sábado, 23 de septiembre de 2017

Irma monstruosa: estrés, ansiedad y el espíritu humano

Post de mi columna publicada el 9 de setiembre, 2017
Por Ricardo Trotti
Adelanté el viaje de regreso a Miami para estar con la familia y prepararnos para el caos que traerá Irma. Es una tormenta monstruosa, asesina, la más grande de la historia. Su potencia opacará los destrozos de Andrew, aquel huracán de 1992 que dejó partes del sur de Florida como la dantesca Hiroshima.
Por suerte los huracanes avisan con tiempo. Permiten prevenir daños, no como el terremoto que experimentó Chiapas. Pero por más que avisen, uno nunca está preparado para tormentas así. No me refiero a las consecuencias como las que dejó el huracán Harvey en Houston, sino a que es difícil lidiar con la mente y el contexto; con la ansiedad generalizada y el estrés.
Buscar o encontrar víveres, cargar gasolina, armarse de baterías, velas, radio a transistores, linternas y agua, mucha agua, no es fácil. Hay que hacerlo con paciencia y delicadeza, porque los ánimos están crispados. Cualquier chispa enciende peleas.
¿Solidaridad? Poca. La solidaridad se da tras las consecuencias, los destrozos y las necesidades de los que quedaron más vulnerables; ahí es cuando el espíritu humano sale a relucir. Antes, en la preparación, la situación es caótica, frenética; es la hora de la supervivencia. La gente se pelea por una botella de agua o una lata de garbanzo. 
La mente es lo más difícil de contener en el escenario de un huracán. Ansiedad generalizada, estrés e incertidumbre. Los científicos han logrado detectar el patrón de conducta de un huracán con muchos días de anticipación, pero no como lidiar con la situación. La previsión y prevención son buenas pero se transforman en pánico ante la amenaza. El miedo produce desconcentración. Uno hace de todo, pero sin enfoque. Guarda, arma, desarma o gasta una mañana en un almacén para conseguir un foco.
Uno se descomprime con la esperanza de que Irma se desvíe y debilite en el Atlántico como otros en años anteriores. Pero Irma parece tozuda. Desde sus orígenes siempre enfiló hacia la Florida. Entrará por el sur, desde los Cayos hacia Miami y de aquí irá por la columna vertebral de Florida a insertarse en Georgia y más arriba.
Esperanza siempre hay que algún frente la frene o la empuje de su trayectoria. Pero las predicciones hasta ahora fueron precisas. Arrasó y dejó una estela de muertes por cuanta isla del Caribe tocó. Ante lo inevitable, la mente se retrae, imagina las consecuencias y se prepara. Guarda cualquier cosa que en el patio pueda ser un proyectil, amontona todos los trastes del garaje para dejar espacio para los autos, protege ventana y por último desea buenos augurios a los amigos, colegas y familiares.
Y uno espera agazapado, temeroso. Es que a diferencia de Harvey, Irma, de categoría 5, la máxima, no traerá mucha lluvia sino vientos record que en algunos casos treparán hasta 180 millas o 300 kilómetros por hora. En muchas zonas de Miami los nuevos códigos de construcción para techos reforzados y ventanas con vidrios de alto impacto, permiten capear los temporales con mayor éxito. Sin embargo, Irma pondrá todo a prueba, no solo por su poder sino por su consistencia, con vientos sostenidos por más de 18 horas. Los vidrios blindados pueden contra ráfagas de 125 millas, pero más allá de eso no hay garantías.
En Miami Lakes, al oeste de la ciudad, alejados de las playas el temor es el impacto, pero el problema mayor son las marejadas que deberán sortear en la costa. 650 mil personas ya evacuaron los Cayos, Miami Beach, Key Biscayne, Brickell y otros barrios donde se esperan marejadas que sobrepasen los dos metros.
¿Cuánto aguantarán nuestras casas? ¿y el área? ¡Quién sabe! Uno es consciente y se protege, pero la incertidumbre tortura. Quienes sufrieron a Andrew, Vilma, Charley o Frances los consume la idea de más pérdidas y hasta de refugiarse por semanas. Los servicios de electricidad, agua y comunicación se reestablecerán a cuentagotas. Las aseguradoras intentarán pagar lo menos posible y subir las primas para los próximos huracanes. Las ciudades atrofiadas competirán por la ayuda federal. La zona tardará años para reponer lo que en horas se romperá.
Para matar la ansiedad no hay más remedio que asumir el desafío. Irma llegará este sábado. El día después puede ser tétrico. Pero siempre se asumirá con altura y solidaridad. Es el espíritu humano. trottiart@gmail.com