Es
mucho el dolor que a uno le embarga como padre, principalmente, y como
ciudadano ante cada masacre de niños como el perpetrado ayer en la escuela
primaria de Newton en Connecticut. Apenas uno se entera de lo ocurrido pasa por
varias etapas emocionales. La primera de incredulidad y sorpresa, la segunda de
necesidad por saber qué pasó, y luego la tercera, la del estrés, la de ponerse
uno en los zapatos del otro, y quedar en un quiebre emocional tratando de
buscar respuestas, frustrado y con impotencia. Y la cuarta, pasada las horas,
la de la bronca, pensando que después de tantas masacres contra escuelas que
suceden periódicamente, uno se pregunta por qué no hay más control para la
compra de armas.
Ayer
creo que todos pasamos por esas etapas cuando supimos que de los 28
acribillados por el tarado jovencito Lanza, armado hasta los dientes, 20 era
niños que ni superaban la década de vida.
El
presidente Barack Obama dijo que “nuestros corazones están desgarrados” y
convocó a sus colegas políticos a tomar “medidas significativas” para acabar
con estos tiroteos, sin entrar en detalles, y pidiéndoles que dejen a un lado
sus diferencias.
Lo
de Obama, como siempre en materia de control de armas - algo que aparentemente no
se anima a decir con todas las letras - siempre fue tibio.
Por
eso prefiero esta vez quedarme con las declaraciones del alcalde Michael R.
Bloomberg de Nueva York, quien ya se ha expresado numerosas veces en contra de
la Asociación Nacional del Rifle, que todos los años gasta millones en cabildeo
para evitar que haya control de armas.
Bloomberg
publicó una nota después del discurso de Obama que creo fue lo más acertado en
un día tan negro: “El presidente Obama envió con razón sus sentidas
condolencias a las familias de Newtown; pero el país necesita que envíe un
proyecto del ley al Congreso para arreglar este problema. Hacer un llamado a
tomar ‘medidas significativas’ no es suficiente. Necesitamos medidas
inmediatas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario