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diciembre 06, 2013

Brasil; mucho más que fútbol

En algunas horas se sabrá que países acompañarán a los ocho líderes de grupo que disputarán el Mundial de Brasil a partir del 12 de junio de 2014. Con la expectativa creada por la ceremonia de hoy en Costa do Sauipe, empieza a descorrer el telón de un Brasil que ya ha dado mucho que hablar y cuyas controversias irán creciendo en el campo deportivo, pero también en el político y social.

La acostumbrada fiesta carnavalesca de un Brasil despreocupado no es parte de este Mundial. Más bien, el que resurgió es el Brasil de las protestas, de los jóvenes en las calles molestos por la inequidad de un país que apostó al fútbol y sigue descuidando a la educación y al desarrollo, poniendo paños muy tímidos a la galopante corrupción.
Es un Brasil más sincero, menos alegre pero más consciente; es el de aquellos amantes del fútbol que no piensan tanto en la fiesta sino que están preocupados sobre la infraestructura, temerosos de que ni siquiera esté lista para las Olimpíadas del 2016. 

Críticos del derrumbe del estadio de Sao Paulo que dejó tres víctimas, de que el tráfico será caótico y de aquellos que están preocupados de que el gobierno quiera seguir tapando a las favelas con arte, con la ilusión de que pasen desapercibidos a los ojos de los fanáticos extranjeros y turistas.

Es un Brasil más consciente, que denuncia que la elección de la modelo Fernanda Lima para que presente el emblema oficial de la Copa Mundial, fue por ser blanca, rubia y de ojos claros como acusó la prestigiosa revista Veja y que motivó a un fiscal de Sao Paolo a levantar sumario por “presunto racismo”. Pero también es un Brasil que sigue con todos sus amuletos y curiosidades, aquel que permite que Pelé participe de la ceremonia de hoy, pero que ni se atreva a tocar los papelitos del sorteo para que no invada la mufa y la mala suerte.

Después de hoy, empieza la cuenta regresiva. Se empezará a hablar de la suerte de algunas selecciones y la mala de aquellas que integren los grupos de la muerte. Pronto todos apostarán por los favoritos con la idea de poner presión psicológica a aquellas selecciones con chaces que, siempre, terminan por despedirse en la primera ronda. Y todos asentirán que Brasil, de local, es más potencia que nunca, por lo que el ejercicio, de ahora en más, será escoger al otro equipo que irá a la final y soñar como el maracanazo uruguayo del 50.

enero 29, 2013

“Qatarstrofe para el fútbol”


Hace pocos días en este blog hablé sobre la falta de responsabilidad de la que se puede acusar al periodismo deportivo debido a que solo parece interesado en entretener y comentar, dos aspectos que son naturales a la disciplina deportiva, pero que son insuficientes en la tarea periodística.
Lamentablemente los medios periodísticos, como otras empresas sacudidas por las crisis económicas, han venido desmantelando sus unidades de investigación, lo que consume muchos recursos y tiempo para construir buenas historias que ayuden al público a entender las características complejas de las tramas deportivas.
El caso de Lance Armstrong es una de las grandes omisiones del periodismo investigativo estadounidense que solo se ha limitado a respetar lo que Armstrong o los protagonistas han dicho sobre este caso histórico y apabullante de dopaje.
Hoy se supo, por suerte, sobre la investigación de la revista francesa France Football – patrocinadora  junto a la FIFA el Balón de Oro – que mancha a los principales jefes de la FIFA y al ex presidente francés Nicolás Sarkozy, por ayudar al pequeño y riquísimo país árabe, Qatar, a conseguir la sede del Mundial de Fútbol para el 2022 a expensas de otras buenas candidaturas como la Inglaterra, Australia y Corea, y de la de Estados Unidos, país al que venció en la última ronda de votaciones en 2010.
Desde entonces se vienen escuchando rumores sobre que los jeques qataríes compraron o sobornaron voluntades a diestra y siniestra con tal de quedarse con la sede y poner a su país en el mapa mundial. Pero no fue hasta ahora que la revista francesa, haciendo gala de buen periodismo de investigación, da nombres de sospechosos de haber estado en esa trama y cómo se fueron tejiendo los entuertos.
Es probable que no suceda nada como ocurre muchas veces con las denuncias periodísticas, pero es evidente que la FIFA tendrá que ser más transparente y dar explicaciones de lo que pasó. Se trata de un organismo muy oscuro y que muchas veces hasta parece inmune a los tentáculos de la justicia o de aquellos fiscales que quisieran trabajar de oficio.
Si esto llegara a comprobarse, creo que vendría muy bien aquel titular de una editorial de una publicación alemana que en 2010 tras la decisión de la FIFA a favor de Qatar tituló con inventiva: “Qatarstrofe para el fútbol”.

mayo 27, 2010

"Blame it on Rio"

El fútbol es tan poderoso que en Río de Janeiro ya se viven intensamente dos mundiales. El que está por comenzar en Sudáfrica y el del 2014, que tendrá a la “Cidade Maravilhosa” como una de sus sedes en Brasil.

