, director de la comunitaria Radio Boukman en Cité Soleil, Haití. Fue asesinado el 5 de marzo de 2012.
Paulo Roberto Cardoso Rodrigues (Paulo Rocaro), editor en jefe del diario Jornal de Praça y fundador del sitio de internet Mercosulnews, Ponta Pará, Mato Grosso do Sul, Brasil. Fue asesinado el 12 de febrero de 2012.
Mário Randolfo Marques Lopes, editor del sitio de internet Vassouras na Net, Vassouras, Río de Janeiro, Brasil. Fue asesinado el 9 de febrero de 2012.
Laécio de Souza, reportero de radio Sucesso FM y aspirante a concejal de la municipalidad de Simões Filho, Bahía, Brasil. Fue asesinado el 3 de enero de 2012.

Los 3 colegas desaparecidos son:  
Miguel Morales Estrada, cubre la sección policíaca para el Diario de Poza Rica, de Veracruz, México, Desaparecido desde el 19 de julio de 2012.
Zanne Plemmons, fotógrafo independiente de Texas. Desaparecido desde el 21 de mayo de 2012 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, México.
Federico Manuel García Contreras, reportero gráfico del diario El Punto Crítico. Desaparecido desde el 16 de mayo de 2012 en el municipio de Tanquián de Escobedo, en San Luis Potosí.

marzo 14, 2012

Un logro muy esperado

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) aplaudió y consideró como un significativo avance para combatir la impunidad en México que rodea los crímenes contra periodistas, la aprobación en el Senado de la enmienda para federalizar los delitos contra la libertad de expresión y el derecho a la información, al tiempo que exhortó a las autoridades pertinentes a agilizar los trámites para la inmediata entrada en vigor de la reforma constitucional.

El Senado aprobó hoy por unanimidad de los 95 congresistas presentes, la reforma al Art. 73 de la Constitución que establece que “las autoridades federales podrán conocer también de los delitos del fuero común, cuando éstos tengan conexidad con delitos federales o delitos contra periodistas, en el ejercicio de las libertades de expresión, información e imprenta”.

Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente de la Comisión de la SIP Contra la Impunidad, quien estuvo presente en la sesión de aprobación en el Senado, expresó que "se trata de un avance fundamental, una muestra de sensibilidad del Congreso, que recoge un largo reclamo del gremio periodístico mexicano y de la SIP”.

Ealy, presidente ejecutivo y del Consejo de Administración de El Universal de México, agregó que “se requieren nuevos pasos en esta línea de trabajo para combatir con eficacia la impunidad y evitar nuevos ataques contra los periodistas". Previo al inicio de la discusión, los congresistas guardaron un minuto de silencio por los periodistas asesinados.

Por su parte, el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Gustavo 
Mohme, director de La República de Perú, añadió que “en momentos en que en varios países se agudizan los problemas de libertad de prensa, esta decisión del Congreso mexicano es una noticia muy alentadora para el periodismo de ese país”.

Desde hace 15 años la SIP viene reclamando y enfatizando a diferentes niveles la importancia de impulsar legislación sobre la federalización de estos delitos para minimizar el impacto de los crímenes contra periodistas y la impunidad que los rodea.

La SIP, a través de su Proyecto Contra la Impunidad, ha llevado adelante las iniciativas en materia de federalización con el auspicio desde 1993 de la Fundación John S. y James L. Knight.
Las gestiones a favor de la federalización se remontan a 1997, fecha que dio inicio a la visita a México de más de 20 delegaciones internacionales de la institución que se reunieron en ocho ocasiones con los presidentes Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, ante los que se reiteró la urgencia de atender en la jurisdicción federal los asesinatos contra periodistas, la no prescripción de estos delitos y el aumento de las penas por los crímenes.

La organización hemisférica envío desde entonces al Congreso mexicano y a otras autoridades sendas resoluciones, aprobadas en sus reuniones semestrales, en las que exhortó a la aprobación de reformas necesarias para evitar que los delitos contra libertad de expresión quedaran impunes. 

La SIP también celebró en este país conferencias nacionales e internacionales, entre éstas el Segundo Encuentro de Editores de la República Mexicana en junio de 2008, del que emanó un anteproyecto de reformas legales presentada al Congreso por directivos de diarios, para promover la federalización y la penalización rigurosa de los delitos cometidos contra la libertad de expresión y de prensa.

