jueves, 5 de febrero de 2009

Salarios e impuestos

Tiene razón Barack Obama en presumir sobre que el voto popular respaldó su promesa de crear un paquete de estímulo por lo que ahora siente que es obligación del Congreso actuar en consecuencia y votar a su favor.

A los votos a su favor se suma ahora el resultado de una encuesta del 26 de enero hecha por Gallup, entre más de tres mil personas, en la que el Presidente obtuvo una aceptación popular aún mayor, del 69%, convirtiéndose en el segundo mandatario - después de John Kennedy con el 72% - de mayor popularidad.

Tal vez lo que más levantó roncha por estos días, es que Obama, fiel a lo que dijo en su campaña, obligó a los bancos que recibieron ayuda a no pagar salarios de más de quinientos mil dólares a sus ejecutivos, lo que es una cifra insignificante para ejecutivos que cobraban hasta cuarenta millones al año en salario e incentivos.

No es bueno que el Estado se entrometa a regular los salarios de la actividad privada, ya que luego querrá hacer lo mismo con otras disciplinas, como las deportivas, donde los sueldos son aún más suculentos. Pero la diferencia, claro está, es que esta regulación alcanza a aquellas compañías bancarias financieras que obtuvieron dineros o asistencia de parte del Estado, es decir de nosotros, los contribuyentes. Por lo tanto, como “stockholders” tenemos derecho – posición que delegamos en Obama – a exigir condiciones de cómo se debe usar ese dinero o, al menos, de cómo no se debe malgastar.

En otro orden, aunque algunos quieran ver y tal vez pueda ser una equivocación garrafal atribuible a Obama haber nominado a funcionarios que tuvieron que declinar debido a que estaban manchados por no haber pagado al fisco, creo que aquí el gobierno – sus instituciones todas – nos dieron otra buena lección sobre la equidad del sistema.

Nadie, por más importante que sea, o por más palanca política que tenga está por arriba de nosotros, los ciudadanos de a pie, que debemos pagar
los impuestos a sabiendas de que si no lo hacemos tendremos un castigo que es equitativo para todos.

A pesar de que el sistema tiene imperfecciones y limitaciones, la aplicación de incentivos y castigos es un ejemplo de equidad para todos por igual. Y eso es muy satisfactorio.

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