El reclamo tiene que ver con la conciencia cívica sobre los enormes problemas al medio ambiente que atrae el petróleo y, en especial, que el gobierno de Barack Obama no puede prometer – como lo hizo desde la campaña electoral y varias veces en su Presidencia – energías limpias y alternativas, ahuyentar y hacer lobby en contra de las compañías perforadoras contratadas por Cuba, pero al mismo tiempo encarar un proyecto de oleoducto.
El gobierno de Obama debe ser consecuente con su discurso sobre medio ambiente y no enturbiar el ambiente con la aceptación de un proyecto que, según su administración, permitiría crear unos cinco mil puestos de trabajo durante cada año que dure el proyecto y brindar mayor autonomía e independencia energética de otras fuentes estratégicas e inestables como son los países del Medio Oriente o Venezuela.
Obama está ahora en un dilema. Cómo hacer para equilibrar el respeto por el medio ambiente y generar mayor desarrollo. Mucho dependerá, como sucedió en Bolivia, de lo que dirán quienes viven en las zonas por donde pasaría el oleoducto y de cuán grande se tornará el movimiento de activistas en su contra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario