domingo, 7 de agosto de 2016

Macri, libertad de prensa e institucionalidad

Esperaba más entusiasmo de Mauricio Macri, o al menos que lo aparentara, cuando esta semana lo visitamos en la Casa Rosada con una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa. 
Nuestro objetivo era comprometer a su gobierno a respetar y garantizar las libertades de prensa y de expresión, derechos íntimamente ligados a la institucionalidad y la democracia.
Pensé que el Presidente elaboraría un discurso efusivo. Así lo había hecho cuando se refirió a su lucha en contra de la pobreza heredada, cuando anunció que Argentina pagaría sus deudas para regresar a los mercados internacionales o cuando se cargó de esperanza ante la Justicia, desde que muchos ex funcionarios y allegados al kirchnerismo empezaron a desfilar antes los tribunales. Pensé que lo haría porque aunque la libertad de prensa pareciera de menor rango que lo político, lo económico y lo judicial, es necesario abrazarla con entusiasmo si se pretende gobernar en y para la democracia.  
Macri fue austero y parco cuando firmó su compromiso, la Declaración de Chapultepec, la que señala atributos y libertades necesarias para ayudar a generar institucionalidad. Solo atinó a decir que "es una alegría que todo esto parezca una historia lejana", después de que el jefe de nuestra delegación, Claudio Paolillo, leyó una larga letanía de violaciones a la libertad de prensa durante los 12 años del kirchnerismo.
Paolillo ponderó que Argentina haya retornado “al grupo de países donde rige un periodismo libre, sin hostigamientos desde el poder, sin persecuciones, sin discriminaciones y sin 'escraches' en cadenas obligatorias de televisión contra los que piensan diferente" y contra aquellos que “fueron vulnerados… por funcionarios o militantes oficialistas financiados con dineros públicos".

Tampoco puedo ser injusto. Aunque Macri no se mostró exaltado, es cierto que las acciones serán siempre mejores que las palabras. El panorama del Periodismo ya ha cambiado para bien con este gobierno. Pronto regirá una ley de acceso a la información pública que incentivará la transparencia y permitirá a cualquier argentino saber y preguntar sobre cómo manejan sus dineros en la administración pública.

Además, el poder ya no insulta a los periodistas, no cuelga pendones con lemas de que tal medio miente o Hebe de Bonafini ya no usa la Plaza de Mayo para ajusticiar a los periodistas críticos, sino para esconderse de los jueces por sus engaños en “sueños compartidos”. Tampoco se usa el dinero público para financiar a medios amigos. Existe una política que restringe que los medios públicos sean usados como órganos partidarios del gobierno. Volvieron las conferencias de prensa y no se hace propaganda con estrategias del “fútbol para todos”, inspiradas en el “pan y circo” de los emperadores romanos.

Pero que Macri no haya aprovechado el acto para crear más diferencias con las del gobierno de Cristina Kirchner en materia de libertad de prensa, demuestra que necesita una mejor estrategia de comunicación. No se puede confiar solo en su pericia para Snapchat o en reunirse con el mediático Marcelo Tinelli para minimizar la sátira. Si el gobierno no aprende a dar su mensaje, tendrá que seguir replegándose como ya lo hizo por comunicar mal o no dosificar el aumento de las tarifas de servicios, por aparecer en los Panama Papers, por violentar el derecho a la privacidad de los ciudadanos al usar datos personales para cuestiones gubernamentales o por intentar mandar a la cárcel a los periodistas que deschaven a quienes blanqueen corrupción.

Es cierto también que la libertad de prensa no es un tema importante ante tantas urgencias. Los tarifazos, la reforma tributaria, el blanqueo de capitales, el seguro universal de salud, el desemplo y la inflación que no cesa en este semestre prometido son temas urticantes, pero la libertad también es indispensable para construir democracia.

El Presidente todavía tiene tiempo - aunque no mucho - para hacer reformas económicas, políticas y judiciales que encaminen a Argentina hacia la madurez institucional. Debe desterrarse esa ciclotimia de caer ciclotímicamente en los errores pasados, saltando en un santiamén constante de picos económicos a corralitos, de clientelismo populista a tarifazos correctores o de corruptos impunes a procesados sin privilegios. trottiart@gmail.com


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