Atenta además a los riesgos de los periodistas durante la cobertura periodística en México, donde desde 1987 según estadísticas de la SIP han sido asesinados 83 periodistas y otros 19 están desaparecidos, la organización ha organizado en diversos estados del país seminarios, talleres y cursos sobre violencia, sobrevivencia, crimen organizado, justicia y prensa en los que han participado unos 600 periodistas mexicanos.
 

noviembre 23, 2011

Hoy, Día Mundial contra la Impunidad


Hoy se conmemora por primera vez el Día Mundial Contra la Impunidad, coordinado por un grupo de instituciones que defienden la libertad de prensa y de expresión en todo el planeta. El objetivo es crear conciencia por la impunidad rampante que rodea a la mayoría de casos de asesinatos contra periodistas y exigir soluciones a los gobiernos.

La fecha se instauró en recordación de la masacre de Maguindanao de 2009,  una localidad de Filipinas, donde un grupo de forajidos acribilló a tiros y machetazos a 21 periodistas y una treintena de personas que protestaban por irregularidades en un proceso electoral.

En América Latina tenemos nuestras propias masacres. Durante lo que va de este año, ya han sido asesinados 22 periodistas. Y el problema parece no tener solución. La violencia se extiende a la misma velocidad que se expande el narcotráfico por la región y los gobiernos no aciertan con políticas para administrar más justicia y prevenir crímenes.

Hasta hace poco, la violencia estaba focalizada en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero este año, a los cinco reporteros asesinados en México, se sumaron cinco casos en Honduras, cinco en Brasil, tres en Perú, y otros cuatro en Colombia, Guatemala, El Salvador y República Dominicana.

Como en el resto del mundo, donde cayeron más de 500 comunicadores en el último lustro, son muy pocos los homicidios que se resuelven. Y como en general, están motivados por represalias, las investigaciones de esos casos generan mayor violencia. El crimen del periodista colombiano, Orlando Sierra, ocurrido en 2002, es revelador. Nueves personas, entre testigos, policías y fiscales, fueron asesinados por el solo hecho de meter sus narices en el caso. Sucedió lo mismo con el periodista mexicano José Rodríguez Carreón, muerto en 2008. Unos cinco investigadores fueron exterminados y varios fiscales debieron renunciar o ser trasladados a otros estados, luego de recibir amenazas.

Por supuesto que la violencia y la impunidad no son propias a la prensa. Casi todas las disciplinas dedicadas al servicio público están diezmadas, así sean transportistas públicos como en El Salvador y Guatemala, policías y jueces en México, o abogados en Honduras, donde ya mataron a 73 este año.

En un foro sobre seguridad celebrado entre la UNESCO y las Naciones Unidas en setiembre pasado, varias organizaciones, entre las que se destacó la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), despotricaron por la inacción de los gobiernos para administrar justicia y proteger a medios y periodistas. Pidieron a las autoridades más acción, que se declame menos y que se haga más.

México pareciera haber recogido el guante. Esta semana, y después de que la SIP lo viniera solicitando desde 1997, la Cámara de Diputados resolvió aprobar una reforma constitucional, accediendo a que los delitos contra la libertad de expresión, entre ellos los crímenes contra periodistas, sean considerados delitos del orden federal. La medida permitirá que los casos los absorba el estado nacional, ante la inacción de las policías y la justicia en el interior del país, ya sea porque carecen de los recursos necesarios para su trabajo o porque están  coludidas con el crimen organizado.

La Corte Suprema de Justicia de Perú adoptó una medida similar hace dos años, al crear tribunales especiales para procesar crímenes contra la prensa. En Colombia, el Congreso reformó el Código Penal agravando las penas para ese tipo de delitos y extendió el plazo de prescripción de 20 a 30 años. También, la Fiscalía Nacional reactivó más de una veintena de casos de periodistas que estaban a punto de prescribir, permitiendo que sus familiares abriguen la esperanza de justicia y reparación.

Por sí solas, estas medidas no parece que podrán detener los altos índices de impunidad. Se necesitan estrategias más concertadas y globales.

Si las nuevas reformas promovidas por organismos políticos no funcionan o son insuficientes, éste podría ser el momento adecuado para que las entidades de ayuda financiera internacional, como el Banco Mundial, condicionen la asistencia económica, hasta que los países beneficiarios demuestren estándares judiciales razonables y resultados concretos para reducir la impunidad. Muchas veces, la billetera vacía es lo único que nos moviliza.

octubre 30, 2011

El triunfo de la justicia


Esta semana que pasó trajo excelentes noticias en materia de justicia. Tanto en Argentina, Uruguay como en Brasil, se adoptaron medidas judiciales y legislativas para acabar con la impunidad y la inmunidad de muchos criminales de la época del Plan Cóndor – entongue entre las dictaduras militares que asolaron el Cono Sur del continente - quienes habían sido beneficiados por el olvido, los perdones y amnistías y hasta leyes de Punto Final.

