Los dirigentes políticos de todas las latitudes desnudan sus capacidades
de liderazgo ante situaciones límites, como en esta pandemia del coronavirus. Uno
puede observar que hay de todos los colores. Muchos buenos que se adelantan a
las consecuencias y las capean, otros mojigatos que se atemorizan y esconden la
cabeza y algunos incorregibles que niegan los problemas y esconden las
consecuencias.
Un ejemplo sórdido lo representó el presidente Manuel López Obrador que,
desafiante, invitó a los mexicanos a salir a las calles y poblar los
restaurantes en medio de la cuarentena sin precedentes en el mundo. Y a esta
lista sumemos a Trump, Bolsonaro, Maduro, Piñera, Fernández, Díaz Canel,
Trudeau, Bukele, Moreno – a los que hay que sumar intendentes o alcaldes de ciudades,
gobernadores y legisladores - y veremos cómo, sin distinción de ideologías o
colores, a cada uno le podemos achacar defectos y virtudes ante la pandemia y,
sobre todo, un alto grado de arrebatos, manotones de ahogado y pusilanimidad
que desnudan muchas de sus falencias y falta de preparación para el puesto
encomendado.
Nada nuevo por supuesto, pero la pandemia desnuda todos los defectos o
potencia los que arrastraban en épocas normales en un período de tiempo muy
concentrado.
Por eso vale la pregunta que muchas veces planteé en mi columna respecto
a la corrupción o la falta de liderazgo ante las consecuencias del cambio
climático. ¿Debieran quienes se quieren presentar a cargos políticos estar
certificados por una especie de colegio profesional como deben hacer otros
profesionales como los arquitectos, abogados, médicos? ¿Debieran los particos
políticos tener filtros para que los futuros dirigentes pasen por pruebas de
antecedentes penales como piden los colegios de abogados o firmar algún juramento
de integridad y servicio como los médicos lo hacen mediante el juramento
hipocrático?
Por supuesto que esto no incluye el tema de un grado académico porque
ellos sería discriminar contra el derecho civil de cualquier ciudadano que
busca hacer una diferencia. Pero también estos dirigentes deberían pasar un
test de honestidad, integridad y ser educados con cursos de liderazgo,
estrategias, convivencia política, etc…
La responsabilidad de dirigir a millones de personas no debería estar
solo sujeto al deseo o las maniobras de la politiquería, sino que ese deseo y
vocación de servicio social deben estar acompañados de una gran responsabilidad
y preparación que se acumula con tiempo y no en la espontaneidad. Ningún
soldado llega a general de la noche a la mañana, así como ningún operador de maquinaria
pesada llega sin permiso de conducir.
Esta pandemia también desnuda mucho cómo somos los ciudadanos y cómo nos
comportamos y, en mi caso, cómo somos los periodistas. Pero todo esto queda
para comentar en otros días.
2 comentarios:
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