A una semana exacta del incidente en Ecuador comparto con ustedes la columna que publiqué en varios periódicos de las Américas.
La agresión de policías ecuatorianos contra las instituciones democráticas y el presidente Rafael Correa no tiene justificativo ni puede ser tolerada. Merece repulsa y castigo. Las fuerzas de seguridad no tienen derecho a levantarse ni a hacer huelgas, por consecuencias que fueron evidentes el jueves en Ecuador: caos, inseguridad, saqueos, muertos y heridos.
La reacción enérgica de la comunidad internacional se hizo sentir de inmediato. Los máximos organismos internacionales unieron sus voces a las de gobiernos de todo el mundo para reclamar por la institucionalidad del país, aunque se olvidaron de exigir plena libertad de prensa para que hubiera más transparencia sobre lo que sucedía y medir si los episodios eran tan preocupantes como los que en el pasado desembocaron en los golpes de Estado contra Abdalá Bucharam, Jamil Mauad y Lucio Gutiérrez.
Ahora que ha vuelto un poco la calma, cabe el preguntarse si el presidente Correa actuó a la altura de la investidura presidencial durante y después de las reyertas, y si su función fue liderar el orden y la tranquilidad o si su estilo arrogante y prepotente hizo más por azuzar el conflicto.
Sus actitudes y declaraciones durante el día y la noche del jueves no lo mostraron como un presidente firme, objetivo, capaz de controlar la situación o de buscar el orden y la calma; sino más bien como un individuo político, un jugador involucrado, con sesgo partidario y que se aprovechó de la situación para seguir polarizando al país.
En el día, en vez de mandar a las fuerzas armadas para controlar a los policías sublevados, Correa prefirió presentarse en el seno del conflicto y con micrófono en mano y tono electoral, desabotonándose la camisa y aflojándose la corbata, irrespetó la seguridad de la investidura presidencial. “Señores, si quieren matar al presidente, aquí está: mátenme si les da la gana, mátenme si tienen valor”, gritó desencajado.
Ese tono propagandístico, personalizado y victimizado siguió por la tarde desde el hospital, donde fue internado por las agresiones con gas lacrimógeno y donde quedó retenido por los policías sublevados. “De aquí salgo como presidente o salgo como cadáver”, declaró como tratando de demostrar un valor más allá de la Constitución le exige.
Por la noche, después del violento operativo de rescate, desde los balcones del Palacio de Corondelet, efusivo y exaltado ante una multitud convocada con pancartas de otras épocas, en vez de buscar el orden y pedir la calma a una población local e internacional bañada de incertidumbre, como se esperaría de un presidente respetuoso de los códigos democráticos, se olvidó de la justicia y prefirió personalizar el conflicto. Prometió castigos, nada de perdones, denunció conspiraciones, acusó al ex presidente Gutiérrez de intentar un golpe de Estado, atribuyó a la oposición ser miserable y a los partidos haber manipulado a los policías.
En fin, Correa usó durante todo el jueves los mismos términos beligerantes que son el rasgo característico de su Presidencia y que despliega en sus cadenas nacionales y discursos para descalificar a cualquiera que piense diferente, lo que ha degenerado en un clima rancio de confrontación y polarización en el país.
Ahora, ante el estado de sitio decretado por el gobierno los medios de comunicación electrónicos están obligados a solo propalar la voz oficial por cinco días, con lo cual se corre el riesgo de que la información siga siendo parcializada y utilizada como propaganda gubernamental.
Por ello fue que la Sociedad Interamericana de Prensa pidió que dentro de la preservación de la institucionalidad se restablezca la plena libertad de prensa, más necesaria en situaciones de crisis, cuando la ciudadanía requiere de información variada, plural e independiente de las fuentes de gobierno.
En los días sucesivos se deslindarán responsabilidades, se revertirá o no la ley de servicio público que cortó beneficios a las fuerzas de seguridad originando el conflicto, pero sobre todo dos cosas serán fundamentales para que Correa logre superar la situación: que reconsidere su estilo de gobernar, más cercano a las barricadas que a la institucionalidad y que devuelva la plena libertad de prensa como garantía de transparencia. En Ecuador no sólo se necesita preservar la democracia, sino que haya más democracia.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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octubre 07, 2010
septiembre 30, 2010
Ecuador: libertad de prensa es indispensable
Ningún gobierno y casi ninguna organización pidió lo que es necesario en Ecuador en estos momentos de crisis: libertad de prensa.