Dos cosas muy interesantes se desprenden de lo que se acordó en los tres países. Primero, la esperanza de que aunque la justicia sea lenta, terminará por imponerse al final para que todo el sistema y todos los ciudadanos nos sintamos iguales y sin privilegios. Segundo - tanto ayer como hoy - por más que algunos gobiernos traten de perpetuarse en la impunidad con la promulgación de leyes para su propio beneficio (así sea las de amnistía) o traten de tapar su corrupción o retuerzan las leyes para reformar constituciones y seguir en el poder o limitar a los congresos y a las cortes, existirá siempre la esperanza de que la justicia prevalecerá. Un buen mensaje también para los gobiernos actuales, especialmente aquellos que se sienten arrogantes.

Esta semana en Argentina una corte sentenció a 12 ex militares y policiales a cadena perpetua y otras penas menores, por los crímenes que se cometieron durante la dictadura de las juntas militares entre 1976 y 1983. Gracias a la derogación en 2005 de una ley de amnistía, fueron sentenciadas desde entonces 262 personas, además de otros 802 casos desde que Raúl Alfonsín y la democracia irrumpieron en 1983.

Otra medida relevante de esta semana fue la derogación de la ley de amnistía por parte del gobierno de Uruguay, que también ayudará a rever parte de la historia de ese país, de la que el propio presidente José Mujica estuvo involucrado como guerrillero y preso político. Lo mismo sucedió con el caso de Brasil, aunque con una situación un poco más tímida, al ser el Congreso el que le miércoles pasado creó una Comisión de la Verdad, que tendrá como objetivo primordial  revisar los crímenes cometidos durante las dictaduras militares entre 1964 y 1985, y se podrá así escudriñar mejor las peripecias de la presidenta Dilma Rousseff, quien también fue activista de la guerrilla, detenida en celdas clandestinas y torturada.

Ojalá que en su capacidad, la justicia para que sea entera y verdadera, también mire con la misma óptica aquellos crímenes de lesa humanidad que perpetraron los grupos clandestinos y guerrilleros que pensaron que la lucha de las ideas debía ser por las armas. Esa lucha también fue fratricida y tiene sus responsabilidades ante los derechos humanos que violaron constantemente.

septiembre 17, 2011

Estamos perdiendo la batalla

Los periodistas en América Latina estamos perdiendo la batalla en materia de seguridad y protección. Los asesinatos se multiplican y la impunidad se profundiza. Esta semana fueron acribillados otros dos periodistas, uno en Perú y otro en Brasil, mientras en Colombia otro caso de asesinato de periodista asesinado hace 20 años prescribió y ocho más están por correr la misma suerte antes de que termine el 2011.

Los organismos intergubernamentales como la ONU, la UNESCO y la OEA, así como los gobiernos declaman mucho pero hacen poco. Saben del problema, lo diagnostican, proyectan soluciones, pero no tienen la determinación ni la voluntad política para hacer reformas de políticas públicas, administrar justicia o crear programas de protección.

En la última década 177 periodistas han sido víctimas en las Américas debido a su trabajo. En estos días ocurrieron dos nuevos casos, el de Pedro Flores Silva, en Perú y el de Medardo Flores en Honduras, el segundo y quinto periodistas asesinados en cada país este año, con una escalofriante estadística de 25 caídos en toda Latinoamérica.

En un foro celebrado esta semana en la sede de la UNESCO en París, la Sociedad Interamericana de Prensa despotricó contra los sistemas gubernamentales, Estableció que el clima de desprotección generalizada en muchos de nuestros países - demostrado por los índices elevados de inseguridad ciudadana, la inestabilidad política que ha creado situaciones de polarización y el discurso político anti prensa - es caldo de cultivo para la violencia contra los periodistas.

En muchos casos, los periodistas son rechazados o se les niega información; son agredidos por las turbas o por otros periodistas al servicio de medios gubernamentales; perseguidos o detenidos por lo que dicen u opinan; sus equipos de trabajo son decomisados; enjuiciados torpemente como en el caso de Ecuador por un Presidente que exige hasta 80 millones de dólares en indemnización; callados a través de jueces obedientes al poder político de turno o los medios son cerrados, como sucede en Venezuela, con casos por todos conocidos. Y la lista podría ser mayor si no habláramos solo de periodistas y sí del público en general que busca expresarse sin censura a través del internet y las redes sociales.

