Ante el boicot parcial que
le impuso el Consejo de Seguridad de la ONU sobre sus exportaciones, el régimen
norcoreano anunció que no cesará en su proliferación nuclear y que el próximo
mes lanzará cuatro misiles balísticos contra el mar de Guam, territorio estadounidense
en el Pacífico. Maduro dijo que tampoco le importaron las nuevas sanciones que
EE.UU. le impuso al hermano de Hugo Chávez y a otros siete miembros de la
Asamblea Constituyente, así como antes se mostró impávido cuando él fue blanco
de los castigos.
Aunque no cambien su tono y
la verborrea, sin dudas que las sanciones le pasarán factura con el tiempo, así
como obligaron a Irán a deponer sus sueños nucleares y sentarse a negociar.
Nadie sabe cuántas ojivas
tiene el régimen norcoreano o si ha podido miniaturizarlas para que quepan en
un misil balístico, pero ya nadie tolera a un desquiciado que amenaza con
destruir Nueva York, Paris o Tokyo. Su pirotecnia rememora la guerra fría,
saltándose los acuerdos entre Barack Obama y Vladimir Putin sobre el desarme
nuclear.
Donald Trump tampoco ayuda a
enfriar la situación con su idea de desatar “furia y fuego” contra Kim Jong-un.
Debiera esperar a que las sanciones hagan lo suyo y de no lograrse el objetivo,
debería impulsar de nuevo en la ONU el boicot económico financiero y un embargo
comercial total. Una nación aislada, incomunicada y repudiada por el mundo
entero no tendría formas de sobrevivir.
Lo importante de este juego de
retóricas, amenazas y sanciones, es que ha producido hechos positivos, sin
tantas tensiones, invasiones y guerras como en el pasado. Nadie imaginaba que China,
el mayor socio comercial y aliado de Corea del Norte, anunciara que hará
cumplir las sanciones al cien por ciento.
En América Latina, guardando
las proporciones, sucedió algo similar. Nadie suponía que el descomunal
descalabro democrático de Maduro, que no es nuevo sino de años, hubiera
ocasionado una reunión en Lima promovida por Argentina, Brasil, Colombia, Perú
y México, los socios comerciales de Venezuela, con el objetivo de debilitar o detener
el intercambio.
Maduro ya sufre la
suspensión del Mercosur, pero nada será más potente que las sanciones económicas país por país. Los 17
cancilleres en Lima empezaron bien mostrándose firmes para aislar a Maduro, llamando
a la dictadura por su nombre, desconociendo a la Asamblea Constituyente y respaldando
al Congreso democráticamente electo, en el que la oposición había alcanzado la
mayoría.
No sorprendió que la reunión
en Lima tuviera su espejo en Caracas con los cancilleres de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) cuyos componentes
ideológicos, con Cuba, Bolivia y Nicaragua a la cabeza, se reunieran para
condenar las sanciones impuestas por el imperialismo. Tampoco que Maduro, quien
ya sintió los cimbronazos de Lima, convoque a esos gobiernos a dialogar para
que “restituyamos el respeto y la fraternidad entre los modelos políticos y
económicos”.
La desfachatez castrista del
chavismo no tiene límites. Nunca debería preocuparles las sanciones a sus
autoridades si no tienen activos bancarios e inmobiliarios en EE.UU. Pero,
lamentablemente para ellos, se conoce que la mayoría tiene cuentas y
testaferros donde han colocado lo que le robaron y roban al pueblo, al que
dicen representar.
Ojalá que el consenso en
Lima que condenó las prácticas antidemocráticas de Maduro, pase al terreno del
aislamiento económico. Las sanciones, pese a que el ALBA no recuerde su prédica
pasada, suplen pacíficamente los efectos negativos de golpes e intervenciones
militares. Son el arma correctiva más potente, así se apliquen contra países
como Qatar, por financiar al terrorismo o contra individuos como Rafa Márquez, por
esconder dineros del narco.
Para castigar los desvaríos
de Maduro y la pirotecnia desafiante de Kim Jong-un, a veces se puede pensar en
soluciones que corten de cuajo la raíz; sin embargo, el aislamiento económico
financiero será siempre la opción con menores consecuencias. trottiart@gmail.com
1 comentario:
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