La presidente argentina,
Cristina de Kirchner, desmintió que será candidata nuevamente en las elecciones
de 2015, dando a gran parte de los argentinos un regalo navideño sin igual.
De confirmarse su promesa y
de respetarse la cláusula constitucional de que no puede buscar una segunda
reelección, quedarán en el pasado doce años kirchneristas que no fueron buenos
para el país, pese a que la máquina de propaganda del gobierno y sus
partidarios ideológicos aseguren lo contrario.
Claro que no se le puede achacar
al kirchnerismo todos los males del país - gobiernos anteriores deben asumir culpas
– pero es obvio que en esta última década el gobierno, no obstante el boom
económico gracias al precio internacional de las materias primas, no hizo lo
posible para cambiar lo heredado. Aún peor, profundizó la perenne crisis socio-económica-política
que viene afectando al país generación tras generación.
Así lo demuestran los datos
que arrojó el reciente estudio de la Universidad Católica Argentina. Más de 10
millones de los 45 totales viven en la pobreza, tres millones de personas están
mal nutridas y un 25% de la población no accede al mercado laboral formal.
El dato más preocupante del
informe, “Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes”,
es que la marginalidad estructural no mejoró en el país, pese a un crecimiento económico
que en algunos años alcanzó al 8%. Como consecuencia de esa brecha cada vez más
grande entre ricos y pobres, se potenciaron el crimen, el delito, la
inseguridad y los privilegios.
Los datos son aún más
preocupantes para el futuro inmediato si se consideran los índices crecientes
de inflación que hacen añicos los planes; así como más oscuro se ve el panorama
del futuro a mediano y largo plazo, cuando se observa que la deserción en la
escuela secundaria alcanza al 37% (que esos jóvenes rara vez consiguen empleos)
y que la educación no es una prioridad del gobierno.
Es probable que el gobierno critique
o desmienta los resultados de este informe o que las palabras del diputado y
amigo de Cristina, Carlos Kunkel, sobre su posibilidad de candidatearse, hayan
sido otro globo de ensayo. Pero de lo que sí no hay dudas, es que el país está
sin liderazgo y a la deriva.