La decisión del presidente Barack Obama de enviar esta semana más tropas a Afganistán, realzó las críticas de quienes consideran que el Premio Nobel de la Paz no lo merecía o que fue prematuro.
Obama está en un punto de inflexión en su Presidencia. La aceptación del público a sus políticas domésticas y externas viene en caída, empujada por una prensa más negativa que igualmente le critica una reforma de salud o que haya viajado a Copenhague sin traer los Juegos Olímpicos para Chicago.
Quizás este era su primer y último año en el que podría ser elegible para el Nobel, considerando que los dos frentes de guerra, los 4.349 soldados muertos en Irak y las víctimas en aumento en Afganistán, seguirán desgastando su imagen y popularidad.
Empujado tal vez por esa coyuntura, esta semana el Comité del Nobel, en un gesto inusual y también polémico, salió a defender su elección para apaciguar las críticas de quienes piensan que el presidente estadounidense habla mucho, hace poco y logra menos. Los noruegos no coinciden con esa apreciación, diciendo que votaron Obama, por sus logros sobre desarme nuclear, relaciones mejoradas con países musulmanes y liderazgo en temas relevantes como cambio climático y cooperación internacional.
El argumento internacionalista del Comité, buscó descomprimir las reacciones negativas que el galardón siempre genera entre connacionales, que tienden a ser más severos y escépticos con uno de los suyos. Similar experiencia vivieron la guatemalteca Rigoberta Menchú y el argentino Pérez Esquivel, soportando el descrédito en sus propios países tras recibir el Nobel. Y lo mismo habría ocurrido si la senadora colombiana Piedad Córdoba, una de las favoritas de este año, hubiera sido elegida por sus esfuerzos en la liberación de los rehenes en manos de las Farc.
Que el premio esté politizado no es malo, si por politización se entiende como el fin de crear conciencia sobre un tema o estimular su discusión. Al Gore, el ex vicepresidente estadounidense, ganó el Nobel de la Paz en el 2007 sin haber hecho mucho; pero fue a través de él y el documental que mercadeó, “Una verdad incómoda”, que el calentamiento global se instaló con fuerza en la agenda internacional.
Este galardón tuvo años sin conflicto cuando lo ganaron líderes espirituales como Madre Teresa, Desmond Tutu y el Dalai Lama, así como asociaciones de bien público como la Cruz Roja, Amnistía Internacional y Médicos Sin Fronteras. Pero supo generar polémicas por sus graves olvidos. Así como al escritor argentino Borges le fue esquivo el de Literatura, Juan Pablo II es la mayor omisión en la historia del Nobel. El Papa, entre muchas acciones por la paz, fue el artífice de un acuerdo de última hora en la Navidad de 1978 para que Argentina y Chile no se enfrascaran en una guerra fratricida por el Canal del Beagle.
El premio a Obama pudo estar politizado o tener un fin especulativo, si es que la intención fue estimular acciones pacíficas o condicionar otras violentas. Pero aún así no es un mal receptor, ya que es el líder más potable y en posición de relevancia para trabajar por la paz global.
El presidente del Comité Nobel, Thorbjorn Jagland, acertó al decir que si bien Obama todavía no hizo de este mundo un lugar más seguro, al menos logró que disminuya la tensión internacional. Este es un resultado no menor, si se considera que le ha permitido alcanzar un impensable acuerdo para comenzar un desarme nuclear progresivo con los rusos, poniendo al descubierto a otros países agresivos en esa materia como Corea del Norte e Irán.
Esa distensión también forma parte de una diplomacia persuasiva que es la antítesis de la ejercida por su antecesor y que el mundo despreciaba; lo que tampoco lo aleja de las críticas, por ejemplo, por no haber tenido la firmeza suficiente para ayudar a dirimir la crisis en Honduras y el fraude electoral iraní.
Más allá de si el Nobel de la Paz fue meritorio o no, lo cierto es que Obama es el único líder que goza de confianza internacional y genera la “esperanza” de que “sí se puede” - como rezan sus lemas - alcanzar mayor paz en el mundo.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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