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enero 05, 2009

Norberto y la libertad

Para todas las fechas importantes, recibo una llamada y los mejores deseos de Norberto, un balsero cubano a quien divisé en 1994 en una balsa precaria con otros cinco compañeros desde el aire en pleno Estrecho de la Florida cuando, como periodista, volé en una misión de los Hermanos al Rescate.

Desde entonces y habiendo seguido su trajinar inmigratorio entablamos una relación amistosa e íntima con Norberto que se extendió en el tiempo y que ya lleva 15 años. Por sus llamadas sé cómo le va, cómo se siente, sobre su familia, sobre su desempleo, sobre sus pesares, pero siempre siento su agradecimiento inmenso por haberlo “rescatado”. Aunque siempre le insisto en que yo no era el rescatista, él siempre me lo achaca ya que fui la cara visible de su descubrimiento, ya que para los aviadores se trataba de un grupo más de balseros a los que avistaban y luego reportaban a las escampavías de la Guardia Costera.

Cada llamada no es interminable, es lo justo para sabernos bien y vivos y que nuestras familias también se encuentren de lo mejor, Norberto nunca perdió su carácter afable tropical, su optimismo contagioso, su gratitud venerable, su amor por esta nueva tierra, su nostalgia por la Cuba que no pudo ser y, lo más importante, su amor por la libertad.

Cada una de sus llamadas me convoca a ser agradecido de la vida y con Dios por todo lo que tengo, en especial por la familia y haber vivido todos mis 50 años en plena libertad, así sea en mi tierra original, en esta adoptiva y tantos lugares. En realidad, Norberto me ha dado más a mí de lo que yo a él.

Fui y soy por esa libertad y no puedo imaginar que haya gente que pueda vivir atrapada en su propia tierra. Arriesgar la vida como Norberto entre medio de olas descomunales y mandíbulas de tiburones y con el riesgo a perder el rumbo y ser víctima de la deshidratación o la locura, conlleva un profundo sentido de la necesidad de ser libres. Es la lección que él me ha transmitido y revive en cada llamada..

Mientras en Cuba el gobierno festeja sus 50 años en el poder y otros gobiernos románticos se suman al teatrillo de la dictadura cubana celebrando logros que están totalmente invalidados por la falta de libertad, yo celebro tener un amigo o “un hijo cubano” como él se define para conmigo. Norberto es valiente, corajudo, arriesgado quien dio su vida para que él y su familia pudieran gozar del don más divino que Dios nos ha dado: libertad.

En estos 50 años de dictadura, Norberto Ricardo simboliza para mí esos 38.000 cubanos que desde 1994 se vienen tirando al agua con tal de escapar del ostracismo, intento al que lamentablemente no todos tienen éxito. Cuando el presente sea historia, el Estrecho de la Florida será recordado como uno de los cementerios naturales más grandes del mundo, pero también como el espacio a surcar en el que se tejieron los mayores sueños de libertad.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...