Para las organizaciones intergubernamentales el desafío es grande y deben hacer algo en forma urgente. Deben lograr que cada gobierno se responsabilice y que haga las reformas de políticas públicas necesarias, ya sea mediante reformas a la Constitución, al Código Penal o cree nuevas leyes que sirvan para crear programas de seguridad, de protección de testigos, de creación de fiscalías y de jurisdicciones especiales para atender casos de violencia contra la prensa y la libertad de expresión en general.

En México, justamente ayer, un grupo de diputados federales renovó sus intenciones para que los crímenes contra periodistas se federalicen, promesas que el propio presidente felipe Calderón y sus antecesores, Vicente Fox y Ernesto Zedillo, prometieron, aunque infructuosamente, a la SIP.

En las Américas, el contrasentido es que las únicas leyes que están apareciendo rápidamente y con fuerza, son las que regulan a la prensa, las que en muchos casos tienen la intención de controlar a los medios y coartar su capacidad de fiscalización.

A esta iniciativa, la SIP viene sumando otras que forman parte de una larga que se estableció hace casi dos décadas y que contempla lo siguiente: Que los delitos cometidos contra periodistas, en especial los asesinatos, no prescriban; que tengan agravantes; que haya jurisdicciones especiales para su procesamiento; que los organismos multilaterales de ayuda, condicionen el apoyo económico y financiero a aquellos países donde no se respete la vida de los periodistas u otras manifestaciones graves de ataques a medios y periodistas; y que se reformen y adecúen los planes de estudio universitarios para capacitar a los futuros comunicadores en temas de protección, seguridad y responsabilidades.

Lamentablemente, hubo pocos avances en todos estos temas. Y la SIP volvió a recordarlos en su Declaración de Puebla, redactada y firmada por 22 universidades de 13 países a los que se convocó a la “ciudad de la cultura” y ahora en la UNESCO, indicando que ya es hora de que los gobiernos dejen de lado los diagnósticos y pasen a los hechos.

Ahora se necesitan los instrumentos adecuados para que cada gobierno se comprometa y responsabilice; y que se empiece con cambios específicos, ya que cuando se prometen reformas generales, terminan por diluirse.

abril 30, 2011

Sábato: el legado de los derechos humanos


Nos acaba de abandonar Ernesto Sábato. Fue de los grandes escritores argentinos y universales. Su literatura es de las mejores pero yo me quedó con aquel enérgico hombre, de frágil apariencia, que entregó su vida intelectual para la causa de los derechos humanos, y que será recordado por su libro Nunca Más con el que la democracia que empezaba de Raúl Alfonsín quiso retratar el pasado reciente tras las violaciones a la dignidad por parte de las dictaduras militares.

Cuando estaba escribiendo el libro Nunca Más a los Crímenes Contra Periodistas para la SIP, tuve la suerte de comunicarme con él por un prólogo que nos escribió para ese texto y habla sobre por qué era necesario abrazar una causa como esta.

A su memoria, y en agradecimiento a su compromiso, reproduzco aquí el prólogo que nos escribió:

“He recordado alguna vez que son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo.

Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria, pero primero y principalmente, el derecho a la vida.

Sin embargo, el hombre sigue siendo trágicamente el lobo del hombre. Y ningún adelanto técnico o científico ha enervado dicha conducta, porque la ética y la estética del hombre no se construyen con los valores del cienticismo ni de la tecnología, que ni siquiera impiden que se siga destruyendo el propio planeta.
                                   
Pero atento a lo que me solicita en esta ocasión la Sociedad lnteramericana de Prensa, me referiré al derecho a la vida y a los crímenes cometidos contra periodistas, cuya impunidad y cantidad — más de 200 en la última década — tan justificadamente alarma y desvela a la SIP.

Téngase en cuenta además, que esta forma de “censura”, la más arcaica y brutal de conculcar la libertad de prensa y la libertad de expresión, no sólo constituye la desaparición física del mensajero, sino también la del mensaje, la de la información, o sea la eliminación total del objetivo esencial del
periodismo.

He luchado durante toda mi vida en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión, porque no tengo ninguna duda de que sin libertad de prensa no puede haber democracia. Y si considero ominoso e inaceptable que un periodista sea asesinado por la simple razón de estar cumpliendo con su deber de informar, también considero moral y jurídicamente inaceptable que tal asesinato quede impune.

Es por ello que apoyo fervorosamente la iniciativa de la SIP “Crímenes Sin Castigo Contra Periodistas” que la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) han hecho propias proyectándola a escala mundial.

Y me comprometo, en la modesta medida de mis fuerzas, a contribuir con dicha proyección, para poder decir a los crímenes contra periodistas, NUNCA MAS”.                                   

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