La era digital atrajo grandes avances para el progreso de la humanidad, pero también creó nuevos desafíos para los gobiernos. Ahora éstos, deben lidiar con bandidos cibernéticos que sabotean servidores y sistemas de cómputos o espías que roban secretos industriales, militares y financieros.
Esos retos, y la necesidad de brindar seguridad cibernética a Río +20, la cumbre de Naciones Unidas sobre medio ambiente que comenzará la próxima semana en Río de Janeiro, fueron la coyuntura perfecta que aprovechó el gobierno de Brasil para crear el Centro de Defensa Cibernética, un organismo militar que estará dedicado a proteger los intereses civiles y militares del país.
De esta forma, Brasil se trepó a la tendencia que hace algunos años iniciaron grandes potencias mundiales como Estados Unidos, Rusia, China y Alemania para abordar la militarización del internet, lo que se conoce como la quinta dimensión de defensa de un país, después de los sectores aire, tierra, mar y espacio.
El Centro brasileño, a semejanza del Comando Cibernético de Estados Unidos que opera en ese país desde octubre de 2010, tendrá como objetivo detener cualquier ataque informático que pueda amenazar, entre otros, los sistemas electrónicos de las aerolíneas comerciales, la grilla nacional de energía eléctrica, los reactores nucleares, así como agresiones al sistema financiero brasileño, uno de los blancos preferidos de los hackers en 2011.
La militarización del internet se profundizó en los últimos tres años cuando proliferaron ataques y virus lanzados contra blancos militares y financieros en EE.UU., Rusia, China e Irán, y todos los países se volvieron suspicaces unos de otros. Desde entonces, se apreció una disminución de los gastos militares tradicionales y un aumento notable en defensa cibernética, calculándose que en este rubro se gastaron 50 mil millones de dólares en 2011.
La militarización no solo alcanza temas de defensa sino que se expande a inteligencia y contra propaganda. Recientemente, la canciller de EE.UU., Hillary Clinton, admitió que expertos del Departamento de Estado patrullan el internet y las redes sociales para neutralizar a la red terrorista al-Qaeda en su intento por reclutar nuevos seguidores.
La militarización de la red, como producto de este gran juego en el que se mezclan objetivos legítimos de seguridad e ilegítimos de sabotaje y espionaje, plantea duros retos sobre el libre uso del internet, concebido desde sus orígenes como un servicio de defensa, que luego se transformó en un motor de participación ciudadana e innovación constante.
Ese empoderamiento de la libertad, es justamente lo que los regímenes autoritarios ven como agente desestabilizador, por lo que imponen cada vez más restricciones. Existen 40 países que aplican trabas legales y prácticas al internet y las redes sociales, de solo cuatro que había hace una década.
Las excusas para controlar el internet son las tradicionales, seguridad nacional, injerencia al poder y desobediencia a la autoridad. Por ello, regímenes como los de China, Rusia, Saudi Arabia, Vietnam, Cuba y Venezuela, entre otros, promueven que la gobernanza del internet pase de manos privadas a las Naciones Unidas, como insistirán en diciembre ante la asamblea de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, a realizarse en Dubai.
Sergei Brin y Vinton Cerf, creadores del motor de búsqueda más exitoso, Google, creen que el control de los gobiernos será un craso error, toda vez que el internet prosperó gracias a la iniciativa privada y a la libertad, y que fue la sociedad civil y la academia los que le insuflaron estándares de autorregulación para su desarrollo y gobernanza.
La experiencia indica que mientras en gobiernos democráticos el internet plantea problemas de intimidad, propiedad individual y seguridad, los regímenes autoritarios lo utilizan como sistema policial para vigilar y neutralizar la actividad de sus ciudadanos, así como para perseguir a opositores.
Si se considera que los gobiernos pudieran conseguir la gobernanza del internet y sumado a que la militarización de la red los está sofisticando cada vez más en el uso de controles cibernéticos que podrían aplicarse contra sus ciudadanos, se puede predecir que el clima de libertad del que hoy gozamos, será pronto cosa del pasado.
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