El gobierno de Rafael Correa desde que el Presidente estuvo retenido por policías sublevados en el Hospital Policial, decretó el estado de sitio y con eso se suspendieron automáticamente las garantías ciudadanas, obligándose a los medios privados electrónicos a encandenarse obligatoriamente con las autoridades nacionales por cinco días.
La Sociedad Interamericana de Prensa fue la primera organización en pedir que más allá de que se preserve la democracia, condenó las restricciones informativas por considerarse una violación a la libertad de prensa. El presidente de la SIP, Alejandro Aguirre, expresó su confianza de que Ecuador “supere la situación de convulsión que atraviesa y se retorne inmediatamente a la plena institucionalidad, pero que también implique el respeto para que el periodismo pueda trabajar en forma libre y se garantice el derecho a la información de todos los ecuatorianos”.
Lo inaudito es que los gobiernos sudamericanos reunidos en la organización de UNASUR, ni la OEA, ni la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que condenaron la sublevación y pidieron el respeto a las instituciones democráticas, se acordaron que la Carta Democrática manda respetar la libertad de prensa, la que se torna más importante aún en épocas de crisis, cuando los ciudadanos necesitan tener información amplia, plural, diversa e independiente a la del gobierno para entender hechos confusos.
El gobierno de Correa no debe confundirse y debe entender que para preservar la democracia se necesita la libertad de prensa.
El Gobierno declaró esta tarde el Estado de Excepción por cinco días y poco después la Secretaría de Comunicación de la Presidencia emitió un comunicado en el que indicó que “De conformidad con lo dispuesto en los artículos 59 letra b) de la Ley de Radiodifusión y Televisión; y 63, 65, 66 y 70 de su Reglamento General; y por petición de la Presidencia de la República se dispone la difusión de la cadena de radio y televisión a nivel nacional”. El documento aclaró que la disposición es obligatoria, “indefinida e ininterrumpida hasta segunda orden” y los infractores serán sancionados con todo el rigor de la Ley.
El gobierno de Rafael Correa desde que el Presidente estuvo retenido por policías sublevados en el Hospital Policial, decretó el estado de sitio y con eso se suspendieron automáticamente las garantías ciudadanas, obligándose a los medios privados electrónicos a encandenarse obligatoriamente con las autoridades nacionales por cinco días.
La Sociedad Interamericana de Prensa fue la primera organización en pedir que más allá de que se preserve la democracia, condenó las restricciones informativas por considerarse una violación a la libertad de prensa. El presidente de la SIP, Alejandro Aguirre, expresó su confianza de que Ecuador “supere la situación de convulsión que atraviesa y se retorne inmediatamente a la plena institucionalidad, pero que también implique el respeto para que el periodismo pueda trabajar en forma libre y se garantice el derecho a la información de todos los ecuatorianos”.
Lo inaudito es que los gobiernos sudamericanos reunidos en la organización de UNASUR, ni la OEA, ni la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que condenaron la sublevación y pidieron el respeto a las instituciones democráticas, se acordaron que la Carta Democrática manda respetar la libertad de prensa, la que se torna más importante aún en épocas de crisis, cuando los ciudadanos necesitan tener información amplia, plural, diversa e independiente a la del gobierno para entender hechos confusos.
El gobierno de Correa no debe confundirse y debe entender que para preservar la democracia se necesita la libertad de prensa.
El Gobierno declaró esta tarde el Estado de Excepción por cinco días y poco después la Secretaría de Comunicación de la Presidencia emitió un comunicado en el que indicó que “De conformidad con lo dispuesto en los artículos 59 letra b) de la Ley de Radiodifusión y Televisión; y 63, 65, 66 y 70 de su Reglamento General; y por petición de la Presidencia de la República se dispone la difusión de la cadena de radio y televisión a nivel nacional”. El documento aclaró que la disposición es obligatoria, “indefinida e ininterrumpida hasta segunda orden” y los infractores serán sancionados con todo el rigor de la Ley.
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