Hollywood y sus estrellas
nos sacuden cada tanto. Esta vez fue Robin Williams. Hace poco, Philipp Seymour Hoffman. Años atrás, Heath
Ledger, Whitney Houston y Michael Jackson. Mucho antes, Marylin Monroe.
Todas víctimas. La fama y
las luces potenciaron su depresión y las sobredosis de cocaína y alcohol hicieron
el resto.
Ese coctel letal no solo afecta
a estrellas, pero repercute con mayor fuerza cuando corren esa suerte. El ocaso
del protagonista de “La sociedad de los poetas muertos” puso en contexto la
simbiosis depresión/suicidio y también que los famosos son lo que dicen, no tan
solo lo que hacen; como cuando Williams y las cantantes del grupo Dixie Chicks
criticaron la política de George Bush poco después de Setiembre 11. Perdieron
credibilidad, productores y audiencias en sus conciertos.
Sucedió en estos días con
Javier Bardem y Penélope Cruz. Calificaron de “genocidio” a la ofensiva israelí
sobre Gaza, equivocándose groseramente con el calificativo. Por temor a que la
crítica descomunal en medios y redes sociales se extendiera entre productores y
admiradores, actuaron rápido. Pidieron perdón, apagaron el fuego.
Es que a veces las
celebridades se equivocan. Subestiman la inteligencia del público. Creen que la
gente compra causas de ocasión sin distinguir entre buenas intenciones, rating
y marketing oportunista. Por lo general, el público rechaza todo aquello que
huele a acomodaticio. Prefiere y reverencia causas nobles y universales que
beneficien a todos en igualdad de condición.
Por eso el público desdeñó al
Sean Penn que abrazaba y aplaudía a Hugo Chávez, un acto ingenuo ante los
barbarismos de la revolución chavista. La gente prefirió al Sean Penn que
abogaba por la pobreza en el terremoto de Haití, así como elogia al irlandés
Bono por abrazar la lucha contra el sida en África, a Juanes porque aboga por
el proceso de paz en Colombia y a Shakira por su filantropía con Alas y Pies
Descalzos.
A esta altura, las celebridades
sin causa ni compromiso no parecieran dignas de portar su fama. La
responsabilidad social se volvió un “must”. En esta especie de diplomacia de
celebridades, los famosos y políticos tratan de congeniar en objetivos de bien
común. Así fue como el mes pasado Leonardo di Caprio donó siete millones de
dólares para paliar la limpieza de los océanos y combatir la sobrepesca. Se
comprometió en la conferencia Nuestros Océanos que Barack Obama lideró ante líderes
de 80 países, en la que anunció la creación de un área protegida en las islas
del Pacífico que se convertirá en el mayor santuario marino del mundo.
La gente ama ese tipo de desprendimiento
y compromiso moral enfocado a un bien común generando que la luz de la estrella
brille aún más. Pero cuando detecta que los “matrimonios” entre famosos y
políticos no son por causas nobles, sino por oportunismo electoral, los riesgos
pueden ser muchos y los resultados contraproducentes.
Tampoco todas las estrellas tienen
vocación por causas nobles. Es una cuestión de madurez y edad. Seguramente en
10 años, Justin Bieber y Miley Cyrus también adquirirán aires de mayor
responsabilidad cuando se les pase la época de hacer crecer imagen y marca con
excentricidades propias y las obligadas por sus agentes,
Una excepción a la regla fue
Angelina Jolie, que siendo muy joven, y cuando de ella se esperaban
extravagancias, abrazó la causa de los refugiados y de la violencia sexual
contra la mujer en conflictos armados. El rodaje de “Lara Croft: Tomb Raider”
en Camboya fue su punto de inflexión y su catapulta como embajadora de Naciones
Unidas. Desde entonces usó al cine como medio, no como fin. Se apasionó por
causas humanitarias, convirtiéndose este año, junto a su esposo Brad Pitt, en
la actriz más joven en ganar un Oscar por su labor solidaria en regiones
conflictivas.
Pocos líderes y políticos
tienen la credibilidad, la atracción y el poder de convicción que reflejan estas
estrellas. Por ello la diplomacia de personajes como Angelina y Bono es tan codiciada
por Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial.
A Hollywood le podremos reprochar por contagiar aflicciones, entretenimiento recargado y malos ejemplos de estrellas que se extinguen. Pero no se puede desconocer que también brinda estrellas brillantes, comprometidas y generosas.
2 comentarios:
Antes este era un foro en favor de la libertad de expresión.
Ahora se ha pasado al otro extremo, tratando de ahogar el derecho de Bardem y su mujer de expresar su punto de vista.
Si el autor leyera lo que él mismo escribió, a lo mejar se da cuenta del rumbo por el que va
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