sábado, 31 de marzo de 2018

El Mundial, el espía y el boicot


El Mundial de Fútbol arrancó antes de lo pensado. En la semana que se disputaban los últimos amistosos, algunos gobiernos politizaron la Copa anunciando un boicot a la anfitriona Rusia, en represalia por haber envenenado a uno de sus espías desertores en Inglaterra.

El bloqueo convocado por los ingleses al que se adhirió Islandia y se sumarán otros países, es desacertado y desproporcionado. El Mundial y las Olimpíadas deberían estar blindados a decisiones políticas que desnaturalicen su esencia deportiva, más allá del contexto político del momento.

Un boicot contra un Mundial debería circunscribirse a lo deportivo; y en ese terreno los rusos dan excusas bien válidas. Hicieron trampa con un potente programa gubernamental de doping para elevar el rendimiento de miles de atletas olímpicos, incluidos futbolistas, y compraron su sede sobornando a más de un jerarca de la FIFA. Lamentablemente, esta, cuyos estatutos le ordenan evitar injerencias extradeportivas, está imposibilitada moralmente de actuar, desde que sus jerarcas vendieron sedes y puestos al mejor postor, como desnudó el FIFAgate.

Un bloqueo político puede abrir puertas peligrosas en el futuro. ¿Por qué no boicotear a Qatar 2022 por la desigualdad de la mujer, a China por la esclavitud de obreros en sus fábricas, a Egipto por tolerar a extremistas o a Kenia por no proteger animales en extinción? El problema, además, es que la política cambia de inmediato y desorienta. ¿Quién hubiera imaginado que Donald Trump y Kim Jong-un tendrán una cumbre para dirimir sus reyertas, cuando semanas atrás guapeaban a ver quién apretaba el botón nuclear con más fuerza? ¿Y quién no se atrevería a imaginar que pronto Trump, Vladimir Putin y Theresa May coincidan sonrientes en una foto, argumentando que todo fue un malentendido y acusen a terroristas chechenos de haber manipulado el químico contra el espía?

En todo caso, el boicot anunciado es también desproporcionado. Existen causas mucho más graves para excluir a Rusia que por el presunto envenenamiento de Serguei Skripal y su hija Yulia. La injerencia en elecciones foráneas, la guerra en Siria, la anexión de Crimea o la invasión de Ucrania serían argumentos más contundentes y convincentes.

Por supuesto que la intoxicación del espía y su hija merecen fuertes represalias. Políticamente las medidas planteadas están surtiendo efecto y era obvio que Rusia respondería con reciprocidad a EEUU y los demás países que expulsaron a más de 140 diplomáticos en total, de los que se sospechaba hacían trabajos de espionaje. En todo caso, lo que no se entiende, es porque se espera a que explote un conflicto para dirimir cosas que se sabían. Esta es otra razón para blindar a los Mundiales de injerencias extradeportivas.

Hace rato que se dejó de lado la política que quiere reinventar ahora Inglaterra para escarmentar a Rusia. Se recuerda aquella vez que algunos países americanos decidieron no enviar a sus selecciones al Italia 1934 para renegar del fascismo de Benito Mussolini y responder por el boicot de varios equipos europeos al primer Mundial en Uruguay 1930. Si bien muchas veces hubo amagues y algunos boicots quirúrgicos, como el de Johan Cruyff de la Naranja Mecánica al Argentina 1978 por las violaciones a los derechos humanos de la dictadura militar, apoyar un boicot político ahora abre puertas insospechadas, ya que ningún país está libre de pecados.

Sin dudas que las protestas son excelentes armas para crear conciencia sobre cualquier conflicto; y ojalá muchas se vean en las ciudades sede fuera delos estadios. Pero hacer boicots políticos ahora es contranatural al espíritu deportivo e irrespetuoso con los fanáticos. Rusia hubiera tenido que ser bloqueada al momento de su votación como sede, cuando los dirigentes de asociaciones y confederaciones, políticos incluidos, tuvieron la oportunidad de hacerlo.

A esta altura, nosotros, los fanáticos, estamos más inquietos sobre si nuestro equipo pegará el batacazo, si el VAR arruinará el espectáculo o si podremos ver los partidos en nuestras oficinas, como para preocuparnos si los príncipes William y Kate o Mauricio Macri y su hijita Antonia se sentarán el 14 de junio junto a Vladimir Putin para disfrutar del partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudita. trottiart@gmail.com