Los mejores recuerdos son los que uno atesora de su infancia: Risas,
protección, juegos, amigos. Sin embargo, no todo el mundo tiene el privilegio
de haber vivido cosas buenas.
A muchos los atormentan memorias sobre acoso sexual, violencia familiar,
trabajo precoz, hambre, analfabetismo; algunos, porque fueron reclutados por
las guerrillas y el narcomenudeo; y otras, porque fueron madres cuando todavía
tenían edad de ser hijas.
Por eso no hubo mucho que festejar el jueves cuando se celebró el Día
Internacional de la Infancia en conmemoración de la Declaración
de los Derechos del Niño.. Sirvió, más bien, para tomar conciencia sobre lo poco que
la sociedad hace por la niñez.
Son varios los
pecados contra los niños. Uno muy extendido es el de la explotación laboral, como
en Brasil y República Dominicana, donde el fenómeno tiene ribetes de
esclavitud. Mientras que en Colombia, el factible proceso de paz con las FARC,
recuerda cómo estas narco guerrillas se aprovecharon por décadas de la pobreza
para reclutar, adoctrinar y convertir a niños en soldados.
El crimen más atroz, quizás, es el de la explotación sexual de los chicos,
desde las calles de La Habana a manos de turistas sexuales provenientes
principalmente de la Unión Europea y de EE.UU. hasta en el internet profundo,
donde bandas de pederastas y abusadores, compuestas hasta por curas y pastores,
médicos y enfermeras, obreros y terapeutas, se dedican al tráfico de
pornografía y venta de favores sexuales infantiles.
El Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia, UNICEF, recuerda también que hay crímenes dobles, como las
violaciones que terminan en embarazos precoces. Se estima que la mayoría de los
3.771 partos de niñas entre 10 y 14 años en 2012 en Guatemala, están vinculados
a violaciones. Niñas que de golpe afrontan la vida como adultos, abandonando la
escuela y siendo forzadas a entrar a un mercado laboral casi como esclavas.
Es innegable que también
hubo avances en muchos terrenos. Desde la drástica disminución de la mortalidad
infantil en Brasil, a leyes más severas contra el ciberacoso y el bullying en
Argentina o las medidas adoptadas esta semana por Google y Microsoft, al
introducir nuevos algoritmos en sus motores de búsqueda que permitirán bloquear
hasta 100 mil términos comúnmente usados por pederastas y acosadores.
La impunidad de estos delitos puede seguir achacándosele a la falta de
responsabilidad de los gobiernos. Sin embargo, el de crear las condiciones
necesarias para que haya una niñez más saludable y activa tiene que ver con una
responsabilidad de todos.
Es que no todos los maltratos contra la niñez acontecen por delitos y
crímenes, sino también por descuido y falta de educación, lo que ayuda a crear
malos hábitos con graves secuelas para el futuro. El más extendido es el vicio social
del sedentarismo y su consecuencia natural, la obesidad, que está afectando más
a los niños que a los adultos, sin distinción de países.
En ese complot de videojuegos, TV, computadora y comida chatarra, no
es realmente el Estado el responsable, sino los padres y la escuela que han
relegado al lugar más cómodo al ejercicio y la educación física. No hacían
falta las evidencias para demostrar esa irresponsabilidad. Esta semana la Asociación
Estadounidense del Corazón denunció que la condición física de los niños está
disminuyendo en el mundo entero.
El estudio - realizado entre 25 millones de niños de 28 países - establece
que “no corren tan rápido ni tan lejos como sus padres”. Ahora tardan 90
segundos más de que lo que les costaba a sus padres correr kilómetro y medio
hace 30 años. Entre niños de nueve a jóvenes de 17 años, la condición cardiovascular
ha disminuido 5% por década, desde 1975.
Pero más allá del trabajo de los adultos por mejorar
la educación física de los niños, y la del Estado por crear medidas para
protegerlos ante el crimen organizado, la UNICEF reclama la responsabilidad de la
denuncia. Pide a todos, autoridades y ciudadanos, ni aceptar ni quedarse en
silencio ante el abuso, la explotación y la violencia infantil.
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