Las fotos y videos íntimos
robados a la actriz Jennifer Lawrence que se esparcieron a la velocidad de la
luz por el internet, demuestra que las grandiosas ventajas de la revolución
tecnológica también arrastran daños colaterales.
El más pronunciado es la
pérdida de la privacidad, como lo están sufriendo otras cien celebridades y
cantantes, entre ellas Rihanna, April Lavigne, Winona Ryder y Kate Upton, cuyas
partes íntimas son la comidilla en redes sociales y hasta una galería en
Florida amenazó con exhibirlas como obras de arte, disfrazando el delito.
La novedad en este caso - así
como antes ocurrió con Scarlett Johanson – es que las famosas no fueron
acosadas a la distancia por paparazzis, sino por un par de hackers que
accedieron a sus selfies que habían
subido a la nube digital (involuntariamente, quizás) por obra y gracia de la
sincronía automática entre teléfonos inteligentes y tabletas con el iCloud.
Apple enseguida delegó
responsabilidades. Coincidió con el FBI argumentando que no se trató de la
inseguridad del iCloud, sino de aviesos delincuentes que hacía rato perseguían
a las famosas, provistos de contraseñas fraudulentas. La explicación no convenció,
a sabidas cuentas de la fragilidad de nuestra privacidad luego de que colgamos datos
propios o de nuestros hijos en las redes sociales, compartimos documentos en Dropbox
o porque desnudamos demasiada información tras la compra on-line de un simple alfiler.
Lo raro de este “celebgate”
es que a pesar de que se condene la acción del ciberpirateo, los usuarios de redes
sociales y un sinnúmero de periódicos esparcieron los desnudos ampliando aún
más el atentado contra la privacidad. Muchos, bajo el temible argumento de que
la responsabilidad original fue de otros y que era su deber mostrar la prueba
del delito como noticia. Esto, pese a que a horas de que el hacker comenzó a
divulgar las fotos en el foro underground
4Chan, Twitter decidió cerrar las cuentas en la que se potenció la divulgación,
luego que los veloces usuarios ya habían transformado a Lawrence en trending topic.
Lo que desnudó este caso es
que todavía no existe criterio formado sobre los hackers. Para muchos, se trata
de una especie de “robin hood” que roba a los poderosos o famosos para
beneficio de los comunes. Pocos deparan que se trata de un delincuente común
como el ladrón que roba en nuestras casas y, aún peor en este caso, de un delincuente
sexual, a quien denunciaríamos si lo tuviéramos de vecino.
Otro agravante es que el
hacker no pirateó por diversión, sino por dinero, cantidad que le fueron
pagando según su promesa de que divulgaría más selfies y videos eróticos de las
víctimas. En ello, el hacker no se diferenció de un secuestrador o de un
extorsionador típico, y quienes le pagaron estuvieron alimentando ese tipo de delitos
y pervirtiendo a otros ciberpiratas para que cometan más crímenes.
En parte, esta confusión ocurre
porque muchos interpretan que el internet es una charla de café en vez de un
medio de comunicación, no sabiendo discernir qué pueden o no publicar, qué es o
no es delito. También porque se han desquiciado los parámetros del bien y el
mal sobre la información y nadie puede arrojar la primera piedra, ya que las
malas conductas de los “robin hood” como Edward Snowden no se diferencian mucho
de las de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense que espió a millones
de usuarios; las de periodistas del extinto periódico News of the World que espiaron
a celebridades y miembros de la realeza británica; o las de Facebook y Twitter que
usan los datos de usuarios para su beneficio económico.
El pirateo de fotografías íntimas
y datos demuestra que las nuevas tecnologías nos imponen nuevos retos y que los
delitos comunes, como el acoso, el robo de imágenes e identidad, son
potenciados a una proyección descomunal barriendo con la privacidad y el honor
de las personas.
Asimismo, este episodio nos enseña que no es solo cuestión de castigar a los
delincuentes. Se trata también de asumir conductas y actitudes personales para abrazar la nueva cultura digital. Reconocer los riesgos en el uso de la tecnología, instruirnos en temas de ciberseguridad, usar contraseñas más variadas y sofisticadas, es parte de nuestra responsabilidad para evitar mayores daños colaterales.
1 comentario:
Creo que estanhaciendo esto mas grande de lo que es.
Estamos hablando de simples fotografias.
Ahora le quieren dar aires de "violacion sexual", de "degradacion a todas las mujeres"
Ellas son personas publicas que al ingresar a esa industria saben que estan expuestas a eso; son fotografias tomadas voluntariamente y que fueron descuidadas al no cuidarlas como debian.
En fin, no veo ninguna diferencia entre lo que hizo el hacker que robo las fotos y lo que hizo Edward Snowden.
Porque uno es un heroe y el otro un delincuente? Porque la doble moral?
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