viernes, 24 de diciembre de 2010

Desnudan lo que no es arte


Mucho de lo que vemos como arte en galerías, revistas o en megaferias como las de Basel y Art Miami que acaban de celebrarse a principios de este mes en Miami, termina siendo incomprensible, de mal gusto o uno realmente se pregunta por qué platitos rotos sobre el piso o envases de botellas de plástico colgando de una pared o un mingitorio o urinario sobre una mesa debe ser considerado arte y venderse a precios siderales.

Obviamente como en el mundo del arte eso no se puede criticar porque uno termina siendo mirado de reojo y considerado un anticuado por no comprender la expresión contemporánea, uno prefiere callarse y dejar que el mundo siga así, eclético, loco y con arte que dicen que es arte pero que uno sabe que es un montón de porquería… o cómo reacciona mi hermano Gerardo, que sí es artista y tiene una aproximación íntima con el arte: “no me jodan”; “no sigan engañando a la gente”.

Recuerdo que con Gerardo hace un par de años estuvimos en una reunión de la SIP en Madrid, en la que tuvimos de invitado como conferencista principal a Mario Vargas Llosa, quien dio una charla magistral sobre la superficialidad del arte, y de la vida moderna, que no la olvidé jamás. Su título es “La civilización del espectáculo” y la pueden encontrar “googleando”.

Hoy me satisface haber leído en la revista “Arte al Día”, que la Comisión Europea considera que la obra de Dan Flavin, no es más que un montón de cables y luces fluorescentes, “por lo que deben pagar los mismos impuestos que el pedido de una ferretería”.

Parece mentira que este afamado artista, muerto en 1996, que tiene obras en las mejores colecciones y museos del mundo, recién ahora reciba el rótulo de que lo que hizo no es arte, que de repente ni artista resultó ser, sino que solo se trató de oficio y de una vida y profesión creativa, pero no de artista. La Comisión Europea entendió que las obras de Flavin deben pagar IVA como cualquier mercadería comercial y no debe tener excepciones impositivas o descuentos como sí lo tiene una verdadera obra de arte.

El artículo también se refiere a que “el problema es que la UE califica la obra de Dan Flavin como algo que tiene "las características de los aparatos de iluminación”, por lo que se deberá clasificar como "lámparas de pared". Lo mismo opinan de todos los trabajos que realizó el también norteamericano Bill Viola mediante imágenes de video y sonido, no se podrán clasificar como esculturas porque "no es la propia instalación la que constituye una obra de Arte, sino el resultado de las operaciones (efecto de luz) llevadas a cabo por ella".

Me gustó haber leído esto, ya que envía un mensaje – no a los artistas o quienes se consideran serlo o son personas creativas – sino a todo ese cúmulo de curadores, galeristas que en una concepción netamente comercial del arte imponen nombres, marcas y mucha basura de la que nos quieren hacer creer que es arte. Transgredir, ser el primero en hacer algo, ser creativo, no necesariamente son los atributos del arte. ¿Un tubo fluorescente retorcido que dice Love o un migitorio no tiene porque ser considerado arte? ¿Por qué?

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