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junio 09, 2010

Chávez y la comida

Si hay algo de bizarro en este mundo, Hugo Chávez lo trata de captar y multiplicar con creces. En medio de uno de los escándalos históricos más grandes de la política venezolana en la que el sistema hizo gala de ineficiencia y negligencia al dejar pudrir miles de toneladas de alimentos en cientos de contenedores sin explicación racional, el Presidente venezolano arreció como nunca en contra de la propiedad privada ahondando potencialmente aún más la precaria situación económica actual y comprometiendo el futuro.

Esas cosas inexplicables de Chávez de pensar en popularidad y mano fuerte para llegar tonificado a las elecciones legislativas de setiembre pero que embarran el futuro. Una posición desafiante ante la propiedad privada, con un anuncio de expropiación de empresas privadas, entre las que se cuentan 18 empresas distribuidoras de alimentos acusadas de acaparamiento, pero a las que no se les podría achacar la de pudrir los alimentos. Y uno se pregunta: ¿si el castigo es expropiar y nacionalizar empresas, cuál es el castigo para aquellas empresas corruptas que ya son del Estado? Serán re-nacionalizadas o privatizadas tal vez; porque la verdad que en este relajo y zafarrancho que ha armado Chávez y que no sabe detener, cualquier cosa es posible.

Chávez ya viene expropiando no solo distribuidoras, sino campos, haciendas, gasolineras, bancos y todo aquello que considera que atrae ventajas a sus dueños, como a la Polar - la mayor fabricante de alimentos que se está salvando todavía por la resistencia de sus trabajadores - lo que en otros lados es considerado lo que genera el empleo real y hace funcionar a la economía. Chávez como fascista y comunista, una buena combinación que está consolidando día tras día, cree que tiene poderes monárquicos y le encanta decidir no solo sobre el futuro de Venezuela sino el de cada uno de sus ciudadanos, a los que obliga a vivir de una determinada manera. No pueden olvidarse aquellos momentos cuando al salir por las calles de Caracas señalando edificios y preguntando con sorna sobre a quiénes pertenecían decía con voz endiosada: “exprópiese”.

Chávez es hoy un payaso en el circo inmenso de la política donde está lleno de bufones y equilibristas. Habrá que ver qué fuerzas utilizará para mantener a raya a los ciudadanos y así mantener su equilibrio. Antes de cerrar su función, claro está, pareciera que quiere apagar la luz e irse bien lejos - a la isla de Cuba quizás – donde la justicia de próximos gobiernos tendrá dificultad para alcanzarlo.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...