Ya no se puede hablar de la “colombianización” de México, porque en realidad el crimen organizado, en especial el narcotráfico, ya ha hecho que en este país supere con creces lo que sucede en Colombia.
En esta etapa los carteles de la droga en México están creando una psicosis del terror para poder ganar y “gobernar” sus territorios a placer. La reacción del gobierno, que el año pasado envió a los militares a las calles, todavía no está dando resultados muy concretos. Lo que tampoco es una tarea fácil, porque el narcotráfico ha infiltrado y corrompido a las instituciones, incluyendo a las Fuerzas Armadas. Justamente, uno de los carteles más temidos es el de Los Zetas, conformado por ex militares desertores que los hacen por dos razones: para cuidar el propio pellejo y el de sus familias porque son continuamente amenazados si no saltan de bando, y porque traficando o protegiendo a los contrabandistas cobran tres, cuatro o cinco veces más su salario.
Esta tarde llegué a México y las sorpresas son espeluznantes. Ayer, un grupo comando del crimen organizado acribilló a siete policías en el estado de Michoacán, no muy lejos de la zona del Distrito Federal. En ese mismo estado ya hubo otras masacres de policías en semanas recientes, lo que lleva a una cifra de 197 uniformados asesinados este año, de un total de 3.051 personas acribilladas en todo el país a manos del crimen organizado.
Las noticias indican que en Sinaloa apareció decapitado un agente de tránsito que había sido secuestrado días pasados. Esta modalidad, morbosa, al estilo de aquellas guerras pasadas en que los vencedores mostraban como trofeo las cabezas de sus vencidos en sus picas, pretende crear un clima de terror y ansiedad colectiva.
En otro estado, en Tabasco, los militares capturaron a una banda de secuestradores compuesta de siete personas, y ya no causó sorpresa que tres de los maleantes hayan sido también militares en su pasado reciente. En Veracruz, la Procuraduría General de Justicia indicó que capturaron a los responsables de un veterinario y un ganadero: entre ellos, el comandante de la Policía Municipal de una localidad. El jefe policial confesó que participó del secuestro y que cobraba 5.000 pesos (unos 500 dólares) por “limpiar la carretera” (para que sus “cuates” pudieran emboscar a quienes plagiarían, y un porcentaje del rescate. Pero lo peor del caso, es que también confesó que le habían ofrecido desertar y ser integrante de la banda, pero prefirió quedarse porque dentro de la corporación “servía más”.
A diario explotan noticias en Perú, Argentina, Brasil, Centroamérica, por no citar a todos, sobre la participación de narcos mexicanos en numerosos delitos violentos, tratando de ganar sus territorios y negocios. México, que todavía sigue siendo un país de paso y no de producción de droga como los es Colombia, sin embargo, ya se ha convertido en un país consumidor. Y ese es el problema, ya que no solamente el narcotraficante mexicano está exportando violencia, sino consumo.
La “mexicanización” de muchos países ya hace rato que empezó. Y si los gobiernos siguen escépticos ante este fenómeno, no faltará mucho en que las calles se llenarán de decapitados y de militares y policías desertores.
1 comentario:
Lamanetablemente los narcos se están apoderando de nuestras instituciones. Muy buen post
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