Hace
pocos días en este blog hablé sobre la falta de responsabilidad de la que se
puede acusar al periodismo deportivo debido a que solo parece interesado en
entretener y comentar, dos aspectos que son naturales a la disciplina deportiva,
pero que son insuficientes en la tarea periodística.
Lamentablemente
los medios periodísticos, como otras empresas sacudidas por las crisis
económicas, han venido desmantelando sus unidades de investigación, lo que
consume muchos recursos y tiempo para construir buenas historias que ayuden al
público a entender las características complejas de las tramas deportivas.
El
caso de Lance Armstrong es una de las grandes omisiones del periodismo
investigativo estadounidense que solo se ha limitado a respetar lo que
Armstrong o los protagonistas han dicho sobre este caso histórico y apabullante
de dopaje.
Hoy se
supo, por suerte, sobre la investigación de la revista francesa France Football
– patrocinadora junto a la FIFA el Balón
de Oro – que mancha a los principales jefes de la FIFA y al ex presidente
francés Nicolás Sarkozy, por ayudar al pequeño y riquísimo país árabe, Qatar, a
conseguir la sede del Mundial de Fútbol para el 2022 a expensas de otras buenas
candidaturas como la Inglaterra, Australia y Corea, y de la de Estados Unidos,
país al que venció en la última ronda de votaciones en 2010.
Desde
entonces se vienen escuchando rumores sobre que los jeques qataríes compraron o
sobornaron voluntades a diestra y siniestra con tal de quedarse con la sede y
poner a su país en el mapa mundial. Pero no fue hasta ahora que la revista
francesa, haciendo gala de buen periodismo de investigación, da nombres de sospechosos
de haber estado en esa trama y cómo se fueron tejiendo los entuertos.
Es
probable que no suceda nada como ocurre muchas veces con las denuncias
periodísticas, pero es evidente que la FIFA tendrá que ser más transparente y
dar explicaciones de lo que pasó. Se trata de un organismo muy oscuro y que muchas
veces hasta parece inmune a los tentáculos de la justicia o de aquellos
fiscales que quisieran trabajar de oficio.
Si
esto llegara a comprobarse, creo que vendría muy bien aquel titular de una
editorial de una publicación alemana que en 2010 tras la decisión de la FIFA a
favor de Qatar tituló con inventiva: “Qatarstrofe para el fútbol”.