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abril 02, 2010

Benedicto y su crucifixión

En este Viernes Santo, el Papa Benedicto XVI está lidiando con una de las peores crisis que tuvo la Iglesia Católica en el último siglo, cargando con las culpas de un montón de curas y religiosos pederastas que nos están a todos avergonzando.
Lamentablemente, como cabeza de la Iglesia, el Pontífice está cargando con la responsabilidad de no haber actuado más firme en casos cuando era prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe y arzobispo de su arquidiócesis de Múnich. Pero en realidad las críticas provienen más de gente que está agitando a la prensa por intereses económicos – como muchos abogados que están detrás de conseguir el tropeo más valioso: el Vaticano - o por intereses anticatólicos; porque si este tema se midiera con la vara de la equidad, seguramente se podrá ver que en una estructura tan vasta como la de la Iglesia, el Papa no tiene mucho que ver con casos específicos.
Como en varios posts anteriores traté de diferenciar, la cúpula de la Iglesia sí es responsable del “pecado de omisión” por no haber actuado a tiempo contra los curas pedófilos o haber encubierto muchos casos trasladando a los abusadores de menores a otras diócesis después de recibidas las denuncias, en lugar de haberlos expulsado y puesto a disposición de la justicia ordinaria.
Pero no hay dudas de que el Papa actual fue el líder de la Iglesia que más ha hecho, hablado y denunciado a los curas abusadores. Desde sus sermones, sus cartas a los irlandeses católicos y todas sus intervenciones, en la que incluso tuvo el valor de hacer autocrítica cuando en el 2005 habló de la “mucha suciedad” y “arrogancia y autosuficiencia” que hay en la Iglesia, pidiendo a los obispos que denuncien todos los casos ante el Vaticano, reclamando la intervención de la justicia ordinaria.
No caben dudas que Benedicto XVI está viviendo hoy su propia crucifixión; aunque seguramente como el Cristo nuevo que se desprende de este Viernes Santo, el Papa tendrá la sabiduría necesaria para sacar a la Iglesia de esta crisis con fuerza y espiritualidad renovada. Porque si algo de seguro tiene este conflicto es que se trata de un sinnúmero de pecadores que se escondieron dentro de la Iglesia, y que fuera de ella igualmente hubieran cometido estos delitos.
La Pascua, esa renovación necesaria, está cerca.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...