Muchos pensaban que a los
jóvenes solo les atraía el éxito rápido, el despilfarro alocado y el sexo
fácil, por eso no entienden la conexión especial que tienen con un viejo que
les pide no frustrase ante la injusticia, luchar contra la corrupción, hacer
lío en las diócesis y ayudar al prójimo.
Vaya responsabilidad la de
los jóvenes, muchos de los cuales llegaron a Río de Janeiro con la esperanza de
ser consolados ante sus frustraciones por la injusticia y el desempleo. El
problema es que se encontraron con el papa Francisco que, lejos de darles una
palmadita de consuelo en la espalda, les comprometió para que transformen y
revolucionen sus mundos.
¿Por qué los jóvenes se
muestran tan energizados ante semejante responsabilidad? Porque Francisco,
zorro viejo, si bien habló desde la esperanza, la fe y en Cristo, no tocó temas
polémicos doctrinarios que lo podrían alejar de los jóvenes y aquellos no
católicos, sino que se enfocó en un mensaje más terrenal e incluyente,
pidiéndoles luchar contra la desigualdad y abrazar a los marginados desde la
caridad y la humildad.
De sonrisa fácil, gestos simpáticos
y voz suave, Francisco se percibe como oveja mansa, pero debajo de esa piel se
esconde un sentido firme y exigente de justicia. En Río le dio igual desafiar
al gobierno brasileño, al avalar las protestas multitudinarias que reclaman contra
la corrupción, que desairar a los políticos latinoamericanos que piensan
combatir el narcotráfico legalizando las drogas; retar a sus obispos que
todavía no se desprenden de los lujos, que exigir a la sociedad civil no
olvidarse de los viejos, jóvenes y pobres.
La fortaleza de la conexión
de Francisco, es que los jóvenes se pueden identificar con alguien auténtico,
que convierte palabras en hechos. No solo por los sorprendentes gestos de
desprendimiento franciscano, como volar en aviones de línea, no usar autos de
lujo o comer arroz y frijoles, sino por los gestos más complejos. Esos que
derivaron en el procesamiento de obispos por lavado de dinero, en la exposición
de los curas pedófilos a la justicia, en las directivas de mayor transparencia
para el banco del Vaticano y en una jerarquía eclesiástica menos oscura y más
colegial.
No es la primera vez que el
Papa revoluciona desde Brasil y que muestra la firmeza de su carácter. En esta
tierra de grandes desigualdades, durante la V Conferencia del Episcopado de
América Latina y el Caribe en 2007, siendo arzobispo de Buenos Aires, lideró la
redacción del documento final, que ya dejaba entrever la filosofía humilde que
abrazó en el Vaticano: “La Iglesia debe liberarse de todas las estructuras
caducas que no favorecen la trasmisión de la fe”.
Es una feliz coincidencia
que las Jornadas Mundiales de la Juventud hayan convocado a Francisco a Brasil,
donde ejerció como megáfono de multitudes bulliciosas que claman por más
justicia e igualdad. Un país en el que si bien los católicos siguen emigrando a
otras religiones, también es donde la Iglesia puede mostrar su altura moral por
el trabajo que desde hace décadas hace con los más humildes a través de las
comunidades de base. Un modelo de exportación muy en sincronía con la nueva
filosofía papal.
Bergoglio también se va con
las alforjas cargadas. No solo del cariño y del respeto, sino también de ideas sobre
la mesa que pusieron los jóvenes y los no tanto, como el brasileño Leonardo
Boff, el teólogo de la liberación proscrito por los papas anteriores. Reclamaron
que el celibato no sea obligatorio, sino opcional, y que las mujeres puedan ser
ordenadas.
Por eso nadie, ni el papa ni
los jóvenes hablaron de dogmas, de temas difíciles que los pudieran distanciar,
sino prefirieron enfocarse en costumbres y tradiciones, más fáciles de cambiar.
La revolución dogmática corresponderá a papas del futuro, Francisco ya tiene suficiente
en su agenda.
No hay que confundirse. Francisco es un papa duro y exigente, contrario a su apariencia. A los jóvenes no les dio esperanza, sino que les exigió compromiso. Les pidió que no se sientan defraudados por aquellos que en vez de buscar el bien común, persiguen su propio interés. “No se habitúen al mal, sino a vencerlo”, palabras simples, pero que comprometen a los jóvenes a una tarea mayúscula.
2 comentarios:
El nuevo papa es el argentino mas popular. Les lleva una morena a Maradona, Peron y Carlos Gardel.
Wow!!! Tres millones de personas en Copacabana... Se dice fácil pero es la concurrencia mas grande de la Historia humana. Ningún líder pasado ni actual ha reunido ni la mitad de esa cantidad. El poder de convocatoria de la iglesia de Roma es indiscutible. Me quito el sombrero ante este viejo.
Publicar un comentario