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noviembre 27, 2008

Las Gracias y la Inmigración

En coincidencia con el día de Acción de Gracias en Estados Unidos, en otros países se celebra el Día del Inmigrante. Me pidieron un testimonio del diario de mi ciudad, La Voz de San Justo, de San Francisco, provincia de Córdoba, Argentina, el que comparto aquí:

“Ser inmigrante ahora es más fácil que en otras épocas. Al menos si no se tuvieron razones políticas, económicas o humanitarias por la que “escapar” o ser “expulsado” de un país y cobijarse en otro. Digo que es más fácil comparado a la época de nuestros abuelos, donde se emigraba para “siempre” y lo único que quedaba era el recuerdo, la nostalgia, la esperanza de algún día volver o encontrarse con una carta cada 30 días. La globalización, las nuevas tecnologías, las comunicaciones, hacen ahora que uno esté en otro lado pero con el pie siempre en el lado original. Las cartas del ayer son el instantáneo e-mail de hoy, las postales para coleccionar estampillas se han convertido en las fotos digitales de nuestra familia o de los parajes instantáneos que visitamos y la engorrosa y esperada llamada desde la Telefónica es la cómoda conversación desde el celular.

Los dos mundos están más cerca, aunque no se dejan de tener esos sentimientos duales que acompañan al inmigrante. La gratitud por el nuevo país y sus oportunidades; y la nostalgia por la familia, los amigos, y todo lo conocido. Peor aún, esas preguntas eternas sobre dónde sería mejor la vida, dónde podríamos realizarnos mejor, dónde alcanzar los sueños, dónde criar a los hijos.

El inmigrante difícilmente puede echar raíces. Se acomoda, se adapta, se mimetiza con el ambiente. Pero en realidad vive siempre en un proceso de búsqueda continua que solo la encuentra en las raíces que echan sus hijos. Y aún así, sigue pensando si serán suficientes para que uno quede atrapado o retenido por ellas. Porque en definitiva, el inmigrante creo que siempre tiene las alas desplegadas como la golondrina que las deja siempre lista para retornar después de la temporada.

Me rectifico. Ser inmigrante no es nada fácil. Más aún, en días especiales como éstos, uno piensa en aquellos amigos que debieron irse escapando porque eran perseguidos o porque estaban buscando libertad o porque se les negaban todas las oportunidades o porque vieron que en otros lados era más fácil conseguir el pan.

En nuestro caso, tuvimos la dicha de ser inmigrantes por decisión propia. Hay gratitud hacia ambos mundos y nada de rencores, y eso hace que la experiencia sea más saludable y menos traumática. Todo es en gratitud, agradecidos a Dios por todo y por todos”.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...