martes, 13 de abril de 2010

La diferencia: tolerancia

Vale la pena rescatar el don de gente y decencia de un funcionario mexicano que respondió hoy al cantante español Joaquín Sabina, en momentos en que estamos muy confundidos sobre lo que significa la libertad de expresión, con el ruido que genera toda la diplomacia de micrófono y la cantidad de insultos que se tiran funcionarios y presidentes de un país contra otro – cito solo como ejemplo a Hugo Chávez quien es el campeón de meterse en líos ajenos pero no quiere que nadie critique sus acciones en su país – o los improperios que se dedican periodistas a periodistas, ciudadanos a ciudadanos o las toneladas de comentarios insultantes que se dejan colgados en sitios de internet, blogs y redes sociales.
Las declaraciones inflamatorias contra Felipe Calderón, de parte de Sabina, que dijo que el Presidente era ingenuo por haber creído que el narcotráfico no tendría infiltrada a la policía y a otros organismos mexicanos, hubieran podido despertar una serie de reacciones indescriptibles de parte de los líderes de Venezuela, Ecuador o Bolivia, por ejemplo, con insinuaciones directas a que tendría que irse del país. Sin embargo, el gobierno mexicano actuó de forma totalmente opuesta, racional, tolerante y sin dar a esas declaraciones del cantor, más importancia de las que tiene.
El secretario de Gobernación (ministro del Interior), Fernando Gómez Mont, ante la insistencia de los periodistas de que se pudiera poner en práctica una disposición de la Constitución que establece que pudiera ser expulsado aquel extranjero que se inmiscuya en asuntos políticos internos, dijo que las críticas eran “bien recibidas", y que – según reportó la agencia EFE – “toda crítica respetuosa que haga cualquier persona sobre un dilema universal como la seguridad, el narcotráfico, debe ser aquilatada y bien recibida".
Vaya expresión de tolerancia ante un Sabina que hasta llegó a decir cínicamente que menos mal que no estaba en México Joan Manuel Serrat, porque de lo contrario tendría que almorzar con Felipe Calderón, recordando otra oportunidad en la que ambos músicos dieron conciertos en el país.
En momentos de tanto ruido y hasta de “guerrilla comunicacional” como se propone en Venezuela para que se luche en contra de quienes critican al jefe de Estado, lo de Gómez Mont es un recordatorio de que la libertad de expresión no se construye sobre la base de quien grita más fuerte, sino en la debida tolerancia que se debe practicar ante toda clase de opiniones.