Comparto esta nota que me publicó hoy La Voz del Interior, Córdoba, Argentina.
06/11/2012
01:01 | Por Ricardo Trotti (Especial desde
Boston)
No es fácil votar en Estados Unidos
cuando uno es independiente y quiere que su voto cuente. Depende mucho del
estado en el que esté empadronado, la franja horaria donde vive y, sobre todo,
cómo bloquear tanta información y propaganda política negativa que se cuela
debajo de la puerta, por la televisión, Facebook y mensajes de texto.
Al no existir días de reflexión como en
otros países, la propaganda y los discursos políticos tratan de arrancarle a
uno la voluntad hasta el último minuto. Ayer la campaña de Barack Obama me
pidió por correo electrónico que comparta en Facebook la curiosidad de que de
las 30.542.975 personas que votaron en forma anticipada, 10.230 se llaman
Ricardo. Y la de Romney, que asista a sus celebraciones de hoy en el Convention
Center y a las del Boston Park Plaza Hotel, donde recalará Scott Brown, senador
nacional republicano por Massachussets, quien busca su reelección.
El tironeo por la propaganda desgasta,
pero lo bueno es que es pareja. A uno, como inmigrante latinoamericano, le llama
la atención que el oficialismo no tiene ventajas, ni más medios para hacer
propaganda ni usa los recursos del Estado como si fueran propios. Cabe la
crítica que estas elecciones son las más caras de la historia, pero tranquiliza
que gran parte del dinero provenga de donaciones y no de los contribuyentes.
El sistema de Colegio Electoral tiene
desventajas. Los estados que realmente importan son los indecisos, el resto,
entre ellos los más poblados y económicamente más importantes del país –Nueva
York, Texas y California– no cuenta. Prueba de ello, es que los candidatos ni
repararon en esos estados y se concentraron en el desconocido New Hampshire y
en Nevada, que después de Las Vegas tiene pocos atractivos.
Estar empadronado en un estado decidido,
desmotiva la responsabilidad democrática. Una persona amiga aquí en
Massachusetts está desahuciada. Su voto castigo contra Romney no tiene valor,
ya que Obama ganará fácilmente, por lo que envidia a quienes votamos en estados
indecisos. Su único incentivo es que votará por Elizabeth Warren, candidata
demócrata a senadora, quien buscará recuperar la banca que Ted Kennedy dejó
tras su muerte en 2009.
El huso horario del estado al que uno
pertenece también conspira. Muchos californianos y pobladores de estados del
oeste terminan siendo espectadores de las elecciones para presidente. Votar con
tres horas de atraso al resto del país, cuando resultados y sondeos a boca de
urna, ya marcan la tendencia o el resultado final, desmotivan salir a votar
para hacer una diferencia. Si a ello se le suma que de los ocho estados
indecisos, los cinco más importantes están en el Este –Florida, Ohio, New
Hampshire, Carolina del Norte y Virginia– las elecciones pueden terminar siendo
un fiasco.
En mi caso, por suerte, mi voto contará.
Soy hispano, parte de la minoría más grande de Estados Unidos con 50 millones
de habitantes y un caudal de 12 millones de votantes cada vez más importante en
el mapa político del país. Tengo domicilio en Florida, estado indeciso y del
este, que permite el voto en ausencia y adelantado, por lo que mi esposa y yo,
ya sufragamos hace dos semanas a través del correo con sobre con franqueo
pagado.
Y a juzgar por cómo se definieron las
elecciones de 2000 –la Corte Suprema de Florida tras un conteo manual de votos
favoreció con los electores a George W. Bush dándole la presidencia– ser
residente de la Florida es un privilegio.