Inteligencia militar parecen ser dos sustantivos contradictorios (a pesar de que conozco muchos militares inteligentes, honestos y de vocación democrática) especialmente cuando se trata de uniformados en torno a Hugo Chávez, el presidente venezolano.
No por nada en muchos países la Constitución establece que los militares no pueden votar y, de la misma forma que los jueces, no pueden hacer declaraciones políticas, porque su deber es con la patria, con el Estado, con la nación, independientemente de quien esté frente al gobierno.
Pero en la Venezuela autoritaria de Chávez pasa cualquier cosa, como las declaraciones del jefe del Comando Estratégico, el general Henry Rangel Silva, quien dijo que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no aceptaría un gobierno que no sea el de Hugo Chávez, así sufriera una derrota en las elecciones presidenciales del 2012.
El general dijo que los militares están casados con el estilo de gobierno y la revolución socialista de Chávez. Declaraciones así, en un país verdaderamente democrático, no solo le costaría el rango al militar, su detención, sino un fuerte repudio de todas las fuerzas políticas, institucionales y de la sociedad civil. A nivel internacional, esta forma de declararse abiertamente a favor de un golpe de Estado en contra de cualquier otro gobierno nacional, merecería el repudio generalizado.
En Venezuela en cambio, todo lo que sea a favor de Chávez es tomado como una acción de lealtad, más allá de que se esté negando a la democracia.
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