El ingenio es más agudo en
situaciones de profunda desventaja y en la adversidad. Lo demuestran los
venezolanos que buscan nuevas formas para contrarrestar la fuerte represión a
la que están sometidos por las fuerzas de seguridad y las milicias del régimen
de Nicolás Maduro.
Desde que explotaron las masivas
marchas de descontento, los “protestantes” tratan de equilibrar fuerzas y que
se les respete el derecho de reunión plasmado en la Constitución, pero violado
en la práctica. Ante el desequilibrio, han adoptado prácticas llamativas de
protesta, una prolongación del ingenio que usan a diario para conseguir patas
de pollo, harina, dentífrico o papel higiénico.
En las redes sociales se comparten
fórmulas sobre cómo fabricar escudos, bombas de pintura y hasta las ya famosas
y controversiales puputov que, a diferencia del combustible de las molotov, son
frascos y bolsitas de polietileno cargados
con excremento humano. Estas bombas han resultado los mejores antídotos para contrarrestar
a policías pertrechados desproporcionadamente con gases lacrimógenos,
perdigones de vidrio, tanquetas y camiones hidráulicos.
Más allá de los utensilios ingeniosos,
lo que está en juego en Venezuela es la defensa de los derechos de reunión,
asociación y de expresión, libertades máximas por las que se reconoce a una
democracia.
Pese a los 39 asesinados,
700 heridos y miles de detenidos, muchos de ellos procesados arbitrariamente
ante la justicia militar, Maduro no aminorará y seguirá pisoteando los derechos
democráticos. Con la nueva Constitución que propone, a imagen y semejanza de la
totalitaria cubana, busca también borrar los procesos electorales
multipartidarios.
Las locuras de Maduro ya no generan
risas ni memes, aunque le hable a los pajaritos y a las vacas en busca de
inspiración como quedó registrado en cadena televisiva nacional. Bajo esa
máscara jocosa, se esconde un hombre determinado, desafiante y autoritario.
Ahora, más que nunca, se
observan los efectos de una pérdida paulatina y sistemática de formas republicanas.
El régimen ha venido degradando el sistema para gobernar de espaldas al pueblo,
del que reclama que es su sostén. Sus mentiras siguen aflorando. Los más pobres y
menos preparados, a los que la revolución bolivariana idolatraba, terminaron siendo
un burdo depositario del clientelismo gubernamental. El sistema de chantaje
moral fue perfecto durante largo tiempo, hasta que la corrupción y la mala
administración drenaron las arcas petroleras que se creyeron inagotables.
Los más vulnerables no
recibieron mejores oportunidades, sino subsidios demagógicos a cambio de
lealtades y votos para aceitar un engranaje electoral permeable al fraude. El
populismo demuestra que no es más que la exteriorización del personalismo
mesiánico, fuente de puro despotismo y nido de corrupción.
El descontrol y la falta de
justicia independiente no tardaron en corroer aún más el sistema. El chavismo
se ha convertido en un narco estado, como lo atestiguan los hijos/sobrinos de
Maduro, el vicepresidente Tareck El Aisammi y el ministro del Interior, Néstor
Reverol, todos procesados en tribunales internacionales por tráfico de drogas a
gran escala.
Venezuela hace rato que dejó
de ser un república, la que se distingue por un gobierno con independencia de
poderes, mecanismos de control, respeto a las minorías y garantías de que los
ciudadanos podrán gozar de las mayores libertades democráticas sin represalias.
La justicia politizada es la mayor conspiración del gobierno de Maduro contra
la ciudadanía, una farsa tan descomunal como la orden que dio para cerrar la Asamblea
Legislativa, el único reservorio de democracia que, por cierto, era bastión de
la oposición.
El recrudecimiento represivo
de la protesta, el encarcelamiento de opositores y disidentes, así como la negativa
a convocar a elecciones, son los últimos manotazos de un régimen ahogado que
busca sostenerse sobre la base de impunidad e inmunidad.
Sigo sosteniendo que en
Venezuela habrá un golpe de Estado, como sustenté en varios escritos en años
anteriores. Pero no será cometido entre instituciones como sueña Maduro para martirizarse.
Será un golpe vergonzoso a fuerza de marchas y protestas ciudadanas, empuñadas
con escudos, cocteles puputov y dignidad. trottiart@gmail.com
1 comentario:
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