El mundial de ahora es pura alegría y esperanza. Los cariocas ya están de fiesta. Bailan por calles abanderadas de “verde amarelo” y dejaron los anaqueles vacíos de televisores, camisetas y matracas. Pero el del 2014, en marcado contraste, es el mundial de la preocupación. No hay completa certeza sobre si las nuevas políticas para contener la violencia y hacer una copa en paz resultarán a tiempo y efectivas.

Si bien es cierto que Río es una ciudad multicolor, de profundo verde y azul, también se tiñe de rojo sangre. Alegre, alucinante y violenta. Todo se vive con la misma intensidad: carnaval, fútbol, riqueza, pobreza extrema, corrupción y crimen organizado. Es como vivir entre el paraíso y el infierno al mismo tiempo.

Por eso las opiniones están divididas sobre la efectividad de las medidas que el gobierno adoptó para lidiar con la violencia y las favelas de cara al Mundial de 2014 y las Olimpíadas del 2016. Muchos son escépticos; creen que se trata de marketing y cosmética. Otros tienen esperanza, porque ya se advierten cambios de conducta y reducción del crimen.
En respuesta a los magnos eventos deportivos conseguidos para la ciudad, en el 2009 se creó la Unidad de Policía Pacificadora (UPP), una fuerza policial que instaló sus comisarías en las favelas más impenetrables, desarmó a los violentos e implementó políticas de prevención y no violencia. Por ahora solo existen en 19 estaciones, pero se espera que para fines de año, con la ejecución de otros programas sociales y ecológicos, la iniciativa beneficiará a 220 mil residentes de barrios marginales.

Los problemas de Río son muy complejos. El narcotráfico y las milicias o grupos parapoliciales controlan las más de mil favelas y, por ende, el transporte público ilegal, la distribución de televisión por cable y la venta de garrafas de gas.

Pero ahora los resultados están a la vista. La violencia ha mermado drásticamente en donde operan las UPP, según coinciden autoridades, activistas de derechos humanos y taxistas. Lo pude comprobar cuando visité esta semana la favela Doña Marta en la ladera del Corcovado, la misma en la que Michael Jackson debió pedir autorización a los narcotraficantes para entrar y filmar su clip musical “They don’t care about us”.

Ahora no hay que pedir permiso. En la entrada, donde antes se apostaban los narcos con sus AK-47, hay vendedores ambulantes y más arriba, en un recoveco, donde siempre había tiroteos y muchos muertos, junto a un colega conversamos con varios residentes, mientras unos niños se arremolinaban alrededor de actores que interpretaban a unos superhéroes en una obra teatral callejera.

Quienes no se dejan arrastrar por el contraste, reconocen la eficiencia pacificadora, pero la sienten insuficiente. Saben que el tráfico de drogas persiste, aunque con mayor discreción y que la violencia no desapareció, sino que se mudó del otro lado de la bahía, a la ciudad de Niteroy. Reclaman que no habrá paz duradera, sin hospitales, escuelas y empleos.

Son también los mismos que protestaron cuando se comenzó la construcción de muros de concreto de tres metros de altura para contener el crecimiento desmesurado de las favelas y evitar que se siga destruyendo la vegetación, argumentando que la meta del gobierno era solo una cuestión de imagen: esconder la pobreza.

Aunque al momento la política de pacificación beneficia solo a un 15% de los pobres, se coincide que es el único experimento efectivo tras décadas de políticas frustradas que terminaron siempre manchadas de corrupción. Hay ahora, con los objetivos deportivos del 2014 y 2016, una mayor determinación y sincronía obligada entre los gobiernos local y estatal, y el apoyo del presidente Luis Inácio Lula da Silva.

Más allá de si se busca crear una mejor imagen o existe un interés genuino por reducir la violencia, lo cierto es que el Mundial de 2014, y no éste de Sudáfrica, es el que le podrá dar a Río las verdaderas razones para festejar.

Robots con Alma: la pregunta desafiante

  Varios reaccionaron al título de mi novela: “Robots con Alma: atrapados entre la libertad y la verdad”. Me dijeron: “Bah, los robots no pu...