La imprevisibilidad fue la
mayor característica de Donald Trump en estos 100 días. Debido a ella, este
tradicional período de gracia que se les da a los presidentes para que definan
el rumbo, tuvo más de traumático divorcio que de luna de miel.
Los 100 días no fueron tan
buenos como él los pintaba, ni tan malos como auguraban sus adversarios. Hubo
muchos desarreglos, imprecisiones, improvisaciones, pero lo importante es que
su estilo volátil y visceral original, trasmutó a una forma menos explosiva. Su
imprevisibilidad, algo que él recalca como su mejor cualidad, es para la
opinión pública su vicio más pronunciado.
Su improvisación y cambios
constantes de rumbo ya no generan las protestas masivas de las primeras
semanas, aunque la última encuesta del Washington Post / ABC News, con motivo
de este período, demuestra su alta impopularidad y que se le tiene desconfianza
en el manejo de crisis.
La encuesta también remarca
algo importante para sus detractores. Su base de votantes le sigue siendo fiel
y lo votarían de nuevo. La mayoría simpatiza con sus presiones a las compañías
estadounidenses para que creen trabajo en casa y cree que la economía está
mejorando.
La moderación de su
arrogancia inicial no fue casual. El Congreso, con ambas cámaras republicanas y
supuestamente a su favor, así como la Justicia, le han maniatado varias
iniciativas. Sus partidarios le ayudaron a eliminar el Obamacare pero no apoyaron
su plan universal de salud que advirtieron tan malo como el anterior. Y jueces
implacables le cortaron las alas a su prohibición de entrada a musulmanes de
siete países.
En el ámbito internacional,
ese que desdeñó desde la campaña electoral a favor de “America First”, fue
inesperadamente donde cosechó mayores elogios. Sorprendió con misiles, bombas y
una retórica amenazante para arbitrar conflictos, algo que a sus antecesores se
les recriminó.
Trump ni avisó para destruir
una base aérea de Siria en represalia por las armas químicas usadas contra la
población civil. Ordenó tirar la “madres de todas bombas” contra túneles
terroristas en Afganistán, mandó un portaviones a las costas de Corea del
Norte, creó un escudo antimisiles con Corea del Sur, presionó a China para que
interceda ante las amenazas nucleares del régimen de Kim Jong-un y ahora considera
que la OTAN ya no es ni vieja ni que debe disolverse.
En América Latina dictó
sanciones económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro, dejó de lado su
amenaza de que eliminará el tratado de libre comercio con México y Canadá,
aunque exige tarifas y aranceles recíprocos. Y sobre el muro en la frontera
sur, ya no insiste en que es responsabilidad económica de los mexicanos, sino
parte del presupuesto que deben aprobar los demócratas.
En vísperas de los 100 días
que se cumplen hoy sábado, y aunque calificó al período de “límite artificial”,
Trump, que sabe cómo generar impacto, tiró toda la carne al asador. Anunció su
esperada reforma impositiva. Rebajará del 35 al 15% los impuestos a las
empresas y ofrecerá más excepciones tributarias a la clase trabajadora.
Su intención y convicción es
diferenciarse de los estímulos a la economía que ofreció Barack Obama tras la
debacle provocada por la burbuja crediticia inmobiliaria. Trump, republicano al
fin, cree en estímulos menos intervencionistas. Cree que la retracción inicial
en la recaudación que sufra el Estado, lo recuperará luego cuando la empresa
privada genere más empleo y producción.
Los 100 días quedaron atrás
y lo que ahora importan son los cuatro u ocho años por delante. Trump no la
tiene fácil y el trabajo será arduo, cómo admitió este jueves. Acabar con la
“ciénaga” o la corrupción en Washington, consensuar el presupuesto para que el
gobierno federal no sea vea obligado a cerrar y dar alivio a millones con un
plan sanitario humano y eficiente, serán prioridades.
Pero su gran desafío para
proseguir el viaje, es recuperar la credibilidad y minimizar la polarización. No
será suficiente con solo mejorar la economía. Deberá tener actitudes y acciones
menos improvisadas, apartar los conflictos de interés que le provocan los
negocios familiares, reencontrar una prédica a favor de las evidencias sobre el
cambio climático y no denigrar sin ton ni son a cualquier inmigrante. trottiart@gmail.com
1 comentario:
Obama's tenure as the American President was a very good one. He has gained wide acceptance from the people around the world. He tried to maintain a good relation with other nations. But Trump's approach was a little different. He took firm decisions concerning the matters of other countries. That is why people take him as a strict president. But his policies have proven advantageous to Americans. I hope he will well as the Presidents of the USA. His policies for destroying terrorism was really appreciable. Refer buy best essays for more details.
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