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enero 21, 2017

Trump presidente: Formas y fondo

No hay precedentes de una ceremonia inaugural tan conflictiva como la de Donald Trump. Tampoco de su impopularidad al momento de asumir y de la masiva protesta en su contra convocada para el día después.

El viejo adagio “el que siembra vientos cosecha tempestades”, amasado con un discurso visceral y divisivo durante el proceso electoral y la transición, le han pasado factura. Su estilo, las formas con las que denigra y ofende a sus críticos ya sea a micrófono abierto o a fuerza de tuits, ha creado resentimientos y derivado en su impopularidad.

Asumió ayer con un 40% de aceptación, muy por debajo del 79% de Barack Obama y de cualquier otro presidente en las últimas cinco décadas. Si bien la alta confianza favorece el poder de maniobra frente al Congreso y la ciudadanía en las primeras semanas, no es indicativo de una buena o mala Presidencia. El escepticismo sobre el actor Ronald Reagan fue mayúsculo, pero se posicionó entre los mejores presidentes de la historia. A la inversa de Jimmy Carter, muy popular al principio, quedó luego sepultado como uno de los peores.  

Las malas formas usadas por Trump tienen consecuencias. No tendrá los 100 días de gracia o el espacio de maniobra que se acostumbra dar a un Presidente. Nadie fue tan criticado como él antes de asumir y la tendencia seguirá. Tampoco  pareciera importarle; no hay precedentes de un líder que haya movido el avispero y conseguido tantos compromisos antes de asumir. Sus tuits hicieron reaccionar a la OTAN, recapacitar a la Ford y la Fiat para invertir en fábricas en Michigan, elevar las ganancias en la Bolsa; aunque también pusieron a China a la defensiva y hundieron el peso mexicano a su mínimo histórico.

Su mordacidad y arrogancia le ofrecen excusas en bandeja de plata a quienes buscan argumentos para considerarlo un presidente ilegítimo. El legislador demócrata John Lewis boicoteó la ceremonia inaugural; lo siguieron más de cuatro docenas de parlamentarios. El desplante es desproporcional, si es que se recuerda que los demócratas criticaron a Trump en la campaña por insinuar que no aceptaría los resultados en caso de perder frente a ante Hillary Clinton. La prensa, mayoritariamente liberal, esa a la que Trump le acusa de “envenenar las mentes de los estadounidenses”, se volvió loca por entonces contra Trump; pero hoy respalda las decisiones de Lewis sin miramientos.

Hasta aquí las formas. Veamos el fondo. Las encuestas de esta semana del Washington Post, CNN y ABC marcaron un notable contraste entre formas y fondo. Más del 60% de los estadounidenses (proporción mayoritaria de republicanos) confía en que es el Presidente adecuado para hacer crecer la economía, gestionar la reforma tributaria, crear empleos y manejar el déficit presupuestario, dolor de cabeza de las últimas administraciones.

Sus dotes de buen negociador, dueño de una confianza y auto estima desbordante no solo se aplican a la economía. También goza de mayor confianza que la que tuvieron Obama y Bush en la guerra contra el terrorismo. Basta recordar el escepticismo sobre Obama al asumir en 2009; jamás había tenido un trabajo ejecutivo, algo que Trump hace de memoria.

No hay que invocar a la suerte el triunfo de Trump. Tuvo olfato político para seducir a los que él llama “los olvidados”, gente común sin empleos ni esperanza. Destruyó a sus adversarios en las primarias y sus promesas de usar dinero de su bolsillo para la campaña y no cobrar sueldo como Presidente, motivaron a un electorado que cree que el magnate puede “devolverle a EEUU su grandeza” y que está cansado de los políticos de siempre atornillados a Washington.

Habrá que darle a Trump espacio y no dejarse arrastrar por su estilo. Sin embargo él también hacer lo suyo. Su hija Ivanka deberá maniatarle su tuiteo y evitar así resentimientos y batallas diplomáticas innecesarias. Hay sobradas experiencias que vivir bajo aquellos que les gusta el sonido de sus propias palabras (recordar a Cristina Kirchner y Hugo Chávez) es estresante y desgastante, lo que termina polarizando y afectando la salud pública de una sociedad.

Las formas en que se usan las palabras atraen consecuencias y potencian riesgos. Pueden tirar por la borda todos los logros que son parte del fondo. Ojalá Trump modere su estilo y sea eficiente. trottiart@gmail.com


marzo 31, 2011

Carter reconoce a disidentes, pero…

Lo mejor de la visita del ex presidente Jimmy Carter a Cuba fue el proverbial respaldo que le brindó a los disidentes, muchos de ellos recién liberados de la cárcel y que se negaron a ser desterrados. La visita fue buena en comparación a otras en meses anteriores, en las que muchos ex presidentes y presidentes llegaron a La Habana para rendirle pleitesía a Fidel Castro y a los 50 años de la revolución, pero ignoraron al movimiento disidente, porque no quisieron, por convicción ideológica o porque el régimen se los impidió.

Para los disidentes, según lo que declararon por CNN y otros medios, aunque no haya habido cosas concretas, se trató de un reconocimiento e incentivo notorios. Sin embargo, como medida política, creo que la visita de Carter a Cuba sirvió – como siempre – para que el régimen busque ventajas y que se concrete otro guiño de Barack Obama, quien de a poco ha venido flexibilizando el embargo, con lo que el régimen consigue dólares, para contrarrestar la enflaquecida billetera del filántropo Hugo Chávez.

Lo que no me gustó de Carter, al decir que deberían normalizarse las relaciones para favorecer al pueblo cubano, es que pide al gobierno estadounidense poner todo de su parte para levantar el embargo – y que fluyan los dólares hacia la isla – sin exigirle a los Castro que depongan la dictadura y dejen a los cubanos vivir en libertad y democracia. Me parece que su política por los derechos humanos es poco equitativa, porque si bien quiere mayor bienestar económico para los cubanos o que ese bienestar incentive las libertades, se olvida de que es el Estado el primero que debe velar por custodiar y garantizar que toda persona goce del derecho al libre albedrío.
Celebro que Carter se haya reunido con gente tan proscrita en su país como el prominente disidente Oscar Elías Biscet, el activista por los derechos humanos Elizardo Sánchez Santa Cruz, integrantes de las Damas de Blanco, los activistas católicos Dagoberto Valdés y Oswaldo Payá y las blogueras Yoani Sánchez, Claudia Cadelo y Laritza Diversen y el bloguero Reinaldo Escobar.

Robots con Alma: la pregunta desafiante

  Varios reaccionaron al título de mi novela: “Robots con Alma: atrapados entre la libertad y la verdad”. Me dijeron: “Bah, los robots no pu...